Próspero estaba, y me desmenuzó; y me arrebató por la cerviz y me despedazó, y me puso por blanco suyo.

Pequé, ¿qué te hago yo, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto como blanco tuyo, de modo que soy una carga para mí mismo?

Y le nacieron siete hijos y tres hijas.

No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; no obstante me vino turbación.

El rugido del león, y la voz del león, y los dientes de los leoncillos son quebrantados.

¿Soy yo el mar, o ballena, para que me pongas guarda?

Porque me ha quebrantado con tempestad, y sin causa ha aumentado mis heridas.

Él le acometerá en la cerviz, en lo grueso de las hombreras de sus escudos:

Cuando su lámpara resplandecía sobre mi cabeza, y por su luz yo caminaba a través de la oscuridad;

Y decía yo: En mi nido moriré, y como arena multiplicaré días.

aunque nos quebrantaste en el lugar de los dragones y nos cubriste con sombra de muerte.

Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebrantó mis huesos.

Torció mis caminos, y me despedazó; me dejó asolado.

Cuando te tomaron con la mano, te quebraste, y les rompiste todo el hombro; y cuando se recostaron sobre ti, te quebraste, y les rompiste sus lomos enteramente.

Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.

que pusieron sus cuellos por mi vida; a los cuales doy gracias, no sólo yo, sino también todas las iglesias de los gentiles.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)

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