E hizo el altar del holocausto de madera de cedro: su longitud de cinco codos, y su anchura de otros cinco codos, cuadrado, y de tres codos de altura.

Harás también altar de madera de cedro de cinco codos de longitud, y de cinco codos de anchura; será cuadrado el altar, y su altura de tres codos.

Después pondrás el altar del holocausto delante de la puerta del tabernáculo, del tabernáculo del testimonio.

Y colocó el altar del holocausto a la puerta del tabernáculo, del tabernáculo del testimonio; y ofreció sobre él holocausto y presente; como el SEÑOR había mandado a Moisés.

Hizo además un altar de bronce de veinte codos de longitud, y veinte codos de anchura, y diez codos de altura.

Y éstas son las medidas del altar en codos (el codo de a codo y palmo). El aro del medio, de un codo, y de un codo el ancho; y su remate por su borde alrededor, de un palmo. Este será el fondo alto del altar.

Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.

Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne, y por el pecado, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado condenó al pecado en la carne;

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto.

Por tanto, hermanos, santos, participantes de la vocación celestial, considerad al Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús,

¿cuánto más la sangre del Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios viviente?

Jesús el Cristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.

Tenemos un altar, del cual no tienen facultad de comer los que sirven al Tabernáculo.

vosotros también, como piedras vivas, son edificados una casa espiritual, y un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesús el Cristo.

Y la ciudad está situada y puesta cuadrangular, y su largura es tanta como su anchura. Y él midió la Ciudad con la caña de oro, doce mil estadios; y la largura y la altura y la anchura de ella son iguales.

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