'Paró' en la Biblia
Y se paró una hermana suya a lo lejos, para ver lo que le acontecería.
Y se movieron los hijos de Israel por sus partidas del desierto de Sinaí; y paró la nube en el desierto de Parán.
Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta tanto que la nación se vengó de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de la rectitud? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.
Y vino el SEÑOR, y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, que tu siervo oye.
Y el carro vino al campo de Josué bet-semita, y paró allí porque allí había una gran piedra; y ellos cortaron la madera del carro, y ofrecieron las vacas en holocausto al SEÑOR.
Y se paró, y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué salís a dar batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un varón que venga contra mí.
Y el rey dijo: Pasa, y ponte allí. Y él pasó, y se paró.
Y uno de los criados de Joab se paró junto a él, diciendo: Cualquiera que amare a Joab y a David vaya en pos de Joab.
El entonces se paró en medio de la heredad de tierra, y la defendió, e hirió a los filisteos; y el SEÑOR hizo una gran salvación.
Y alzando el manto de Elías que se le había caído, volvió, y se paró a la orilla del Jordán.
Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta.
Y vino Naamán con su caballería y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.
Y se paró Rabsaces, y clamó a gran voz en judaico, y habló, diciendo: Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria.
Se paró un fantasma delante de mis ojos, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, oí que decía:
Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, paró la alegría del arpa.
Y se paró Rabsaces, y gritó a gran voz en lengua judaica, diciendo: Oíd las palabras del gran rey, el rey de Asiria.
Y volvió Jeremías de Tofet, adonde le envió el SEÑOR a profetizar, y se paró en el atrio de la Casa del SEÑOR, y dijo a todo el pueblo.
Me comió, me desmenuzó Nabucodonosor rey de Babilonia; me paró como vaso vacío; me tragó como dragón, llenó su vientre de mis delicadezas, y me echó.
Y aconteció que, cuando mandó al varón vestido de lienzos, diciendo: Toma fuego de entre las ruedas, de entre los querubines, él entró, y se paró entre las ruedas.
Y la gloria del SEÑOR se salió de sobre el umbral de la Casa, y paró sobre los querubines.
Y la gloria del SEÑOR se fue de en medio de la ciudad, y paró sobre el monte que está al oriente de la ciudad.
Porque el rey de Babilonia se paró en una encrucijada, al principio de dos caminos, para tomar adivinación; acicaló saetas, consultó en ídolos, miró el hígado.
Se paró, y midió la tierra: miró, e hizo salir los gentiles; y los montes antiguos fueron desmenuzados, los collados antiguos; los caminos del mundo se humillaron a él.
Y descendió con ellos, y se paró en un lugar llano, en compañía de sus discípulos, y una grande multitud de pueblo de toda Judea y de Jerusalén, y de la costa de Tiro y de Sidón, que habían venido a oírle, y para ser sanados de sus enfermedades;
el cual nos contó cómo había visto un ángel en su casa, que se paró, y le dijo: Envía a Jope, y haz venir a un Simón que tiene por sobrenombre Pedro;
Y otro ángel vino, y se paró delante del altar, teniendo un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso de las oraciones de todos los santos para que los pusiera sobre el altar de oro, el cual está delante del trono.
Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las echó en tierra. Y el dragón se paró delante de la mujer que estaba de parto, a fin de devorar a su hijo cuando hubiera nacido.