Josué 5:14

Y Él respondió: No; sino que he venido ahora como Príncipe del ejército de Jehová. Entonces Josué postrándose sobre su rostro en tierra le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?

Génesis 17:3

Entonces Abram cayó sobre su rostro, y Dios habló con él diciendo:

Génesis 17:17

Entonces Abraham cayó sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de dar a luz?

Éxodo 4:10

Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay Señor! yo no soy de palabras elocuentes, ni de antes, ni aun desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.

Éxodo 4:13

Y él dijo: ¡Ay Señor! envía por mano del que has de enviar.

Éxodo 23:20-22

He aquí yo envío el Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Levítico 9:24

Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto y las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y cayeron sobre sus rostros.

Números 16:22

Y ellos se postraron sobre sus rostros, y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne, ¿no es un solo hombre el que pecó? ¿Por qué has de airarte contra toda la congregación?

Números 16:45

Apartaos de en medio de esta congregación, y yo los consumiré en un momento. Y ellos se postraron sobre sus rostros.

1 Samuel 3:9-10

Y dijo Elí a Samuel: Ve, y acuéstate: y si Él te llama, dirás: Habla, Jehová, que tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.

Salmos 110:1

«Salmo de David» Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

Isaías 6:8

Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.

Isaías 55:4

He aquí, que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones.

Daniel 10:13

Mas el príncipe del reino de Persia se puso contra mí veintiún días; y he aquí, Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y yo quedé allí con los reyes de Persia.

Daniel 10:21

Pero yo te declararé lo que está anotado en la Escritura de la verdad. Y ninguno hay que se esfuerce conmigo en estas cosas, sino Miguel vuestro príncipe.

Daniel 12:1

Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente hasta entonces; mas en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.

Mateo 8:2

Y he aquí vino un leproso y le adoraba, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.

Mateo 22:44

Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

Lucas 1:43

¿Y de dónde esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?

Lucas 5:12

Y aconteció que estando en una ciudad, he aquí un hombre lleno de lepra, el cual viendo a Jesús, se postró sobre su rostro, y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.

Lucas 20:42

Pues David mismo dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra;

Juan 20:28

Y Tomás respondió, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!

Hechos 9:6

Y él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

Hechos 10:25-26

Y cuando Pedro entraba, Cornelio salió a recibirle; y postrándose a sus pies, le adoró.

Filipenses 3:8

Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por el cual lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, para ganar a Cristo,

Hebreos 2:10

Porque le era preciso a Aquél por cuya causa son todas las cosas y por quien todas las cosas subsisten, habiendo de llevar a la gloria a muchos hijos, perfeccionar por aflicciones al autor de la salvación de ellos.

Apocalipsis 12:7

Y hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles,

Apocalipsis 19:10-14

Y yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

Apocalipsis 22:8-9

Y yo Juan vi y oí estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)