Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro.

Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que licor de panales.

Mejor me es la ley de tu boca, que millares de oro y plata.

Bienaventurado el hombre que halló la sabiduría, y que saca a luz la inteligencia;

Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella.

Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; y adquirir inteligencia vale más que la plata.

También el Reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca buenas perlas;

A mí, digo, el más pequeño de todos los santos, es dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el Evangelio de las inescrutables riquezas del Cristo,

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