'Había' en la Biblia
- 1.Gé 1:31-Gé 34:28
- 2.Gé 34:29-Éx 18:1
- 3.Éx 18:2-Números 15:36
- 4.Números 16:19-Josué 9:24
- 5.Josué 10:1-Jueces 20:16
- 6.Jueces 20:40-1 Samuel 30:31
- 7.1 Samuel 31:5-1 Reyes 5:12
- 8.1 Reyes 6:6-1 Reyes 17:7
- 9.1 Reyes 17:16-2 Reyes 18:4
- 10.2 Reyes 18:6-1 Crónicas 27:10
- 11.1 Crónicas 27:11-2 Crónicas 26:4
- 12.2 Crónicas 26:8-Ester 2:6
- 13.Ester 2:7-Isaías 38:8
- 14.Isaías 38:21-Ezequiel 3:20
- 15.Ezequiel 3:23-Ezequiel 47:7
- 16.Ezequiel 47:14-Mateo 26:48
- 17.Mateo 26:75-Lucas 8:47
- 18.Lucas 8:53-Juan 11:17
- 19.Juan 11:27-Hechos 14:11
- 20.Hechos 14:27-Apocalipsis 21:13
Y cuando Adonisedec rey de Jerusalén oyó que Josué había tomado a Hai, y que la habían asolado, (como había hecho a Jericó y a su rey, así hizo a Hai y a su rey;) y que los moradores de Gabaón habían hecho paz con los israelitas, y que estaban entre ellos;
En aquel mismo día tomó Josué a Maceda, y la puso a espada, y mató a su rey; a ellos y a todo lo que en ella tenía vida, sin quedar nada; mas al rey de Maceda hizo como había hecho al rey de Jericó.
y el SEÑOR la entregó también a ella, y a su rey, en manos de Israel; y la hirió a filo de espada, con todo lo que en ella había vivo, sin quedar nada; mas a su rey hizo de la manera que había hecho al rey de Jericó.
y el SEÑOR entregó a Laquis en mano de Israel, y la tomó al día siguiente, y la metió a espada, con todo lo que en ella había vivo, como había hecho en Libna.
y la tomaron el mismo día, y la hirieron a espada; y el mismo día mataron a todo lo que en ella había vivo, como habían hecho en Laquis.
y tomándola, la hirieron a espada, a su rey y a todas sus ciudades, con todo lo que en ella había vivo, sin quedar nada; como habían hecho a Eglón, así la destruyeron con todo lo que en ella había vivo.
y la tomó, y a su rey, y a todas sus villas; y los hirieron a espada, y destruyeron todo lo que en ella había vivo, sin quedar nada; como había hecho a Hebrón, así hizo a Debir y a su rey; y como había hecho a Libna y a su rey.
Hirió pues Josué toda la región de las montañas, y del mediodía, y de los llanos, y de las cuestas, con todos sus reyes, sin quedar nada; destruyó todo lo que respiraba, de la manera que el SEÑOR Dios de Israel lo había mandado.
Y Josué hizo con ellos como el SEÑOR le había mandado: desjarretó sus caballos, y sus carros quemó al fuego.
Y volviendo Josué, tomó en el mismo tiempo a Hazor, e hirió a espada a su rey: la cual Hazor había sido antes cabeza de todos estos reinos.
E hirieron a espada todo cuanto en ella había vivo, destruyendo y no dejando cosa que respirara; y a Hazor pusieron a fuego.
Asimismo tomó Josué todas las ciudades de aquellos reyes, y a todos los reyes de ellas, y los hirió a espada, y los destruyó, como Moisés siervo del SEÑOR lo había mandado.
De la manera que el SEÑOR lo había mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que el SEÑOR había mandado a Moisés.
Porque esto vino del SEÑOR, que endurecía el corazón de ellos para que resistieran con guerra a Israel, para destruirlos, y que no les fuera hecha misericordia, antes fueran desarraigados, como el SEÑOR lo había mandado a Moisés.
Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que el SEÑOR había dicho a Moisés; y Josué la entregó a los israelitas por herencia, conforme a sus repartimientos de sus tribus; y la tierra reposó de la guerra.
Y los términos de Og rey de Basán, que había quedado de los refaítas, el cual habitaba en Astarot y en Edrei,
Los rubenitas y los gaditas con la otra media tribu habían recibido {ya} su heredad, la cual Moisés les había dado al otro lado del Jordán, hacia el oriente, tal como se {la} había dado Moisés, siervo del SEÑOR:
Todo el reino de Og en Basán, el cual reinó en Astarot y en Edrei, el cual había quedado del residuo de los refaítas; pues Moisés los hirió, y los echó de la tierra.
Pero a la tribu de Leví no dio heredad: los sacrificios encendidos del SEÑOR Dios de Israel son su heredad, como él les había dicho.
Moisés le había dado {una heredad} a la tribu de los hijos de Rubén conforme a sus familias.
Moisés también había dado {una heredad} a la tribu de Gad, a los hijos de Gad, conforme a sus familias.
Moisés también le había dado {una heredad} a la media tribu de Manasés. Fue para la media tribu de los hijos de Manasés, conforme a sus familias.
Mas a la tribu de Leví no dio Moisés heredad: el SEÑOR Dios de Israel es la heredad de ellos como él les había dicho.
Por suerte se les dio su heredad, como el SEÑOR lo había mandado por Moisés, que diera a las nueve tribus y a la media tribu.
Porque a las dos tribus, y a la media tribu, les había Moisés dado heredad del otro lado del Jordán; mas a los levitas no les dio heredad entre ellos.
De la manera que el SEÑOR lo había mandado a Moisés, así lo hicieron los hijos de Israel en el repartimiento de la tierra.
Ahora pues, dame esta región montañosa de la cual el SEÑOR habló aquel día, porque tú oíste aquel día que allí {había} anaceos con grandes ciudades fortificadas; tal vez el SEÑOR esté conmigo y los expulsaré como el SEÑOR ha dicho.
Y así dieron por suerte los hijos de Israel a los levitas estas villas con sus ejidos, como el SEÑOR lo había mandado por Moisés.
Así dio el SEÑOR a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres; y la poseyeron, y habitaron en ella.
Y el SEÑOR les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres; y nadie de todos sus enemigos les pudo hacer frente, sino que el SEÑOR entregó en sus manos a todos sus enemigos.
No faltó ni una palabra de las buenas promesas que el SEÑOR había hecho a la casa de Israel; todas se cumplieron.
Ahora pues que el SEÑOR vuestro Dios ha dado reposo a vuestros hermanos, como se lo había prometido, volved, y regresad a vuestras tiendas, a la tierra de vuestras posesiones, que Moisés siervo del SEÑOR os dio al otro lado del Jordán.
También a la media tribu de Manasés había dado Moisés posesión en Basán; mas a la otra media tribu dio Josué heredad entre sus hermanos de este lado del Jordán al occidente; y también a éstos envió Josué a sus tiendas, después de haberlos bendecido.
Y he aquí que yo entro hoy por el camino de toda la tierra; sabed, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no se ha perdido una palabra de todas las buenas palabras que el SEÑOR vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han venido, no se ha perdido de ellas ni una.
Mas será, que como ha venido sobre vosotros toda palabra buena que Jehová vuestro Dios os había dicho, así también traerá Jehová sobre vosotros toda palabra mala, hasta destruiros de sobre la buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado;
Y sirvió Israel al SEÑOR todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que vivieron después de Josué, y que sabían todas las obras del SEÑOR, que había hecho con Israel.
Los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, fueron sepultados en Siquem, en la parcela de campo que Jacob había comprado a los hijos de Hamor, padre de Siquem, por cien monedas de plata; y pasaron a ser posesión de los hijos de José.
Y murió Eleazar, hijo de Aarón; y lo sepultaron en el collado de su hijo Finees, que le había sido dado en la región montañosa de Efraín.
Y dieron Hebrón a Caleb, como Moisés le había dicho; y él echó de allí a tres hijos de Anac.
Y El ángel de Jehová subió de Gilgal á Bochîm, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado á vuestros padres; y dije: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros;
Porque ya Josué había despedido al pueblo, y los hijos de Israel se habían ido cada uno a su herencia para poseer la tierra.
Y el pueblo había servido al SEÑOR todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que vivieron largos días después de Josué, los cuales habían visto todas las grandes obras del SEÑOR, que él había hecho con Israel.
Y toda aquella generación fue también recogida con sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación, que no conocía al SEÑOR, ni la obra que él había hecho a Israel.
Y dejaron al SEÑOR el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, tras los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y provocaron a ira al SEÑOR.
Por dondequiera que salían, la mano del SEÑOR era contra ellos para mal, como el SEÑOR había dicho, y como el SEÑOR lo había jurado; así los afligió en gran manera.
Estos, pues, fueron dejados para probar por ellos a Israel, para saber si escucharían los mandamientos del SEÑOR, que él había mandado a sus padres por mano de Moisés.
Y Aod se había hecho un cuchillo de dos filos, de un codo de largo; y se lo ciñó debajo de sus vestidos sobre su muslo derecho.
Y luego que acabó de ofrecer el presente, despidió al pueblo que lo había traído.
Mas Aod había escapado mientras ellos esperaban; pasando por los ídolos, había escapado a Seirat.
Y los hijos de Israel clamaron al SEÑOR, porque aquel tenía novecientos carros herrados; y había afligido en gran manera a los hijos de Israel por veinte años.
Y Heber cineo, de los hijos de Hobab suegro de Moisés, se había apartado de los ceneos, y puesto su tienda hasta el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes.
Vinieron, pues, las nuevas a Sísara como Barac hijo de Abinoam había subido al monte de Tabor.
Y Sísara se acogió a pie a la tienda de Jael mujer de Heber cineo; porque había paz entre Jabín rey de Hazor y la casa de Heber cineo.
Los príncipes de Isacar {estaban} con Débora; como Isacar, así {también} Barac; al valle se apresuraron pisándole los talones; entre las divisiones de Rubén {había} grandes resoluciones de corazón.
¿Por qué te sentaste entre los rediles, escuchando los toques de flauta para los rebaños? Entre las divisiones de Rubén {había} gran escudriñamiento de corazón.
Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas, y los amalecitas, y aun los hijos de los orientales subían contra ellos;
Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas, que no había número en ellos ni en sus camellos; así venían a la tierra destruyéndola.
Gedeón tomó diez hombres de sus siervos e hizo como el SEÑOR le había dicho; y sucedió, que como temía mucho a la casa de su padre y a los hombres de la ciudad para hacerlo de día, lo hizo de noche.
Cuando los hombres de la ciudad se levantaron temprano en la mañana, he aquí, el altar de Baal había sido derribado y cortada la Asera que estaba junto a él, y el segundo novillo había sido ofrecido en el altar que se había edificado.
Por tanto, aquel día Gedeón fue llamado Jerobaal, es decir, que Baal contienda contra él, porque había derribado su altar.
Así lo hizo Dios aquella noche, porque solamente quedó seco el vellón y había rocío en toda la tierra.
Y no se acordaron los hijos de Israel del SEÑOR su Dios, que los había librado de todos sus enemigos alrededor;
ni hicieron misericordia con la casa de Jerobaal Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.
Y se reunieron todos los habitantes de Siquem y todo Bet-milo, y fueron e hicieron rey a Abimelec, junto a la encina del pilar que había en Siquem.
Y peleó Abimelec contra la ciudad todo aquel día, capturó la ciudad y mató a la gente que {había} en ella; entonces arrasó la ciudad y la sembró de sal.
En medio de aquella ciudad había una torre fuerte, a la cual se retiraron todos los hombres y mujeres, y todos los señores de la ciudad; y cerrando tras sí las puertas, subieron al techo de la torre.
Cuando los hombres de Israel vieron que Abimelec había muerto, cada cual partió para su casa.
Así pagó Dios a Abimelec por la maldad que había hecho a su padre al matar a sus setenta hermanos.
Existía entonces Jefté, galaadita, hombre valiente, hijo de una ramera, a la cual Galaad había engendrado un hijo.
Y la mujer de Galaad también le había dado a luz hijos; los cuales cuando fueron grandes, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de una mujer extraña.
Pasados los dos meses volvió a su padre, e hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón.
Y los galaaditas tomaron los vados del Jordán a Efraín; y era que, cuando alguno de los de Efraín que había huido, decía, ¿pasaré? los de Galaad le preguntaban: ¿Eres tú efrateo? Si él respondía, no;
Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, y nunca había tenido hijos.
Y el Espíritu del SEÑOR cayó sobre él, y lo despedazó como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no dio a entender a su padre ni a su madre lo que había hecho.
Vino pues, y habló a la mujer que había agradado a Sansón.
Cuando regresó más tarde para tomarla, se apartó {del camino} para ver el cadáver del león; y he aquí que había un enjambre de abejas y miel en el cuerpo del león.
Y tomándolo en sus manos, se fue comiéndolo por el camino; y cuando llegó a su padre y a su madre, les dio también a ellos para que comieran; mas no les descubrió que había tomado aquella miel del cuerpo muerto del león.
Y lloró la mujer de Sansón delante de él, y dijo: Solamente me aborreces y no me amas, pues que no me declaras el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo. Y él respondió: He aquí que ni a mi padre ni a mi madre lo he declarado; y ¿te lo había de declarar a ti?
Pero la mujer de Sansón fue {dada} al compañero que había sido su amigo íntimo.
El le reveló, pues, todo {lo que había} en su corazón, diciéndole: Nunca ha pasado navaja sobre mi cabeza, pues he sido nazareo para Dios desde el vientre de mi madre. Si me cortan el cabello, mi fuerza me dejará y me debilitaré y seré como cualquier {otro} hombre.
Y viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los cardinales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los príncipes de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero.
Y ella le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y él, cuando se despertó de su sueño, dijo entre sí: Esta vez saldré como las otras, y me escaparé; no sabiendo que el SEÑOR ya se había apartado de él.
Y viéndolo el pueblo, loaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros.
Y la casa estaba llena de hombres y mujeres; y todos los cardinales de los filisteos estaban allí; y sobre el techo había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón.
y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Y estribando con esfuerzo, cayó la casa sobre los cardinales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y fueron muchos más los que de ellos mató en su muerte, que los que había muerto en su vida.
Entonces descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y tomándolo, lo llevaron y lo sepultaron entre Zora y Estaol en la tumba de Manoa, su padre. El había juzgado a Israel veinte años.
Había un hombre de la región montañosa de Efraín, llamado Micaía.
El cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, por lo que tú maldecías oyéndolo yo, he aquí que yo tengo este dinero; yo lo había tomado. Entonces la madre dijo: Bendito seas del SEÑOR, hijo mío.
En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía como mejor le parecía.
Y había un joven de Belén de Judá, de la familia de Judá, el cual era levita; y peregrinaba allí.
Este varón había partido de la ciudad de Belén de Judá, para ir a vivir donde hallara lugar; y llegando al monte de Efraín, vino a casa de Micaía, para de allí hacer su camino.
En aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan buscaba posesión para sí donde morar, porque hasta entonces no le había caído su suerte entre las tribus de Israel por heredad.
Entonces aquellos cinco hombres partieron, y vinieron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, ocioso y confiado, conforme a la costumbre de los de Sidón; no había nadie en aquella tierra que los perturbara en cosa alguna para poseer aquella tierra; además de esto,estaban lejos de los sidonios, y no tenían negocios con nadie.
Y ellos llevando las cosas que había hecho Micaía, juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron a Lais, al pueblo reposado y seguro; y los metieron a espada, y abrasaron la ciudad con fuego.
Y no había nadie que la librara, porque estaba lejos de Sidón, en el valle que está cerca de Bet-rehob, y ellos no tenían trato con nadie. Y reedificaron la ciudad y habitaron en ella.
Y levantaron la imagen de talla de Micaía, la cual él había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.
En aquellos días, cuando no había rey en Israel, hubo un levita que moraba como peregrino en los lados del monte de Efraín, el cual se había tomado mujer concubina de Belén de Judá.
Y estando ya junto a Jebús, el día había declinado mucho; y dijo el criado a su señor: Ven ahora, y vámonos a esta ciudad de los jebuseos, para que tengamos en ella la noche.
Entonces el levita, marido de la mujer que había sido asesinada, respondió y dijo: Vine con mi concubina a pasar la noche en Guibeá de Benjamín.
De toda aquella gente había setecientos hombres escogidos, que eran cerrados de la mano derecha (zurdos), todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello sin errar. \'
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