'Viendo' en la Biblia
viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, se tomaron mujeres, escogiendo entre todas.
Y viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero.
Y viendo Lea que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa su sierva, y la dio a Jacob por esposa.
Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no le podían hablar pacíficamente.
y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y salió huyendo afuera.
Y viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñaba que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza;
Y aconteció que vaciando ellos sus sacos, he aquí que en el saco de cada uno estaba el atado de su dinero, y viendo ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor.
Y ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y viendo él los carros que José enviaba para llevarlo, el espíritu de Jacob su padre revivió.
Y viendo los moradores de la tierra, los cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron: Llanto grande es éste de los egipcios; por eso fue llamado su nombre Abelmizraim, que está al otro lado del Jordán.
Y viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos.
Y miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio, y lo escondió en la arena.
Y salió al día siguiente, y viendo a dos hebreos que reñían, dijo al que hacía la injuria: ¿Por qué hieres a tu prójimo?
Y viendo Jehová que iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.
Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.
Y viendo Faraón que la lluvia había cesado y el granizo y los truenos, perseveró en pecar, y endureció su corazón, él y sus siervos.
Y viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?
Mas viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercó entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.
Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta a Jehová.
Y viendo Moisés que el pueblo estaba desnudo, porque Aarón lo había desnudado para vergüenza entre sus enemigos,
Y viendo el asna al Ángel de Jehová, se pegó a la pared, y apretó contra la pared el pie de Balaam: y él volvió a azotarla.
Y viendo el asna al Ángel de Jehová, se echó debajo de Balaam; y se enojó Balaam, y golpeó al asna con un palo.
Y viendo a Amalec, tomó su parábola, y dijo: Amalec, cabeza de naciones; mas su postrimería perecerá para siempre.
Y viendo al cineo, tomó su parábola, y dijo: Fuerte es tu habitación, pon en la roca tu nido:
Y los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían una muy grande muchedumbre de ganado; los cuales viendo la tierra de Jazer y de Galaad, les pareció el país lugar de ganado.
No sea que alzando tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas incitado, y te inclines a ellos, y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos.
Josué y todo Israel, viendo que los de la emboscada habían tomado la ciudad, y que el humo de la ciudad subía, volvieron, e hirieron a los de Hai.
Y salido él, vinieron sus siervos, los cuales viendo las puertas de la sala cerradas, dijeron: Sin duda él cubre sus pies en la sala de verano.
Y viendo Gedeón que era el Ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová, que he visto al Ángel de Jehová cara a cara.
Viendo, pues, que no me defendíais, puse mi vida en la palma de mi mano, y pasé contra los hijos de Amón, y Jehová los entregó en mi mano. ¿Por qué, pues, habéis subido hoy contra mí para pelear conmigo?
Y viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los príncipes de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los príncipes de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero.
Y yéndose los hijos de Dan su camino, y viendo Micaía que eran más fuertes que él, se volvió y regresó a su casa.
Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.
Y viendo esto los de Asdod, dijeron: No quede con nosotros el arca del Dios de Israel, porque su mano es dura sobre nosotros, y sobre nuestro dios Dagón.
Lo cual viendo los cinco príncipes de los filisteos, se volvieron a Ecrón el mismo día.
Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, le tenía temor.
Pero Saúl, viendo y considerando que Jehová estaba con David, y que su hija Mical lo amaba,
Y dijo Aquís a sus siervos: He aquí estáis viendo un hombre demente; ¿por qué lo habéis traído a mí?
Y viendo David que Saúl había salido en busca de su vida, David se estaba en el bosque, en el desierto de Zif.
Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo: ¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl.
Y viendo su escudero que Saúl estaba muerto, él también se echó sobre su espada, y murió con él.
Y los de Israel que estaban al otro lado del valle, y al otro lado del Jordán, viendo que Israel había huido, y que Saúl y sus hijos estaban muertos, dejaron las ciudades y huyeron; y los filisteos vinieron y habitaron en ellas.
Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, enviaron los hijos de Amón y tomaron a sueldo a los sirios de la casa de Rehob, y a los sirios de Soba, veinte mil hombres de a pie; y del rey de Maaca mil hombres, y de Istob doce mil hombres.
Viendo, pues, Joab que había escuadrones delante y detrás de él, entresacó de todos los escogidos de Israel, y se puso en orden de batalla contra los sirios.
Entonces los hijos de Amón, viendo que los sirios habían huido, huyeron también ellos delante de Abisai, y entraron en la ciudad. Y volvió Joab de los hijos de Amón, y vino a Jerusalén.
Mas viendo los sirios que habían caído delante de Israel, se volvieron a reunir.
Viendo, pues, todos los reyes que asistían a Hadad-ezer que habían sido derrotados delante de Israel, hicieron paz con Israel y le sirvieron; y de allí en adelante temieron los sirios de socorrer a los hijos de Amón.
Mas David viendo a sus siervos hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto.
Y Ahitofel, viendo que no se había puesto por obra su consejo, enalbardó su asno, y se levantó, y se fue a su casa en su ciudad; y después de disponer acerca de su casa, se ahorcó y murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre.
Y Amasa yacía revolcado en su sangre en mitad del camino; y viendo aquel hombre que todo el pueblo se detenía, apartó a Amasa del camino al campo, y echó sobre él una vestidura, porque veía que todos los que venían se detenían junto a él.
Y el varón Jeroboam era valiente y esforzado; y viendo Salomón al joven que era hombre activo, le encomendó todo el cargo de la casa de José.
Viendo pues el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que es en Judá, y dejó allí su criado.
Viendo entonces los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, se apartaron de él.
Y viendo esto Ocozías rey de Judá, huyó por el camino de la casa del huerto. Y lo siguió Jehú, diciendo: Herid también a éste en el carro. Y le hirieron a la subida de Gur, junto a Ibleam. Y él huyó a Meguido, y murió allí.
Y Atalía madre de Ocozías, viendo que su hijo era muerto, se levantó, y destruyó toda la simiente real.
Y se volvió Josías, y viendo los sepulcros que estaban allí en el monte, envió y sacó los huesos de los sepulcros, y los quemó sobre el altar para contaminarlo, conforme a la palabra de Jehová que había profetizado el varón de Dios, el cual había anunciado estas cosas.
Y viendo todos los de Israel que habitaban en el valle, que habían huido, y que Saúl y sus hijos eran muertos, dejaron sus ciudades y huyeron, y vinieron los filisteos y habitaron en ellas.
Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de Amón enviaron mil talentos de plata, para tomar a sueldo carros y gente de a caballo de Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba.
Y viendo Joab que la batalla estaba contra él por el frente y por la retaguardia, escogió de los más aventajados que había en Israel, y ordenó su escuadrón contra los sirios.
Y los hijos de Amón, viendo que los sirios habían huido, huyeron también ellos delante de Abisai su hermano, y entraron en la ciudad. Entonces Joab se volvió a Jerusalén.
Y viendo los sirios que habían caído delante de Israel, enviaron embajadores, y trajeron a los sirios que estaban al otro lado del río, cuyo capitán era Sofac, general del ejército de Hadad-ezer.
Y viendo los sirios de Hadad-ezer que habían caído delante de Israel, concertaron paz con David, y fueron sus siervos; y nunca más quiso el sirio ayudar a los hijos de Amón.
Y viendo la reina de Seba la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
Y viendo todo Israel que el rey no les había oído, respondió el pueblo al rey, diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros con David? No tenemos herencia en el hijo de Isaí. ¡Israel, cada uno a sus tiendas! ¡David, mira ahora por tu casa! Así se fue todo Israel a sus tiendas.
Y reunió a todo Judá y Benjamín, y con ellos a los extranjeros de Efraín, de Manasés y de Simeón; porque muchos de Israel se habían pasado a él, viendo que Jehová su Dios era con él.
Pues viendo los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, desistieron de acosarle.
Entonces Atalía madre de Ocozías, viendo que su hijo era muerto, se levantó y destruyó toda la simiente real de la casa de Judá.
Viendo, pues, Ezequías que Senaquerib había venido, y que se había propuesto combatir a Jerusalén,
Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió su ira.
Porque tuve envidia de los insensatos, viendo la prosperidad de los impíos.
He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla; y la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que pelean contra ella, a causa de la espada, y del hambre y de la pestilencia; lo que tú habías dicho, ha sucedido, y he aquí tú lo estás viendo.
Y viendo ella que había esperado mucho tiempo, y que se perdía su esperanza, tomó otro de sus cachorros, y lo puso por leoncillo.