'Aquí' en la Biblia
Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.
He aquí nuestro Dios a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.
Respondió él y dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego, y ningún daño hay en ellos; y el parecer del cuarto es semejante al Hijo de Dios.
Veía en las visiones de mi cabeza estando en mi cama, y he aquí que un vigilante y santo descendía del cielo.
Habló Daniel y dijo: Veía yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar.
Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se puso a un lado, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así: Levántate, traga mucha carne.
Después de esto yo miraba, y he aquí otra, semejante a un leopardo, y tenía cuatro alas de ave en sus espaldas: tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio.
Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible, y en grande manera fuerte; la cual tenía unos dientes grandes de hierro: devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies: y era muy diferente de todas las bestias que habían sido antes de ella, y tenía diez cuernos.
Y mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño subía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí, en este cuerno había ojos como ojos de hombre, y una boca que hablaba grandezas.
Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo uno como el Hijo del Hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de días, y le hicieron llegar delante de Él.
Hasta aquí fue el fin del asunto. En cuanto a mí, Daniel, mucho me turbaron mis pensamientos, y mi rostro se demudó, pero guardé el asunto en mi corazón.
Y alcé mis ojos, y miré, y he aquí un carnero que estaba delante del río, el cual tenía dos cuernos; y los dos cuernos eran altos, pero uno era más alto que el otro; y el más alto subió a la postre.
Y mientras yo consideraba, he aquí un macho cabrío venía de la parte del poniente sobre la faz de toda la tierra, el cual no tocaba la tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre sus ojos.
Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba la visión, y buscaba su significado, he aquí uno con apariencia de hombre se puso delante de mí.
Y dijo: He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir en el fin de la ira; porque al tiempo señalado el fin se cumplirá.
Y alzando mis ojos miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz:
Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
Mas el príncipe del reino de Persia se puso contra mí veintiún días; y he aquí, Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y yo quedé allí con los reyes de Persia.
Mas he aquí, como una semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca, y hablé, y dije a aquel que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión se revolvieron mis dolores sobre mí, y no me quedó fuerza.
Y dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Porque luego tengo que volver para pelear con el príncipe de Persia; y saliendo yo, he aquí, el príncipe de Grecia vendrá.
Y ahora yo te mostraré la verdad. He aquí que aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes riquezas más que todos; y fortificándose con sus riquezas, incitará a todos contra el reino de Grecia.
Y yo, Daniel, miré, y he aquí otros dos que estaban de pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río.