Bienaventurado el hombre á quien tú, JAH, castigares, Y en tu ley lo instruyeres;

He aquí, bienaventurado es el hombre á quien Dios castiga: Por tanto no menosprecies la corrección del Todopoderoso.

Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos.

Mas siendo juzgados, somos castigados del Señor, para que no seamos condenados con el mundo.

Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre á su hijo, así Jehová tu Dios te castiga.

Entonces revela al oído de los hombres, Y les señala su consejo;

Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra.

No deseches, hijo mío, el castigo de Jehová; Ni te fatigues de su corrección:

La voz de Jehová clama á la ciudad, y el sabio mirará á tu nombre. Oid la vara, y á quien la establece.

Y estáis ya olvidados de la exhortación que como con hijos habla con vosotros, diciendo: Hijo mío, no menosprecies el castigo del Señor, Ni desmayes cuando eres de él reprendido.

Yo reprendo y castigo á todos los que amo: sé pues celoso, y arrepiéntete.

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