'Las' en la Biblia
Huyó Adoni-bezec, pero lo persiguieron, lo prendieron y le cortaron los pulgares de las manos y de los pies.
Después descendieron los hijos de Judá a pelear contra los cananeos que vivían en la región montañosa, en el Neguev y en las tierras bajas.
Y ella le dijo: Dame una bendición, ya que me has dado la tierra del Neguev, dame también fuentes de agua. Y Caleb le dio las fuentes de arriba y las fuentes de abajo.
Y los descendientes del ceneo, suegro de Moisés, subieron de la ciudad de las palmeras con los hijos de Judá, al desierto de Judá que está al sur de Arad; y fueron y habitaron con el pueblo.
tampoco yo volveré a expulsar de delante de ellos a ninguna de las naciones que Josué dejó cuando murió,
Así pues, el SEÑOR permitió que aquellas naciones se quedaran {allí,} sin expulsarlas enseguida, y no las entregó en manos de Josué.
Y estas son las naciones que el SEÑOR dejó para probar con ellas a Israel, {es decir,} a los que no habían experimentado ninguna de las guerras de Canaán
({esto fue} sólo para que las generaciones de los hijos de Israel conocieran la guerra, aquellos que antes no la habían experimentado):
Y los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos del SEÑOR, y olvidaron al SEÑOR su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera.
Y {Eglón} reunió consigo a los hijos de Amón y de Amalec; y fue y derrotó a Israel, y se apoderaron de la ciudad de las palmeras.
Entonces salió Aod al corredor, cerró tras sí las puertas de la sala de la terraza y {les} pasó el cerrojo.
Después de haber salido, vinieron los siervos y miraron, y he aquí, las puertas de la sala de la terraza tenían pasado el cerrojo, y dijeron: Sin duda está haciendo su necesidad en la sala de verano.
Y esperaron hasta sentir inquietud, pues he aquí que él no abría las puertas de la sala de la terraza. Entonces tomaron la llave y las abrieron, y he aquí, su señor caído en el suelo, muerto.
Pero Jael, mujer de Heber, tomó una estaca de la tienda y tomando en la mano un martillo, se le acercó silenciosamente y le clavó la estaca en las sienes, la cual penetró en la tierra, pues él estaba profundamente dormido y agotado, y murió.
SEÑOR, cuando saliste de Seir, cuando marchaste del campo de Edom, la tierra tembló, también cayeron gotas del cielo, y las nubes destilaron agua.
Escogieron nuevos dioses; entonces la guerra {estaba} a las puertas. No se veía escudo ni lanza entre cuarenta mil en Israel.
Al sonido de los que dividen las {manadas} entre los abrevaderos, allí repetirán los actos de justicia del SEÑOR, los actos de justicia para con sus campesinos en Israel. Entonces el pueblo del SEÑOR descendió a las puertas.
Los príncipes de Isacar {estaban} con Débora; como Isacar, así {también} Barac; al valle se apresuraron pisándole los talones; entre las divisiones de Rubén {había} grandes resoluciones de corazón.
¿Por qué te sentaste entre los rediles, escuchando los toques de flauta para los rebaños? Entre las divisiones de Rubén {había} gran escudriñamiento de corazón.
Galaad se quedó al otro lado del Jordán. ¿Y por qué se quedó Dan en {las} naves? Aser se sentó a la orilla del mar, y se quedó junto a sus puertos.
Zabulón {era} pueblo que despreció su vida {hasta} la muerte. Y también Neftalí, en las alturas del campo.
Vinieron los reyes {y} pelearon; pelearon entonces los reyes de Canaán en Taanac, cerca de las aguas de Meguido; no tomaron despojos de plata.
Desde los cielos las estrellas pelearon, desde sus órbitas pelearon contra Sísara.
Bendita entre las mujeres es Jael, mujer de Heber ceneo; bendita sea entre las mujeres de la tienda.
Miraba por la ventana y se lamentaba la madre de Sísara, por las celosías: `` ¿Por qué se tarda en venir su carro? ¿Por qué se retrasa el trotar de sus carros?"
Y el poder de Madián prevaleció sobre Israel. Por causa de los madianitas, los hijos de Israel se hicieron escondites en las montañas y en las cavernas y en los lugares fortificados.
Y {los trescientos hombres} tomaron en sus manos las provisiones del pueblo y sus trompetas. Y {Gedeón} envió a todos los {demás} hombres de Israel, cada uno a su tienda, pero retuvo a los trescientos hombres. El campamento de Madián le quedaba abajo en el valle.
Y dividió los trescientos hombres en tres compañías, y puso trompetas y cántaros vacíos en las manos de todos ellos, con antorchas dentro de los cántaros.
Y les dijo: Miradme, y haced lo mismo que yo. Y he aquí, cuando yo llegue a las afueras del campamento, como yo haga, así haréis vosotros.
Cuando yo y todos los que estén conmigo toquemos la trompeta, entonces también vosotros tocaréis las trompetas alrededor de todo el campamento, y decid: ``Por el SEÑOR y por Gedeón."
Y llegó Gedeón con los cien hombres que estaban con él a las afueras del campamento, al principio de la guardia de media{noche,} cuando apenas habían apostado la guardia; tocaron las trompetas y rompieron los cántaros que tenían en las manos.
Cuando las tres compañías tocaron las trompetas, rompieron los cántaros, y sosteniendo las antorchas en la mano izquierda y las trompetas en la mano derecha para tocarlas, gritaron: ¡La espada del SEÑOR y de Gedeón!
Cuando tocaron las trescientas trompetas, el SEÑOR puso la espada del uno contra el otro por todo el campamento; y el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, hasta la orilla de Abel-mehola, junto a Tabat.
Y capturaron a los dos jefes de Madián, Oreb y Zeeb; mataron a Oreb en la peña de Oreb y mataron a Zeeb en el lagar de Zeeb, cuando perseguían a Madián. Y trajeron a Gedeón las cabezas de Oreb y Zeeb del otro lado del Jordán.
Y los jefes de Sucot dijeron: ¿Están ya las manos de Zeba y Zalmuna en tu poder, para que demos pan a tu ejército?
Y fue a los hombres de Sucot y dijo: He aquí a Zeba y a Zalmuna, acerca de los cuales me injuriasteis, diciendo: `` ¿Están ya las manos de Zeba y Zalmuna en tu mano para que demos pan a tus hombres que están fatigados?"
Y le dieron setenta {piezas} de plata de la casa de Baal-berit, con las cuales Abimelec tomó a sueldo hombres indignos y temerarios que lo siguieron.
para que viniera la violencia hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y recayera la sangre de ellos sobre su hermano Abimelec que los mató, y sobre los habitantes de Siquem que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos.
Y los habitantes de Siquem pusieron emboscadas contra él en las cumbres de los montes y robaban a todos los que pasaban cerca de ellos por el camino; y se lo hicieron saber a Abimelec.
Y salieron al campo y vendimiaron sus viñedos, pisaron las uvas e hicieron fiesta; y entrando a la casa de su dios, comieron y bebieron y maldijeron a Abimelec.
Y cuando Zebul, gobernante de la ciudad, oyó las palabras de Gaal, hijo de Ebed, se encendió en ira.
Al ver Gaal a la gente, dijo a Zebul: Mira, viene gente bajando de las cumbres de los montes. Pero Zebul le dijo: Estás viendo la sombra de los montes como {si fueran} hombres.
Entonces Abimelec y la compañía que {estaba} con él se lanzaron con ímpetu y se situaron a la entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías se lanzaron contra todos los que {estaban} en el campo y los mataron.
Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama y siguió a Abimelec, y {las} pusieron sobre la fortaleza; prendieron fuego a la fortaleza sobre los que estaban {adentro,} y murieron también todos los de la torre de Siquem, como mil hombres y mujeres.
``Mientras Israel habitaba en Hesbón y sus pueblos, y en Aroer y sus aldeas, y en todas las ciudades que están a orillas del Arnón, trescientos años, ¿por qué no las recuperaste durante ese tiempo?
sucederá que cualquiera que salga de las puertas de mi casa a recibirme cuando yo vuelva en paz de los hijos de Amón, será del SEÑOR, o lo ofreceré como holocausto.
que de año en año las hijas de Israel fueran cuatro días en el año a conmemorar a la hija de Jefté galaadita.
Jefté juzgó a Israel seis años. Y murió Jefté galaadita, y fue sepultado en {una de} las ciudades de Galaad.
Y tuvo treinta hijos y treinta hijas, {a éstas las} casó fuera {de la familia,} y trajo de afuera treinta hijas para sus hijos. Y juzgó a Israel siete años.
Y Sansón descendió a Timnat y vio allí a una mujer de las hijas de los filisteos.
Cuando regresó, se lo contó a su padre y a su madre, diciendo: Vi en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos; ahora pues, tomádmela por mujer.
Le respondieron su padre y su madre: ¿No hay mujer entre las hijas de tus parientes o entre todo nuestro pueblo, para que vayas a tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Pero Sansón dijo a su padre: Tómala para mí, porque ella me agrada.
Entonces el Espíritu del SEÑOR vino sobre él con gran poder, y descendió a Ascalón y mató a treinta de ellos y tomando sus despojos, dio las mudas {de ropa} a los que habían declarado el enigma. Y ardiendo en ira, subió a la casa de su padre.
Y Sansón fue y capturó trescientas zorras, tomó antorchas, juntó {las zorras} cola con cola y puso una antorcha en medio de cada dos colas.
Después de prender fuego a las antorchas, soltó las zorras en los sembrados de los filisteos, quemando la mies recogida, la mies en pie, y además las viñas {y} los olivares.
Al llegar él a Lehi, los filisteos salieron a su encuentro gritando. Y el Espíritu del SEÑOR vino sobre él con poder, y las sogas que estaban en sus brazos fueron como lino quemado con fuego y las ataduras cayeron de sus manos.
Pero Sansón permaneció acostado hasta la medianoche, y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con los dos postes, las arrancó junto con las trancas; entonces se las echó sobre los hombros y las llevó hasta la cumbre del monte que está frente a Hebrón.
Y tenía ella {hombres} al acecho en un aposento interior. Entonces le dijo: ¡Sansón, los filisteos se te echan encima! Pero él rompió las cuerdas como se rompe un hilo de estopa cuando toca el fuego. Y no se descubrió {el secreto de} su fuerza.
Dalila tomó sogas nuevas, lo ató con ellas, y le dijo: ¡Sansón, los filisteos se te echan encima! Pues los {hombres} estaban al acecho en el aposento interior. Pero él rompió las sogas de sus brazos como un hilo.
Y mientras él dormía Dalila tomó las siete trenzas de su cabellera y las tejió con la tela, y {la} aseguró con la clavija, y le dijo: ¡Sansón, los filisteos se te echan encima! Pero él despertó de su sueño y arrancó la clavija del telar y la tela.
Y ella lo hizo dormir sobre sus rodillas, y mandó llamar a un hombre que le rasuró las siete trenzas de su cabellera. Luego ella comenzó a afligirlo y su fuerza lo dejó.
Ella entonces dijo: ¡Sansón, los filisteos se te echan encima! Y él despertó de su sueño, y dijo: Saldré como las otras veces y escaparé. Pero no sabía que el SEÑOR se había apartado de él.
Y sucedió que cuando estaban alegres, dijeron: Llamad a Sansón para que nos divierta. Llamaron, pues, a Sansón de la cárcel, y él los divertía. Y lo pusieron de pie entre las columnas.
Entonces Sansón dijo al muchacho que lo tenía de la mano: Déjame palpar las columnas sobre las que el edificio descansa, para apoyarme en ellas.
Y Sansón asió las dos columnas del medio sobre las que el edificio descansaba y se apoyó contra ellas, con su mano derecha sobre una y con su mano izquierda sobre la otra.
Y él dijo a su madre: Las mil cien {piezas} de plata que te quitaron, acerca de las cuales proferiste una maldición a mis oídos, he aquí, la plata está en mi poder; yo la tomé. Y su madre dijo: Bendito sea mi hijo por el SEÑOR.
Entonces él devolvió las mil cien {piezas} de plata a su madre, y su madre dijo: Yo de corazón dedico la plata de mi mano al SEÑOR por mi hijo, para hacer una imagen tallada y una de fundición; ahora, por tanto, yo te las devuelvo.
Cuando él devolvió la plata a su madre, su madre tomó doscientas {piezas} de plata y se las dio al platero que las convirtió en una imagen tallada y una de fundición, y quedaron en casa de Micaía.
En aquellos días no había rey en Israel. Y por aquel tiempo la tribu de los danitas buscaba para sí una heredad donde habitar, porque hasta entonces ésta no se le había asignado como posesión entre las tribus de Israel.
Cuando se alejaron de la casa de Micaía, los hombres que {estaban} en las casas cerca de la casa de Micaía, se juntaron y alcanzaron a los hijos de Dan.
Y los hijos de Dan le dijeron: Que no se oiga tu voz entre nosotros, no sea que caigan sobre ti hombres fieros y pierdas tu vida y las vidas de {los de} tu casa.
Aquí está mi hija virgen y la concubina de él. Permitidme que las saque para que abuséis de ellas y hagáis con ellas lo que queráis, pero no cometáis semejante infamia contra este hombre.
Al levantarse su señor por la mañana, abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino, y he aquí que su concubina estaba tendida a la entrada de la casa, con sus manos en el umbral.
Y los jefes de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, tomaron su puesto en la asamblea del pueblo de Dios, cuatrocientos mil soldados de a pie que sacaban espada.
tomaremos diez hombres de cada cien por todas las tribus de Israel, y cien de cada mil, y mil de cada diez mil para proveer víveres para el pueblo, para que cuando vayan a Guibeá de Benjamín {los} castiguen por toda la infamia que han cometido en Israel.
Entonces las tribus de Israel enviaron hombres por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué es esta infamia que se ha cometido entre vosotros?
Y de las ciudades fueron contados en aquel día, de los hijos de Benjamín, veintiséis mil hombres que sacaban espada, además de los habitantes de Guibeá que fueron contados, setecientos hombres escogidos.
Los hijos de Israel subieron contra los hijos de Benjamín al tercer día, y se pusieron en orden de batalla contra Guibeá como las otras veces.
Y salieron los hijos de Benjamín contra el pueblo, siendo alejados de la ciudad; y comenzaron como las otras veces a herir y a matar a algunos del pueblo por los caminos, uno de los cuales sube a Betel y el otro a Guibeá, en campo abierto; {mataron a} unos treinta hombres de Israel.
Y los hijos de Benjamín vieron que estaban derrotados. Cuando los hombres de Israel cedieron terreno a Benjamín porque confiaban en las emboscadas que habían puesto contra Guibeá,
Por tanto, volvieron la espalda ante los hombres de Israel en dirección al desierto, pero la batalla los alcanzó, y los que salían de las ciudades los destruían en medio de ellos.
Entonces los hombres de Israel se volvieron contra los hijos de Benjamín y los hirieron a filo de espada, a toda la ciudad, así como el ganado y todo lo que encontraron; también prendieron fuego a todas las ciudades que hallaron.
Después los hijos de Israel dijeron: ¿Quién de entre todas las tribus de Israel no subió a la asamblea del SEÑOR? Porque habían hecho gran juramento en cuanto a todo aquel que no subiera al SEÑOR en Mizpa, diciendo: Ciertamente se le dará muerte.
Y dijeron: ¿Cuál de las tribus de Israel no subió al SEÑOR en Mizpa? Y he aquí que ninguno de Jabes-galaad había venido al campamento, a la asamblea.
La congregación envió a doce mil de los hombres de guerra allá, y les mandaron diciendo: Id y herid a los habitantes de Jabes-galaad a filo de espada, con las mujeres y los niños.
Y hallaron entre los habitantes de Jabes-galaad a cuatrocientas doncellas que no se habían acostado con varón; y las llevaron al campamento en Silo, que está en la tierra de Canaán.
Volvieron entonces {los} de Benjamín, y les dieron las mujeres que habían guardado vivas de {entre} las mujeres de Jabes-galaad; mas no había suficientes para todos.
Y el pueblo tuvo tristeza por Benjamín, porque el SEÑOR había abierto una brecha en las tribus de Israel.
Entonces los ancianos de la congregación dijeron: ¿Qué haremos para {conseguir} mujeres para los que quedan, ya que las mujeres de Benjamín fueron destruidas?
Y mandaron a los hijos de Benjamín, diciendo: Id, y emboscaos en las viñas,
y velad; y he aquí, si las hijas de Silo salen a tomar parte en las danzas, entonces saldréis de las viñas y tomaréis cada uno una mujer de las hijas de Silo, y volved a la tierra de Benjamín.
Y sucederá que cuando sus padres o sus hermanos vengan a quejarse a nosotros, les diremos: Dádnoslas voluntariamente, porque no pudimos tomar en batalla una mujer para cada hombre {de Benjamín,} tampoco vosotros {se} las disteis, {pues} entonces seríais culpables.
Lo hicieron así los hijos de Benjamín, y tomaron mujeres conforme a su número de entre las que danzaban, de las cuales se apoderaron. Y se fueron y volvieron a su heredad, y reedificaron las ciudades y habitaron en ellas.