Isaías 9:12
del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, pero su mano todavía está extendida.
2 Crónicas 28:18
Asimismo los filisteos habían invadido a las ciudades de la llanura, y del sur de Judá, y habían tomado a Bet-semes, a Ajalón, Gederot, y a Soco con sus aldeas, Timna también con sus aldeas, y Gimzo con sus aldeas; y habitaban en ellas.
Isaías 5:25
Por esta causa se encendió el furor de Jehová contra su pueblo, y extendió contra él su mano, y le hirió; y se estremecieron los montes, y sus cadáveres fueron arrojados en medio de las calles. Con todo esto no ha cesado su furor, pero su mano todavía está extendida.
2 Reyes 16:6
En aquel tiempo Rezín rey de Siria restituyó Elat a Siria, y echó a los judíos de Elat; y los sirios vinieron a Elat, y habitaron allí hasta hoy.
Salmos 79:7
Porque han consumido a Jacob, y su morada han asolado.
Isaías 9:17
Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla necedades. Con todo esto no ha cesado su furor, pero su mano todavía está extendida.
Isaías 9:21
Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, pero su mano todavía está extendida.
Isaías 10:4
Sin mí se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán. Ni con todo esto ha cesado su furor, pero su mano todavía está extendida.
Jeremías 10:25
Derrama tu enojo sobre las gentes que no te conocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre; porque se comieron a Jacob, le devoraron, le han consumido, y han asolado su morada.
Deuteronomio 31:17
Y mi furor se encenderá contra ellos en aquel día; y los abandonaré, y esconderé de ellos mi rostro y serán consumidos; y muchos males y angustias vendrán sobre ellos, y dirán en aquel día: ¿No nos han venido estos males porque no está nuestro Dios en medio de nosotros?
Salmos 129:3-6
Sobre mis espaldas araron los aradores; hicieron largos surcos.
Jeremías 4:8
Por esto vestíos de cilicio, endechad y aullad; porque la ira de Jehová no se ha apartado de nosotros.
Jeremías 35:11
Pero sucedió que cuando Nabucodonosor rey de Babilonia subió a la tierra, dijimos: Venid, y entrémonos en Jerusalén, por miedo al ejército de los caldeos y por miedo al ejército de los de Siria; y en Jerusalén nos quedamos.
Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido