'Mi' en la Biblia
Volveos á mi reprensión: He aquí yo os derramaré mi espíritu, Y os haré saber mis palabras.
Por cuanto llamé, y no quisisteis: Extendí mi mano, y no hubo quien escuchase;
Antes desechasteis todo consejo mío, Y mi reprensión no quisisteis:
Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensión mía:
HIJO mío, no te olvides de mi ley; Y tu corazón guarde mis mandamientos:
Porque os doy buena enseñanza; No desamparéis mi ley.
Porque yo fuí hijo de mi padre, Delicado y único delante de mi madre.
Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;
HIJO mío, está atento á mi sabiduría, Y á mi inteligencia inclina tu oído;
Ahora pues, hijos, oidme, Y no os apartéis de las razones de mi boca.
Y digas: Cómo aborrecí el consejo, Y mi corazón menospreció la reprensión;
Y no oí la voz de los que me adoctrinaban, Y á los que me enseñaban no incliné mi oído!
Guarda mis mandamientos, y vivirás; Y mi ley como las niñas de tus ojos.
Di á la sabiduría: Tú eres mi hermana; Y á la inteligencia llama parienta:
Porque mirando yo por la ventana de mi casa, Por mi celosía,
Con paramentos he ataviado mi cama, Recamados con cordoncillo de Egipto.
He sahumado mi cámara Con mirra, áloes, y cinamomo.
Ahora pues, hijos, oidme, Y estad atentos á las razones de mi boca.
Oh hombres, á vosotros clamo; Y mi voz es á los hijos de los hombres.
Porque mi boca hablará verdad, Y la impiedad abominan mis labios.
En justicia son todas las razones de mi boca; No hay en ellas cosa perversa ni torcida.
Recibid mi enseñanza, y no plata; Y ciencia antes que el oro escogido.
Por mí reinan los reyes, Y los príncipes determinan justicia.
Por mí dominan los príncipes, Y todos los gobernadores juzgan la tierra.
Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; Y mi rédito mejor que la plata escogida.
Mas el que peca contra mí, defrauda su alma: Todos los que me aborrecen, aman la muerte.
Porque por mí se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán.
¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, Limpio estoy de mi pecado?
Inclina tu oído, y oye las palabras de los sabios, Y pon tu corazón á mi sabiduría:
Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, También á mí se me alegrará el corazón;
Y yo miré, y púse lo en mi corazón: Vi lo, y tomé consejo.
Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me deshonrare.
Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan que he menester;
No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? O no sea que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.
¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos?
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