'Allí' en la Biblia
Por aquel tiempo Pedro se puso de pie en medio de los hermanos (un grupo como de ciento veinte personas estaba reunido allí), y dijo:
{estaban allí} el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje de los sumos sacerdotes.
Entonces él salió de la tierra de los caldeos y se radicó en Harán. Y de allí, después de la muerte de su padre, {Dios} lo trasladó a esta tierra en la cual ahora vosotros habitáis.
Y Jacob descendió a Egipto, y {allí} murió él y {también} nuestros padres.
Y {de allí} fueron trasladados a Siquem, y puestos en el sepulcro que por una suma de dinero había comprado Abraham a los hijos de Hamor en Siquem.
Pero cuando los hermanos {lo} supieron, lo llevaron a Cesarea, y {de allí} lo enviaron a Tarso.
Allí encontró a un hombre llamado Eneas, que había estado postrado en cama por ocho años, porque estaba paralítico.
Como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, al oír que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, rogándo{le:} No tardes en venir a nosotros.
y llamando, preguntaron si allí se hospedaba Simón, el que también se llamaba Pedro.
Y Herodes, después de buscarlo y no encontrar{lo,} interrogó a los guardias y ordenó que los llevaran {para ejecutarlos}. Después descendió de Judea a Cesarea, y se quedó allí por un tiempo.
Ellos, pues, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia y de allí se embarcaron para Chipre.
Con todo, se detuvieron {allí} mucho tiempo hablando valientemente {confiados} en el Señor que confirmaba la palabra de su gracia, concediendo que se hicieran señales y prodigios por medio de sus manos.
y allí continuaron anunciando el evangelio.
y de allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido.
Y después de pasar {allí} algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos {para volver} a aquellos que los habían enviado.
Llegó también a Derbe y a Listra. Y estaba allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego,
y de allí a Filipos, que es una ciudad principal de la provincia de Macedonia, una colonia {romana}; en esta ciudad nos quedamos por varios días.
Entonces los hermanos inmediatamente enviaron a Pablo para que fuera hasta el mar; pero Silas y Timoteo se quedaron allí.
(Pues todos los atenienses y los extranjeros de visita allí, no pasaban el tiempo en otra cosa sino en decir o en oír algo nuevo.)
Y partiendo de allí, se fue a la casa de un {hombre} llamado Ticio Justo, que adoraba a Dios, cuya casa estaba junto a la sinagoga.
Y se quedó {allí} un año y seis meses, enseñando la palabra de Dios entre ellos.
Llegaron a Efeso y los dejó allí. Y entrando él a la sinagoga, discutía con los judíos.
Y después de pasar {allí} algún tiempo, salió, recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, fortaleciendo a todos los discípulos.
Pasadas estas cosas, Pablo decidió en el espíritu ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, debo visitar también Roma.
Pasó {allí} tres meses, y habiéndose tramado una conjura en su contra de parte de los judíos cuando estaba por embarcarse para Siria, tomó la decisión de regresar por Macedonia.
Nos embarcamos en Filipos después de los días de los panes sin levadura, y en cinco días llegamos adonde ellos {estaban} en Troas; y allí nos quedamos siete días.
Entonces nosotros, adelantándonos a {tomar} la nave, zarpamos para Asón, con el propósito de recoger allí a Pablo, pues así lo había decidido, deseando ir por tierra {hasta Asón.}
Y zarpando de allí, al día siguiente llegamos frente a Quío; y al otro {día} atracamos en Samos; habiendo hecho escala en Trogilio, al {día} siguiente llegamos a Mileto.
Después de separarnos de ellos, zarpamos y fuimos con rumbo directo a Cos, al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara;
Cuando avistamos Chipre, dejándola a la izquierda, navegamos hacia Siria, y desembarcamos en Tiro porque la nave debía dejar su cargamento allí.
Después de hallar a los discípulos, nos quedamos allí siete días, y ellos le decían a Pablo, por el Espíritu, que no fuera a Jerusalén.
Y deteniéndonos allí varios días, descendió de Judea cierto profeta llamado Agabo,
Al escuchar esto, tanto nosotros como los que vivían allí le rogábamos que no subiera a Jerusalén.
Y yo dije: `` ¿Qué debo hacer, Señor?" Y el Señor me dijo: ``Levántate y entra a Damasco; y allí se te dirá todo lo que se ha ordenado que hagas."
Y uno llamado Ananías, hombre piadoso según las normas de la ley, {y} de quien daban buen testimonio todos los judíos que vivían allí,
``Y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, allí estaba también yo dando mi aprobación, y cuidando los mantos de los que lo estaban matando."
Cuando lo estiraron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba allí: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haberle hecho juicio?
Los que estaban allí observando, dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias?
haciendo lo cual me encontraron en el templo, después de haberme purificado, no con multitud ni con alboroto. Pero {estaban allí} ciertos judíos de Asia,
Como estuvieron allí muchos días, Festo presentó el caso de Pablo ante el rey, diciendo: Hay un hombre que Félix dejó preso,
De allí partimos y navegamos al abrigo de {la isla de} Chipre, porque los vientos eran contrarios.
Allí el centurión halló una nave alejandrina que iba para Italia, y nos embarcó en ella.
Y como el puerto no era adecuado para invernar, la mayoría tomó la decisión de hacerse a la mar desde allí, por si les era posible arribar a Fenice, un puerto de Creta que mira hacia el nordeste y el sudeste, y pasar el invierno {allí.}
Y cerca de allí había unas tierras que pertenecían al hombre principal de la isla, que se llamaba Publio, el cual nos recibió y nos hospedó con toda amabilidad por tres días.
Cuando llegamos a Siracusa, nos quedamos allí por tres días.
Y zarpando de allí, seguimos {la costa} hasta llegar a Regio. Y al día siguiente se levantó un viento del sur, y en dos días llegamos a Puteoli.
Allí encontramos {algunos} hermanos, que nos invitaron a permanecer con ellos por siete días. Y así llegamos a Roma.