Josué 10:19

Y vosotros no os paréis, sino seguid a vuestros enemigos, y heridles la retaguardia, sin dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehová vuestro Dios los ha entregado en vuestra mano.

Josué 10:20

Y aconteció que cuando Josué y los hijos de Israel terminaron de herirlos con gran mortandad, hasta destruirlos, los que quedaron de ellos se metieron en las ciudades fortificadas.

2 Samuel 17:13

Y si se refugiare en alguna ciudad, todos los de Israel traerán sogas a aquella ciudad, y la arrastraremos hasta el arroyo, hasta que no se halle piedra en ella.

2 Samuel 20:6

Y dijo David a Abisai: Seba hijo de Bicri nos hará ahora más mal que Absalón; toma tú a los siervos de tu señor, y ve tras él, no sea que halle para sí ciudades fortificadas y se nos escape.

Salmos 18:37-41

Perseguí a mis enemigos, y los alcancé, y no volví hasta acabarlos.

Isaías 9:14-15

Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un mismo día.

Jeremías 8:14

¿Por qué nos estamos sentados? Congregaos, y entremos en las ciudades fortificadas, y allí reposaremos; porque Jehová nuestro Dios nos ha hecho callar, dándonos a beber bebida de hiel, porque pecamos contra Jehová.

Jeremías 48:10

Maldito el que hiciere engañosamente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere su espada de la sangre.

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Reina Valera Gómez (© 2010)