'Estaba' en la Biblia
En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
En el mundo estaba, y el mundo por Él fue hecho, pero el mundo no le conoció.
Estas cosas acontecieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.
Y al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
Y estaba cerca la pascua de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, he aquí Él bautiza, y todos vienen a Él.
y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo; y era como la hora sexta.
Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo.
Éste, cuando oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, vino a Él y le rogó que descendiese y sanase a su hijo, porque estaba a punto de morir.
Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
Cuando Jesús le vio postrado, y entendió que hacía mucho tiempo que estaba enfermo, le dijo: ¿Quieres ser sano?
Y el que había sido sanado no sabía quién fuese; porque Jesús se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar.
Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos.
El día siguiente, cuando la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había otra barca sino aquella en la que habían entrado sus discípulos, y que Jesús no había entrado con sus discípulos en la barca, sino que sus discípulos se habían ido solos.
Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, ellos también entraron en unas barcas y vinieron a Capernaúm, buscando a Jesús.
¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?
Y estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos.
Y oyéndolo ellos, redargüidos por su conciencia, salieron uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.
(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con ungüento, y enjugó sus pies con sus cabellos.)
Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó aún dos días en el mismo lugar donde estaba.
Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que él estaba en el sepulcro.
Y Betania estaba cerca de Jerusalén como a quince estadios.
Porque Jesús aún no había llegado a la aldea, sino que estaba en aquel lugar donde Marta le había encontrado.
Y cuando María llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Y la pascua de los judíos estaba cerca; y muchos de aquella tierra subieron a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse.
Y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos habían dado orden, que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.
Entonces Jesús, seis días antes de la pascua, vino a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, a quien había resucitado de los muertos.
Entonces mucha gente de los judíos supieron que Él estaba allí; y vinieron no solamente por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.
Y la gente que estaba con Él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos, daba testimonio.
Y la multitud que estaba presente, y había oído, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.
Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado en el pecho de Jesús.
Pero os he dicho esto, para que cuando llegue la hora, os acordéis que yo os lo había dicho; pero esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.
Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste yo los guardé; y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliese.
Le respondieron: A Jesús de Nazaret. Jesús les dijo: Yo soy. Y Judas, el que le entregaba, también estaba con ellos.
Mas Pedro estaba fuera, a la puerta. Entonces salió aquel discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la criada que guardaba la puerta, y metió dentro a Pedro.
Y los siervos y los alguaciles que habían encendido unas brasas, porque hacía frío, estaban de pie y se calentaban; y Pedro también estaba con ellos de pie, calentándose.
Y cuando Él hubo dicho esto, uno de los alguaciles que estaba allí, dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote?
Y estaba Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú también uno de sus discípulos? Él negó, y dijo: No soy.
Y muchos de los judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y estaba escrito en hebreo, y en griego, y en latín.
Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien Él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, para que la Escritura se cumpliese, dijo: Tengo sed.
Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y puesta sobre un hisopo, se la acercaron a la boca.
Allí, pues, pusieron a Jesús, por causa del día de la preparación de los judíos, porque aquel sepulcro estaba cerca.
Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y llorando se inclinó y miró dentro del sepulcro;
Y habiendo dicho esto, volteó hacia atrás, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
Entonces aquel discípulo, a quien Jesús amaba, dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Y cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó su ropa (porque estaba desnudo), y se echó al mar.