'Pero' en la Biblia
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, mas son sinagoga de Satanás.
Pero tengo unas pocas cosas contra ti; que tú tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, el cual enseñaba a Balac a poner tropiezo delante de los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.
Pero tengo unas pocas cosas contra ti; porque permites a esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñar y seducir a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.
Pero a vosotros digo, y a los demás en Tiatira, a cuantos no tienen esta doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás. No pondré sobre vosotros otra carga.
Pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.
Pero aun tienes unas pocas personas en Sardis que no han contaminado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son dignas.
Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, y no la hallarán; y desearán morir, pero la muerte huirá de ellos.
Pero en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios será consumado, como Él lo anunció a sus siervos los profetas.
Y fui al ángel, y le dije: Dame el librito; y él me dijo: Toma, y cómetelo; y te amargará tu vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.
Pero el patio que está fuera del templo, déjalo aparte, y no lo midas, porque es dado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.
pero no prevalecieron, ni fue hallado ya el lugar de ellos en el cielo.
Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca, y sorbió el río que el dragón había echado de su boca.
Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón.
Y oí una voz del cielo que me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, porque descansan de sus trabajos; pero sus obras con ellos continúan.
Pero los temerosos e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras, y todos los mentirosos, tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.