Mateo 17:6

Y oyendo esto los discípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron en gran manera.

2 Pedro 1:18

Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con Él en el monte santo.

Levítico 9:24

Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto y las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y cayeron sobre sus rostros.

Jueces 13:20

Pues aconteció que cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el Ángel de Jehová subió en la llama del altar a vista de Manoa y de su esposa, los cuales se postraron en tierra sobre sus rostros.

Jueces 13:22

Y dijo Manoa a su esposa: Ciertamente moriremos, porque hemos visto a Dios.

1 Crónicas 21:16

Y alzando David sus ojos, vio al ángel de Jehová, que estaba entre el cielo y la tierra, teniendo una espada desenvainada en su mano, extendida sobre Jerusalén. Entonces David y los ancianos se postraron sobre sus rostros, cubiertos de cilicio.

Ezequiel 3:23

Y me levanté, y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río de Quebar; y caí sobre mi rostro.

Ezequiel 43:3

Y el aspecto de la visión que vi era como aquella visión que vi cuando vine para destruir la ciudad; y las visiones eran como la visión que vi junto al río de Quebar; y caí sobre mi rostro.

Daniel 8:17

Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y caí sobre mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque la visión será para el tiempo del fin.

Daniel 10:7-9

Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo; sino que cayó sobre ellos un gran temor y huyeron a esconderse.

Daniel 10:16-17

Mas he aquí, como una semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca, y hablé, y dije a aquel que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión se revolvieron mis dolores sobre mí, y no me quedó fuerza.

Hechos 22:7

y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Hechos 26:14

Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra los aguijones.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)