¿No son pocos mis días? Cesa, pues, y déjame, para que me conforte un poco.

El hombre nacido de mujer, corto de días, y harto de sinsabores.

Déjame, y tomaré fuerzas, antes que vaya y perezca.

Y mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza.

Desvanezco; no he de vivir para siempre; déjame, pues mis días son vanidad.

porque nosotros somos de ayer y nada sabemos, pues nuestros días sobre la tierra son como una sombra.

Mis días son más ligeros que un correo; Huyen, y no ven el bien.

Aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror.

He aquí diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti: Ciertamente el hombre, aun en su mejor estado, es completa vanidad. (Selah)

El hombre, como la hierba son sus días, florece como la flor del campo;

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)

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