Salmos 39:12
Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor: no calles ante mis lágrimas; porque peregrino soy para contigo, y advenedizo, como todos mis padres.
Hebreos 11:13
Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
1 Pedro 2:11
Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de las concupiscencias carnales que batallan contra el alma;
Génesis 47:9
Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación.
Levítico 25:23
Y la tierra no se venderá para siempre, porque la tierra es mía; pues vosotros peregrinos y extranjeros sois para conmigo.
1 Crónicas 29:15
Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días cual sombra sobre la tierra, y nadie permanece.
Salmos 119:19
Advenedizo soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos.
2 Reyes 20:5
Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.
Salmos 56:8
Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma: ¿No están ellas en tu libro?
2 Samuel 16:12
Quizá mirará Jehová a mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy.
Job 16:20
Mis amigos me escarnecen; mis ojos derramarán lágrimas ante Dios.
Salmos 102:1
«Oración del afligido, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento» Oh Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor.
Salmos 116:3
Me rodearon los dolores de la muerte, me encontraron las angustias del infierno; angustia y dolor había yo hallado.
Salmos 119:54
Cánticos han sido para mí tus estatutos en la casa de mis peregrinaciones.
2 Corintios 5:6
Por tanto vivimos confiados siempre, sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, ausentes estamos del Señor
Hebreos 5:7
El cual en los días de su carne, habiendo ofrecido ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído por su temor reverente.
1 Pedro 1:17
Y si invocáis al Padre, que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
Tesoro del Conocimiento Bíblico no añadido