Porque has librado mi vida de la muerte, ciertamente mis pies de caída, para que ande delante de Dios en la luz de los que viven.

para apartar su alma de la huesa, e iluminarlo con la luz de los vivientes.

Porque has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, y mis pies de resbalar.

Y siendo Abram de edad de noventa y nueve años, el SEÑOR se le apareció, y le dijo: Yo soy el Dios todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto.

El guarda los pies de sus santos, mas los impíos perecen en tinieblas; porque nadie será valiente por su propia fuerza.

Sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen.

Ciertamente Dios rescatará mi vida de la mano del Seol, cuando me tomará. (Selah.)

Te alabaré, oh SEÑOR Dios mío, con todo mi corazón; y glorificaré tu Nombre para siempre.

Cuando yo decía: Mi pie resbala; tu misericordia, oh SEÑOR, me sustentaba.

Sámec Sostiene el SEÑOR a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos.

Venid, oh casa de Jacob, y caminemos a la luz del SEÑOR.

Y dijo: Oh SEÑOR, te ruego te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón; y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos. Y lloró Ezequías con gran lloro.

Y les habló Jesús otra vez, diciendo: YO SOY la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.

Entonces Jesús les dice: Aún por un poco estará la Luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os tomen las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe dónde va.

el cual nos libró, y libra de tanta muerte; en el cual esperamos que aun nos librará;

porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz,

Y esperar a su Hijo de los cielos, al cual resucitó de los muertos: a Jesús, el cual nos libró de la ira que ha de venir.

Y librar a los que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos a servidumbre.

sepa este tal que el que hubiere hecho convertir al pecador del error de su camino, salvará un alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados.

Y la Ciudad no tenía necesidad de sol, ni de luna, para que resplandezcan en ella; porque la claridad de Dios la ha alumbrado, y el Cordero es su lámpara.

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