'Cuello' en la Biblia
Y Esaú corrió a su encuentro, y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron.
Entonces Faraón quitó el anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y le hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello;
Y se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también Benjamín lloró sobre su cuello.
Y José unció su carro y vino a recibir a Israel su padre a Gosén; y se manifestó a él, y se echó sobre su cuello, y lloró mucho tiempo sobre su cuello.
y en medio de él por arriba habrá una abertura, la cual tendrá un borde alrededor de obra de tejedor, como el cuello de un coselete, para que no se rompa.
Con su abertura en medio de él, como el cuello de un coselete, con un borde en derredor de la abertura, para que no se rompiese.
Y ha de traerlos al sacerdote, el cual ofrecerá primero el que es para expiación, y desunirá su cabeza de su cuello, mas no la apartará del todo:
y los ancianos de aquella ciudad traerán la becerra a un valle áspero, que nunca haya sido arado ni sembrado, y cortarán el cuello a la becerra allí en el valle.
por tanto, servirás a tus enemigos que Jehová enviará contra ti, con hambre y con sed y con desnudez, y con escasez de todas las cosas; y Él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte.
Entonces dijo Zeba y Zalmuna: Levántate tú, y mátanos; porque como es el varón, tal es su valentía. Y Gedeón se levantó, y mató a Zeba y a Zalmuna; y tomó los adornos de lunetas que sus camellos traían al cuello.
Y fue el peso de los zarcillos de oro que él pidió, mil setecientos siclos de oro; sin las planchas, y joyeles, y vestiduras de púrpura que portaban los reyes de Madián, y sin los collares que traían sus camellos al cuello.
Con grande fuerza es desfigurada mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica.
¿Diste tú al caballo su fuerza? ¿Vestiste tú su cuello de crines?
porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello.
Misericordia y verdad no se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón;
Y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello.
Átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello.
Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, tu cuello entre los collares.
Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería; mil escudos están colgados de ella, todos escudos de valientes.
Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; has prendido mi corazón con uno de tus ojos, con una gargantilla de tu cuello.
Tu cuello, como torre de marfil; tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; tu nariz, como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.
Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sión se ensoberbecen, y andan con el cuello erguido y ojos coquetos; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies.
y pasando hasta Judá, inundará y seguirá adelante, y llegará hasta el cuello; y extendiendo sus alas, llenará la anchura de tu tierra, oh Emmanuel.
y su aliento, cual torrente que inunda: llegará hasta el cuello, para zarandear a las naciones con criba de destrucción; y el freno estará en las quijadas de los pueblos, haciéndoles errar.
Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suéltate de las ataduras de tu cuello, oh cautiva hija de Sión.
Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.
Jehová me ha dicho así: Hazte coyundas y yugos, y ponlos sobre tu cuello;
Y sucederá, que la nación y el reino que no sirviere a Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, con espada y con hambre y con pestilencia castigaré a la tal gente, dice Jehová, hasta que los acabe yo por su mano.
Mas a las naciones que sometieren su cuello al yugo del rey de Babilonia, y le sirvieren, les dejaré en su tierra, dice Jehová, y la labrarán, y morarán en ella.
Entonces el profeta Hananías quitó el yugo del cuello del profeta Jeremías, y lo quebró,
y habló Hananías en presencia de todo el pueblo, diciendo: Así dice Jehová: De esta manera quebraré el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, del cuello de todas las gentes dentro de dos años. Y se fue Jeremías su camino.
Y después que el profeta Hananías quebró el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:
Porque así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Yugo de hierro puse sobre el cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor rey de Babilonia, y le servirán; y aun también le he dado las bestias del campo.
Y será en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, que yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extraños no lo volverán más a poner en servidumbre,
Y te atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos, y collar a tu cuello.
El rey gritó en alta voz que hiciesen venir astrólogos, caldeos, y adivinos. Habló el rey, y dijo a los sabios de Babilonia: Cualquiera que leyere esta escritura, y me mostrare su interpretación, será vestido de púrpura, y tendrá collar de oro a su cuello; y gobernará como el tercero en el reino.
Yo pues he oído de ti que puedes interpretar sueños y disolver las dudas. Si ahora pudieres leer esta escritura, y mostrarme su interpretación, serás vestido de púrpura, y collar de oro tendrás en tu cuello, y en el reino serás el tercer señor.
Entonces, mandándolo Belsasar, vistieron a Daniel de púrpura, y en su cuello fue puesto un collar de oro, y pregonaron de él que fuese el tercer señor en el reino.
Saliste para salvar a tu pueblo, para salvar con tu ungido. Traspasaste la cabeza de la casa del impío, desnudando el cimiento hasta el cuello (Selah).
Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí; mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le sumergiese en lo profundo del mar.
Mas saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios, y sujetándolo del cuello, le dijo: Págame lo que me debes.
Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase al mar.
Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, su padre lo vio, y fue movido a misericordia; y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
Mejor le fuera si se le atase al cuello una piedra de molino, y se le lanzase en el mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.
Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose sobre el cuello de Pablo, le besaban,