6 Versículo de la Biblia sobre La ansiedad, la causa
Versículos Más Relevantes
Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y partió el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos cuadrillas; y dijo: Si viniere Esaú a una cuadrilla y la hiriere, la otra cuadrilla escapará.Leer más.
Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, el SEÑOR, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu natural, y yo te haré bien. No soy digno de todas las misericordias, y de toda la verdad que has mostrado a tu siervo; que con mi bordón pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos cuadrillas. Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; que por ventura no venga, y me hiera, la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y pondré tu simiente como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud.
Y David estaba sentado entre las dos puertas; y el atalaya había ido al terrado de sobre la puerta en el muro, y alzando sus ojos, miró, y vio a uno que corría solo. El atalaya dio luego voces, y lo hizo saber al rey. Y el rey dijo: Si es solo, buenas nuevas trae. En tanto que él venía acercándose, vio el atalaya otro que corría; y dio voces el atalaya al portero, diciendo: He aquí un hombre que corre solo. Y el rey dijo: Este también trae noticias.Leer más.
Y el atalaya volvió a decir: Me parece el correr del primero como el correr de Ahimaas hijo de Sadoc. Y respondió el rey: Ese es hombre de bien, y viene con buena nueva. Entonces Ahimaas dijo en alta voz al rey: Paz. Y se inclinó a tierra delante del rey, y dijo: Bendito sea el SEÑOR Dios tuyo, que ha entregado a aquellos hombres que habían levantado sus manos contra mi señor el rey. Y el rey dijo: ¿El joven Absalón tiene paz? Y Ahimaas respondió: Yo vi un grande alboroto cuando Joab envió al siervo del rey y a mí tu siervo; mas no sé qué era. Y el rey dijo: Pasa, y ponte allí. Y él pasó, y se paró. Y luego vino Cusi, y dijo: Reciba nueva mi señor el rey, que hoy el SEÑOR ha defendido tu causa de la mano de todos los que se habían levantado contra ti. El rey entonces dijo a Cusi: ¿El joven Absalón tiene paz? Y Cusi respondió: Como aquel joven sean los enemigos de mi señor el rey, y todos los que se levantan contra ti para mal. Entonces el rey se turbó, y subió a la sala de la puerta, y lloró; y yendo, decía así: ¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar tuyo, Absalón, hijo mío, hijo mío!
Cuando supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, y se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por en medio de la ciudad clamando con grande y amargo clamor. Y vino hasta delante de la puerta del rey; porque no era lícito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio. Y en cada provincia donde el mandamiento del rey y su ley llegaba, tenían los judíos grande luto, ayuno, lloro, y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos.Leer más.
Y vinieron las doncellas de Ester y sus eunucos, y se lo dijeron; y la reina tuvo gran dolor, y envió vestidos para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio de sobre él; mas él no los recibió. Entonces Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos del rey, que él había puesto al servicio de ella, y lo mandó a Mardoqueo, para saber qué era aquello, y por qué. Salió, pues, Hatac a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad que estaba delante de la puerta del rey. Y Mardoqueo le declaró todo lo que le había acontecido, y le dio noticia de la plata que Amán había dicho que pesaría para los tesoros del rey por razón de los judíos, para destruirlos. Le dio también la copia de la escritura del decreto que había sido dado en Susa para que fueran destruidos, a fin de que la mostrara a Ester y se lo declarare, y le encargara que fuera al rey a suplicarle, y a pedir delante de él por su pueblo. Y vino Hatac, y contó a Ester las palabra de Mardoqueo. Entonces Ester dijo a Hatac, y le mandó decir a Mardoqueo: Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey saben, que todo varón o mujer que entra al rey al patio de adentro sin ser llamado, por una sola ley ha de morir; salvo aquel a quien el rey extendiere la vara de oro, el cual vivirá; y yo no he sido llamada para entrar al rey estos treinta días. Y dijeron a Mardoqueo las palabras de Ester. Entonces dijo Mardoqueo que respondieran a Ester: No pienses en tu alma, que escaparás en la casa del rey más que todos los judíos. Porque si absolutamente callares en este tiempo, respiro y liberación tendrán los judíos de otra parte; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino? Y Ester dijo que respondieran a Mardoqueo: Ve, y junta a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche ni día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca. Entonces se fue Mardoqueo, e hizo conforme a todo lo que le mandó Ester.
Y cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor.
Vino pues Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había hecho el vino del agua. Y había en Capernaum uno del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Este, cuando oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, fue a él, y le rogaba que descendiera, y sanara a su hijo, porque se comenzaba a morir. Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y milagros no creeréis.Leer más.
El del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi niño muera.
Cuando vine a Troas por el Evangelio del Cristo, aunque me fue abierta puerta en el Señor, no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a Tito, mi hermano; y así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.