Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí; escondí mi rostro y me ensañé; y fue él rebelde por el camino de su corazón.

Y esos perros ansiosos son insaciables; y los mismos pastores no supieron entender; todos ellos miran a sus caminos, cada uno a su provecho, cada uno por su cabo.

Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande de ellos, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores.

Más vale gozar del bien presente que el deseo errante. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.

¡Oh gente que ofende, pueblo cargado de iniquidad, generación de malignos, hijos corruptos! Dejaron al SEÑOR, provocaron a ira al Santo de Israel; se tornaron atrás.

¡Ay de los que juntan casa con casa, y agregan heredad a heredad hasta acabar el término! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra?

Esperaré, pues, al SEÑOR, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y a él aguardaré.

Mas el pueblo no se convirtió al que lo hería, ni buscaron al SEÑOR de los ejércitos.

Verdaderamente tú eres Dios, que te encubres; Dios de Israel, que salvas.

Por demás he azotado vuestros hijos; no han recibido corrección. Vuestra espada devoró a vuestros profetas como león destrozador.

Oh SEÑOR, ¿Por ventura no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir castigo; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron tornarse.

Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus heredades a quien las heredará, porque desde el chico hasta el grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos practican el engaño.

Mas tus ojos y tu corazón no son sino a tu avaricia, y a derramar la sangre inocente, y a opresión, y a hacer agravio.

Y vendrán a ti como viene el pueblo, y se estarán delante de ti, mi pueblo, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia.

Y codiciaron las heredades, y las robaron; y casas, y las tomaron; oprimieron al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad.

Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.

Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y le comenzó a faltar.

Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a los santos;

Mortificad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra: fornicación, inmundicia, deleite carnal, mala concupiscencia, y avaricia, la cual es servicio de ídolos;

Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y en lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición.

y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas, sobre los cuales la condenación ya de largo tiempo no se tarda, y su perdición no se duerme.

teniendo los ojos llenos de adulterio, y no saben cesar de pecar; cebando las almas inconstantes; teniendo el corazón ejercitado en codicias, siendo hijos de maldición;

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