'Damasco' en la Biblia
Y se esparció contra ellos de noche, él y sus siervos, y los hirió, y los fue siguiendo hasta Hobah, que está a la izquierda de Damasco.
Y vinieron los sirios de Damasco a dar ayuda a Hadad-ezer rey de Soba; y David hirió de los sirios a veintidós mil hombres.
Puso luego David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos de David, sujetos a tributo. Y Jehová guardó a David por dondequiera que él fue.
Y había juntado gente contra él, y se había hecho capitán de una compañía, cuando David deshizo a los de Soba. Después se fueron a Damasco, y habitaron allí y le hicieron rey en Damasco.
Entonces tomando Asa toda la plata y oro que había quedado en los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, los entregó en las manos de sus siervos, y los envió el rey Asa a Benadad, hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, el cual residía en Damasco, diciendo:
Y le dijo Jehová: Ve, vuelve por tu camino, por el desierto de Damasco: y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria;
Y le dijo Benadad: Las ciudades que mi padre tomó al tuyo, yo las restituiré; y haz plazas en Damasco para ti, como mi padre las hizo en Samaria. Y yo, dijo Acab, te dejaré partir con este pacto. Hizo, pues, pacto con él, y le dejó ir.
Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.
Eliseo se fue luego a Damasco, y Benadad rey de Siria estaba enfermo, al cual dieron aviso, diciendo: El varón de Dios ha venido aquí.
Tomó pues Hazael en su mano un presente de todos los bienes de Damasco, cuarenta camellos cargados, y lo salió a recibir: y llegó, y se puso delante de él, y dijo: Tu hijo Benadad, rey de Siria, me ha enviado a ti, diciendo: ¿He de sanar de esta enfermedad?
Y lo demás de los hechos de Jeroboam, y todas las cosas que hizo, y su valentía, y todas las guerras que hizo, y cómo recobró para Israel a Damasco y a Hamat, que habían pertenecido a Judá, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
Y le atendió el rey de Asiria; pues el rey de Asiria subió contra Damasco y la tomó, y llevó cautivos a sus moradores a Kir, y mató a Rezín.
Y el rey Acaz fue a Damasco a encontrar a Tiglat-pileser, rey de Asiria; y cuando vio el rey Acaz el altar que estaba en Damasco; envió al sacerdote Urías el diseño y la descripción del altar, conforme a toda su hechura.
Y Urías el sacerdote edificó el altar; conforme a todo lo que el rey Acaz había enviado de Damasco, así lo hizo el sacerdote Urías, entre tanto que el rey Acaz venía de Damasco.
Y cuando el rey volvió de Damasco, el rey vio el altar, y se acercó el rey al altar, y ofreció holocausto en él;
Y viniendo los sirios de Damasco en ayuda de Hadad-ezer rey de Soba, David hirió de los sirios veintidós mil hombres.
Y puso David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos de David, trayéndole presentes: porque Jehová daba victoria a David dondequiera que iba.
Entonces sacó Asa la plata y el oro de los tesoros de la casa de Jehová y de la casa real, y envió a Benadad rey de Siria, que estaba en Damasco, diciendo:
Y sucedió que a la vuelta del año subió contra él el ejército de Siria; y vinieron a Judá y a Jerusalén, y destruyeron en el pueblo a todos los principales de él, y enviaron todo el despojo al rey a Damasco.
Por lo cual Jehová su Dios lo entregó en manos del rey de los sirios, los cuales le derrotaron, y se llevaron cautiva una gran multitud que llevaron a Damasco. Fue también entregado en manos del rey de Israel, el cual lo batió con gran mortandad.
Porque ofreció sacrificio a los dioses de Damasco que le habían derrotado, y dijo: Pues que los dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo también sacrificaré a ellos para que me ayuden; bien que fueron éstos su ruina, y la de todo Israel.
Tu cuello, como torre de marfil; tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; tu nariz, como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.
Porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezín; y dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser pueblo.
Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y madre mía, será quitada la fuerza de Damasco y los despojos de Samaria, en la presencia del rey de Asiria.
¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco?
Carga de Damasco. He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y será un montón de ruinas.
Y cesará el socorro de Efraín, y el reino de Damasco; y el remanente de Siria, será como la gloria de los hijos de Israel, dice Jehová de los ejércitos.
Acerca de Damasco. Se confundió Hamat, y Arfad, porque oyeron malas nuevas: se derritieron en aguas de desmayo, no pueden sosegarse.
Se desmayó Damasco, se volvió para huir, y le tomó temblor: angustia y dolores le tomaron, como de mujer que está de parto.
Y haré encender fuego en el muro de Damasco, y consumirá las casas de Benadad.
Damasco, era tu mercader por la multitud de tus productos, por la abundancia de toda riqueza, con vino de Helbón y lana blanca.
Hamat, Berota, Sibrahim, que está entre el término de Damasco y el término de Hamat; Hazar-haticón, que es el término de Haurán.
Y será el término del norte desde el mar de Hazar-enán al término de Damasco al norte, y al término de Hamat al lado del norte.
Al lado del oriente, por medio de Haurán y de Damasco, y de Galaad, y de la tierra de Israel, al Jordán; esto mediréis de término hasta el mar del oriente.
Y éstos son los nombres de las tribus: Desde el extremo norte por la vía de Hetlón viniendo a Hamat, Hazar-enán, al término de Damasco, al norte, al término de Hamat; tendrá Dan una porción, desde el lado oriental hasta el occidental.
Así dice Jehová: Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque trillaron a Galaad con trillos de hierro.
Y quebraré la barra de Damasco, y cortaré a los moradores del valle de Avén, y al que empuña el cetro de Bet-edén; y el pueblo de Aram será trasportado a Kir, dice Jehová.
Por tanto, os haré trasportar más allá de Damasco, ha dicho Jehová, cuyo nombre es Dios de los ejércitos.
Carga de la palabra de Jehová contra la tierra de Hadrac, y de Damasco, su reposo; cuando los ojos de los hombres y de todas las tribus de Israel se vuelvan a Jehová.
y pidió de él cartas para las sinagogas de Damasco, para que si hallase algunos de este Camino, ya fuesen hombres o mujeres, los trajese presos a Jerusalén.
Y yendo él por el camino, al acercarse a Damasco, súbitamente le cercó un resplandor de luz del cielo;
Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole de la mano, lo trajeron a Damasco.
Y había un discípulo en Damasco llamado Ananías, al cual el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Éste, es el Cristo.
Entonces Bernabé, tomándole, le trajo a los apóstoles, y les contó cómo había visto al Señor en el camino, y que Él le había hablado, y cómo en Damasco había predicado con denuedo en el nombre de Jesús.
como también el sumo sacerdote me es testigo, y todos los ancianos; de los cuales también recibí cartas para con los hermanos; e iba a Damasco para traer presos a Jerusalén a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.
Y aconteció que cuando hacía mi jornada, y llegaba cerca de Damasco, como a mediodía, repentinamente resplandeció del cielo una gran luz que me rodeó;
Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.
Y como yo no podía ver a causa de la gloria de aquella luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, vine a Damasco.
Y ocupado en ello, yendo a Damasco con autoridad y comisión de los príncipes de los sacerdotes,
sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.
En Damasco, el gobernador bajo el rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme;
ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.