35 Versículo de la Biblia sobre los deportes
Versículos Más Relevantes
tal es el hombre que daña a su amigo, y dice: Ciertamente lo hice por broma.
Y sucedió que , después que él estuvo allí muchos días, Abimelec, rey de los filisteos, mirando por una ventana, vio a Isaac que jugaba con Rebeca su mujer.
Y aun también el que compete en juegos públicos , no es coronado si no hubiere competido legítimamente.
para presentársela gloriosa para sí mismo , una Iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha.
Hacer abominación es como risa al loco; mas la sabiduría recrea al varón de entendimiento.
Puse además cilicio por mi vestido; y vine a serles por proverbio.
Y todo aquel que lucha, en todo demuestra templanza; y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; mas nosotros, una incorruptible.
Y la casa estaba llena de hombres y mujeres; y todos los príncipes de los filisteos estaban allí; y sobre el techo había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón.
Y aconteció que, yéndose alegrando el corazón de ellos, dijeron: Llamad a Sansón, para que nos haga reir. Y llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de diversión delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas.
que se alegran haciendo mal, que se huelgan en malas perversidades;
¿De quién os habéis burlado? ¿Contra quién ensanchasteis la boca, y alargasteis la lengua? ¿No sois vosotros hijos rebeldes, simiente mentirosa,
Allí andan navíos; allí este leviatán que hiciste para que jugase en él.
Y vio Sara al hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, que se burlaba.
sabiendo primero esto, que en los postrimeros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias,
El que escarnece al pobre, afrenta a su Hacedor; y el que se alegra en la calamidad ajena , no quedará sin castigo.
Y decía Abraham de Sara su mujer: Mi hermana es. Y Abimelec, rey de Gerar, envió y tomó a Sara.
En su secreto no entre mi alma, ni mi honra se junte en su compañía; que en su furor mataron varón, y en su voluntad arrancaron muro.
No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso.
¿Por ventura mudará el negro su pellejo, y el leopardo sus manchas? Así tampoco, podréis vosotros hacer bien, estando enseñados a hacer mal.
Antes corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo.
En esto conoced el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesús, el Cristo, es venido en carne es de Dios;
Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lechos y disoluciones, no en pendencias y envidia;
Ni seáis honradores de ídolos, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a jugar.
Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois;
Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Uzías, el cual era de dieciséis años, y lo pusieron por rey en lugar de Amasías su padre.
Al huerto de los nogales descendí a ver los frutos del valle, y para ver si florecían las vides, si florecían los granados.
Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días que él buscó al SEÑOR, Dios le prosperó.
Y les aparejó Uzías para todo el ejército, escudos, lanzas, almetes, coseletes, arcos, y hondas de tirar piedras.
E hizo en Jerusalén máquinas por industria de ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los baluartes, para arrojar saetas y grandes piedras, y su fama se extendió lejos, porque se ayudó maravillosamente, hasta hacerse fuerte.
el Dios que hace habitar en familia a los solos; que saca a los aprisionados con grillos; mas los rebeldes habitan en sequedad.
Y Dios le dio ayuda contra los filisteos, y contra los árabes que habitaban en Gur-baal, y contra los Meunim.
Edificó también Uzías torres en Jerusalén, junto a la puerta del ángulo, y junto a la puerta del valle, y junto a las esquinas; y las fortificó.
E hizo lo recto en los ojos del SEÑOR, conforme a todas las cosas que había hecho Amasías su padre.
Y cerca de la hora novena, Jesús exclamó con gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?