Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos atesorares dentro de ti,

Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos;

Oíd, hijos, la instrucción de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura.

Hijo mío, guarda mis razones, y atesora contigo mis mandamientos.

Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón:

Del mandamiento de sus labios nunca me separé; guardé las palabras de su boca más que mi comida.

BET. ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.

para recibir el consejo de sabiduría, justicia, juicio y equidad;

Oye, hijo mío, y recibe mis razones, y se te multiplicarán años de vida.

Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones.

Átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello.

Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo; el cual hallándolo un hombre, lo esconde, y gozoso por ello, va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.

Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y descendió con ellos, y vino a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.

Y si alguno oye mis palabras, y no cree, yo no le juzgo; porque no vine para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.

Dejad que estas palabras penetren en vuestros oídos, porque el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres.

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos; que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido

Reina Valera Gómez (© 2010)

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