¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y ponen su esperanza en carros, porque son muchos, y en caballeros, porque son valientes; y no miraron al Santo de Israel, ni buscaron a Jehová!

Éstos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.

Pero que no se aumente caballos, ni haga volver el pueblo a Egipto para acrecentar caballos; porque Jehová os ha dicho: No procuraréis volver más por este camino.

sino que dijisteis: No, antes huiremos en caballos; por tanto, vosotros huiréis. Sobre ligeros corceles cabalgaremos; por tanto, serán ligeros vuestros perseguidores.

He aquí que confías en este bordón de caña frágil, en Egipto, sobre el cual si alguien se apoyare, se le entrará por la mano, y se la atravesará. Tal es Faraón rey de Egipto para con todos los que en él confían.

Según está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos rogado a la faz de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades, y entender tu verdad.

Mas el pueblo no se convirtió al que lo hería, ni buscaron a Jehová de los ejércitos.

E hicisteis foso entre los dos muros con las aguas del estanque antiguo; y no tuvisteis respeto al que lo hizo, ni mirasteis al que hace mucho tiempo lo labró.

¿Cómo, pues, harás volver el rostro de un capitán de los más pequeños siervos de mi señor, aunque estés confiado en Egipto por sus carros y hombres de a caballo?

Mas así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis;

En aquel tiempo vino Hanani vidente a Asa rey de Judá, y le dijo: Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos.

El rey no es salvo con la multitud del ejército: No escapa el valiente por la mucha fuerza.

Su tierra está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin. También está su tierra llena de caballos; sus carros son innumerables.

Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino; y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos.

En aquel día mirará el hombre a su Hacedor, y sus ojos contemplarán al Santo de Israel.

¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi Espíritu, añadiendo pecado a pecado!

Y fuiste al rey con ungüento, y multiplicaste tus perfumes, y enviaste tus embajadores lejos, y te abatiste hasta el mismo infierno.

Y nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para asirse de ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.

Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, por cavar para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua.

Así dice Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.

Pero se rebeló contra él enviando sus embajadores a Egipto para que le diese caballos y mucha gente. ¿Será prosperado, escapará el que hace tales cosas? ¿Podrá romper el pacto y escapar?

Todos ellos arden como un horno, y devoraron a sus jueces; cayeron todos sus reyes; no hay entre ellos quien a mí clame.

¡Ay de ellos! porque se apartaron de mí; destrucción vendrá sobre ellos, porque contra mí se rebelaron; yo los redimí, y ellos hablaron mentiras contra mí.

No volverá a la tierra de Egipto, sino que el asirio será su rey, porque no se quisieron convertir.

No nos librará Asiria; no montaremos sobre caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Vosotros sois nuestros dioses; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia.

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Reina Valera Gómez (© 2010)

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