56 casos

'Oí' en la Biblia

Y aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; yo les decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán.

Y dijo al rey: Verdad es lo que en mi tierra de tus hechos y de tu sabiduría;

Se paró un fantasma delante de mis ojos, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, que decía:

De cierto tú dijiste a dos míos, y yo la voz de tus palabras que decían:

Por testimonio en José lo ha constituido, cuando salió por la tierra de Egipto; donde lenguaje que no entendía.

y no la voz de los que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné mi do!

Trilla mía, y fruto de mi era; os he dicho lo que de Jehová de los ejércitos, Dios de Israel.

Porque una voz como de mujer que está de parto, angustia como de primeriza; voz de la hija de Sión que lamenta y extiende sus manos, diciendo: ¡Ay ahora de mí! que mi alma desmaya a causa de los asesinos.

Escuché y ; pero no hablan derecho, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla.

Porque la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, y denunciaremos. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza.

La fama , que de Jehová había sido enviado mensajero a las naciones, diciendo: Juntaos, y venid contra ella, y levantaos a la batalla.

Y el ruido de sus alas cuando andaban, como el estruendo de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como la voz de un ejército. Cuando se paraban, aflojaban sus alas.

Como la apariencia del arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Ésta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y luego que yo la vi, caí sobre mi rostro, y la voz de uno que hablaba.

Entonces el Espíritu me levantó, y detrás de mí una voz de grande estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.

también el ruido de las alas de los seres vivientes que se juntaban la una con la otra, y el ruido de las ruedas delante de ellos, y ruido de grande estruendo.

Y os engrandecisteis contra mí con vuestra boca, y multiplicasteis contra mí vuestras palabras. Yo lo .

Y a uno que me hablaba desde la casa; y el varón estaba junto a mí,

Y a un santo que hablaba; y otro de los santos dijo a aquél que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora que pone el santuario y el ejército para ser hollados?

Pero la voz de sus palabras; y oyendo la voz de sus palabras, estaba yo adormecido sobre mi rostro, y mi rostro en tierra.

Y al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su mano derecha y su mano izquierda al cielo, y juró por Aquél que vive por siempre, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando él acabe de dispersar el poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.

, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia, cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas.

Y una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come.

y caí al suelo, y una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

Y habiendo caído todos nosotros en tierra, una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra los aguijones.

Después de estas cosas miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que , era como de trompeta que hablaba conmigo, diciendo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de ser después de éstas.

Y miré, y la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y el número de ellos era millones de millones,

Y a toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos hay, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, y la honra, y la gloria y el poder, por siempre jamás.

Y vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y a uno de los cuatro seres vivientes, como con voz de trueno, diciendo: Ven y mira.

Y cuando abrió el tercer sello, al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que estaba sentado sobre él tenía una balanza en su mano.

Y una voz en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Una medida de trigo por un denario, y tres medidas de cebada por un denario; y no hagas daño al vino ni al aceite.

Y el número de los sellados; ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.

Y miré, y un ángel volar por medio del cielo, diciendo en alta voz: ¡Ay, ay, ay de los que moran en la tierra! A causa de los otros sonidos de trompeta de los tres ángeles que están por tocar.

Y el sexto ángel tocó la trompeta; y una voz de los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios,

Y cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; y una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

Y la voz que del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas.

Y al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, que eres y que eras, y serás, porque has juzgado así.

Y a otro que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.

Y una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos, y será su Dios.

Y yo Juan vi y estas cosas. Y después que las hube do y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

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