'La palabra' en la Biblia
Y respondió el centurión, y dijo: Señor, no soy digno de que entres debajo de mi techado; mas solamente di con la palabra, y mi criado sanará.
Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y echó de ellos los demonios con la palabra, y sanó a todos los enfermos;
Oyendo cualquiera la Palabra del Reino, y no entendiéndola, viene el Malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón; éste es el que fue sembrado junto al camino.
Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y luego la recibe con gozo.
Mas no tiene raíz en sí, antes es temporal; que venida la aflicción o la persecución por la Palabra, luego se ofende.
Y el que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la Palabra; pero la congoja de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan la Palabra, y se hace infructuosa.
Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la Palabra, y el que lleva el fruto; y produce uno a ciento, y otro a sesenta, y otro a treinta por uno.
no necesitará más honrar a su padre o a su madre." Y {así} invalidasteis la palabra de Dios por causa de vuestra tradición.
Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo a Jesús: Señor, bueno es estarnos aquí; si quieres, haré aquí tres enramadas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Tomando Jesús la palabra, les habló otra vez en parábolas, diciendo:
Y luego se juntaron a él muchos, que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la Palabra.
El sembrador es el que siembra la Palabra.
Y éstos son los de junto al camino; en los que la Palabra es sembrada; mas después que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la Palabra que fue sembrada en sus corazones.
Y asimismo éstos son los que son sembrados en pedregales: los que cuando han oído la Palabra, luego la toman con gozo;
pero no tienen raíz en sí, antes son temporales, que levantándose la tribulación o la persecución por causa de la Palabra, luego se escandalizan.
Y éstos son los que son sembrados entre espinas: los que oyen la palabra;
pero los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la Palabra, y es hecha sin fruto.
Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la Palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento.
Y con muchas parábolas como éstas les hablaba la Palabra, conforme a lo que podían oír.
Y tan pronto como Jesús oyó la palabra que fue dicha, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.
invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis; y muchas cosas hacéis semejantes a éstas.
Y retuvieron la palabra en sí, altercando qué sería aquello: Resucitar de los muertos.
Y tomando la palabra, Jesús decía mientras enseñaba en el templo: ¿Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
Y Pilato, tomando de nuevo la palabra, les decía: ¿Qué haré, entonces, con el que llamáis el Rey de los judíos?
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la Palabra con las señales que se seguían. Amén.
tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron por sus ojos, y fueron ministros de la palabra;
Mas ellos no entendieron la palabra que les habló.
durante el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y aconteció, que estando él junto al lago de Genesaret, la multitud se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios.
por lo cual ni aun me tuve por digno de venir a ti; mas di la palabra, y mi siervo será sano.
Es pues ésta la parábola: La simiente es la palabra de Dios.
Y los de junto al camino, éstos son los que oyen; y luego viene el diablo, y quita la palabra de su corazón, para que no se salven creyendo.
Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; mas éstos no tienen raíces; que a tiempo creen, y en el tiempo de la tentación se apartan.
Y la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia.
El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la ejecutan.
Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.
Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
En el principio ya era la Palabra, y aquel que es la Palabra era con el Dios, y la Palabra era Dios.
Aquella Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo.
Y aquella Palabra fue hecha carne, y habitó entre nosotros; (y vimos su gloria,) gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Por tanto, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron que les había dicho esto; y creyeron a la Escritura, y a la palabra que Jesús había dicho.
Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Que me dijo todo lo que he hecho.
Y creyeron muchos más por la palabra de él.
Le dice Jesús: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó a la palabra que Jesús le dijo, y se fue.
Si a aquellos, a quienes vino la palabra de Dios, los llamó dioses (y la Escritura no se puede violar),
Para que se cumpliera la palabra que dijo el profeta Isaías: ¿Señor, quién creerá a nuestro dicho? ¿Y el brazo del Señor, a quién es revelado?
El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.
El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído, no es mía, sino del Padre que me envió.
Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado.
Acordaos de la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Mas para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Que sin causa me aborrecieron.
Mas no ruego solamente por ellos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.
Para que se cumpliera la palabra que había dicho: De los que me diste, ninguno de ellos perdí.
Para que se cumpliera la palabra que Jesús había hablado, dando a entender de qué clase de muerte iba a morir.
Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y fue el número de los varones como cinco mil.
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron la palabra de Dios con confianza.
Así que, los doce convocaron la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, y sirvamos a las mesas.
Y nosotros persistiremos en la oración, y en el ministerio de la palabra.
Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba mucho en Jerusalén; también mucha compañía de los sacerdotes obedecía a la fe.
Mas los que fueron esparcidos, pasaban por la tierra anunciando la Palabra del Evangelio.
Y los apóstoles que estaban en Jerusalén, habiendo oído que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan;
Y ellos, habiendo testificado y hablado la Palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas tierras de los samaritanos anunciaron el Evangelio.
Entonces Pedro tomó la palabra, y dijo: ``Ciertamente {ahora} entiendo que Dios no hace acepción de personas,
"El mensaje (La palabra) que El envió al pueblo de Israel, predicando (anunciando el evangelio) de paz por medio de Jesucristo, que El es Señor de todos.
Vosotros sabéis de la palabra que ha sido hecha por toda Judea; que comenzando desde Galilea, después del bautismo que Juan predicó;
Estando aún hablando Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían la palabra.
Y oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios.
Entonces me acordé de la palabra del Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.
Y los que habían sido esparcidos por causa de la tribulación que sobrevino en tiempo de Esteban, anduvieron hasta Fenicia, y Chipre, y Antioquía, no hablando a nadie la Palabra, sino sólo a los judíos.
Mas la Palabra del Señor crecía y era multiplicada.
Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos; y tenían también a Juan como asistente.
el cual estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la Palabra de Dios.
Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros temen á Dios, á vosotros es enviada la palabra de esta salud.
Y el sábado siguiente se juntó casi toda la ciudad a oír la Palabra de Dios.
Entonces Pablo y Bernabé, usando de libertad, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablara la palabra de Dios; pero como la desecháis, y os juzgáis indignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.
Y los gentiles oyendo esto, se fueron gozosos, y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
Y la palabra del Señor era esparcida por toda aquella provincia.
Con todo eso se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con libertad en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, dando que señales y milagros eran hechos por las manos de ellos.
Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque era el que llevaba la palabra.
Y habiendo predicado la Palabra en Perge, descendieron a Atalia;
Y después de grande contienda, levantándose Pedro, les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyeran por mi boca la Palabra del Evangelio, y creyeran.
Cuando terminaron de hablar, Jacobo (Santiago, hermano de Jesús) tomó la palabra y dijo: ``Escúchenme, hermanos.
Y Pablo y Bernabé se estaban en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el Evangelio con otros muchos.
Y después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos por todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están.
Y pasando a Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la Palabra en Asia.
Y le hablaron la Palabra del Señor, y a todos los que estaban en su casa.
Y fueron éstos más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras, para ver si estas cosas eran así.
Cuando entendieron los judíos de Tesalónica que también en Berea era anunciada la Palabra de Dios por Pablo, fueron allí, y también alborotaron al pueblo.
Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba constreñido por la palabra, testificando á los Judíos que Jesús era el Cristo.
Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios.
Y esto fue por espacio de dos años; de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la Palabra del Señor Jesús.
Así crecía poderosamente la palabra del Señor, y prevalecía.
Y el primero de los sábados, juntos los discípulos a partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de partir al día siguiente; y continuó la palabra hasta la medianoche.
Y ahora también, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la Palabra de su gracia, el cual es poderoso para sobreedificar, y daros heredad con todos los santificados.
doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, que no habían de ver más su rostro. Y le acompañaron al navío.
Mucho en todas maneras. Lo primero ciertamente, que la palabra de Dios les ha sido confiada.
No que la Palabra de Dios haya faltado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas;
Porque la palabra de la promesa es ésta: Como en este tiempo vendré, y tendrá Sara un hijo.
Mas ¿qué dice? Cercana está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe, la cual predicamos:
Luego la fe es por el oír; y el oído, por la palabra de Dios.
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