Padre de huérfanos y defensor de viudas, es Dios en la morada de su santuario;

que hace derecho al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.

Tú has visto; porque tú miras el trabajo, y el enojo, para dar justicia en tus manos; a ti se acoge el pobre, tú eres el amparo del huérfano.

El SEÑOR, el que guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda levanta; y el camino de los impíos trastorna.

Mira desde la morada de tu santidad, desde el cielo, y bendice a tu pueblo Israel, y a la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros padres, tierra que fluye leche y miel.

Yo, pues, he edificado una Casa de morada para ti, y una habitación en que mores para siempre.

Y levantándose los sacerdotes levitas, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo.

Porque libraba al pobre que gritaba, y al huérfano que carecía de ayudador.

Si estorbé el contento de los pobres, e hice desfallecer los ojos de la viuda;

para juzgar al huérfano y al pobre; no volverá más a hacer violencia el hombre de la tierra.

Desde la morada de su asiento miró sobre todos los moradores de la tierra.

El juzgará tu pueblo con justicia, y tus pobres con juicio.

Juzgará los pobres del pueblo, salvará los hijos del menesteroso, y quebrantará al violento.

Haced derecho al pobre y al huérfano; haced justicia al pobre y al menesteroso.

Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no oyen en juicio al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita en eternidad, y cuyo nombre es El Santo, que tengo por morada la altura y la santidad; y con el quebrantado y abatido de espíritu habito, para hacer vivir el espíritu de los abatidos, y para hacer vivir el corazón de los quebrantados.

El SEÑOR dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra, estrado de mis pies; ¿dónde quedará esta Casa que me habréis edificado, y dónde quedará este lugar de mi reposo?

Engordaron y se pusieron lustrosos, y aún sobrepujaron hechos de maldad; no juzgaron la causa, la causa del huérfano; con todo se hicieron prósperos, y la causa de los pobres no juzgaron.

Deja tus huérfanos, yo los criaré; y en mí se confiarán tus viudas.

No nos librará Assur; no subiremos sobre caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia.

diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.

Si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como el profeta dice:

Así que sed imitadores de Dios como hijos amados;

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