Salmos 22:2

Dios mío, clamo de día, y no oyes; y de noche, y no puedo estar en silencio.

Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me decían todos los días: ¿Dónde está tu Dios?

Oh SEÑOR, Dios de mi salud, día y noche clamo delante de ti.

¿Y Dios no vengará a sus escogidos, que claman a él día y noche, aunque sea longánime acerca de ellos?

Yo a Dios clamaré; y el SEÑOR me salvará.

SEÑOR, Dios de los ejércitos, ¿Hasta cuándo humearás tú contra la oración de tu pueblo?

Guímel: Aun cuando clamé y di voces, cerró mi oración.

Sámec: Te cubriste de nube, para que no pasara la oración nuestra.

Y dejándolos se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.

Y aconteció en aquellos días, que fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.

Y él se apartó de ellos como a un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,

orando de noche y de día con grande instancia, que veamos vuestro rostro, y que cumplamos lo que falta a vuestra fe?

Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar tengo memoria de ti en mis oraciones noche y día;

Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido