'Uno' en la Biblia
que vino Hanani, uno de mis hermanos, él y ciertos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén.
Desde la puerta de los Caballos restauraron los sacerdotes, cada uno enfrente de su casa.
Y sucedió que cuando oyeron nuestros enemigos que nos habíamos enterado, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su obra.
Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.
También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado se quede dentro de Jerusalén, para que de noche nos sirvan de centinelas, y de día en la obra.
Y ni yo, ni mis hermanos, ni mis mozos, ni la gente de guardia que me seguía, desnudamos nuestra ropa; cada uno se desnudaba solamente para lavarse.
Entonces lo medité, y reprendí a los nobles y a los magistrados, y les dije: ¿Tomáis cada uno usura de vuestros hermanos? Y convoqué contra ellos una gran asamblea.
y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y aun ellos presentes, cierren las puertas, y atrancad. Y señalé guardas de los moradores de Jerusalén, cada cual en su guardia, y cada uno delante de su casa.
Éstos son los hijos de la provincia que subieron de la cautividad, de la transmigración que hizo pasar Nabucodonosor rey de Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá cada uno a su ciudad;
Salió, pues, el pueblo, y trajeron, y se hicieron cabañas, cada uno sobre su terrado, y en sus patios, y en los patios de la casa de Dios, y en la plaza de la puerta de las Aguas, y en la plaza de la puerta de Efraín.
Y los príncipes del pueblo habitaron en Jerusalén; mas el resto del pueblo echó suertes para traer uno de diez que morase en Jerusalén, ciudad santa, y las nueve partes en las otras ciudades.
Y éstos son los principales de la provincia que moraron en Jerusalén; mas en las ciudades de Judá habitaron cada uno en su posesión en sus ciudades, de Israel, de los sacerdotes, y levitas, y sirvientes del templo, y de los hijos de los siervos de Salomón.
Y el resto de Israel, de los sacerdotes, de los levitas, en todas las ciudades de Judá, cada uno en su heredad.
Hice luego subir a los príncipes de Judá sobre el muro, y puse dos coros grandes que daban gracias; el uno a la mano derecha sobre el muro hacia la puerta del Muladar.
Entendí asimismo que las porciones de los levitas no les habían sido dadas; y que los levitas y cantores que hacían el servicio se habían huido cada uno a su heredad.
Y uno de los hijos de Joiada, hijo de Eliasib el sumo sacerdote era yerno de Sanbalat horonita; por tanto lo ahuyenté de mí.
Los limpié, pues, de todo extranjero, y puse a los sacerdotes y levitas por sus clases, a cada uno en su obra;