'Yo' en la Biblia
- 1.Gé 1:29-Gé 30:28
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- 3.Éx 3:12-Éx 30:6
- 4.Éx 30:36-Levítico 25:55
- 5.Levítico 26:1-Deuteronomio 1:39
- 6.Deuteronomio 1:42-Deuteronomio 31:29
- 7.Deuteronomio 32:3-Jueces 15:7
- 8.Jueces 15:11-1 Samuel 18:17
- 9.1 Samuel 18:18-2 Samuel 13:10
- 10.2 Samuel 13:13-1 Reyes 9:4
- 11.1 Reyes 9:5-2 Reyes 6:29
- 12.2 Reyes 7:12-2 Crónicas 29:10
- 13.2 Crónicas 32:13-Job 13:14
- 14.Job 13:18-Salmos 5:7
- 15.Salmos 6:2-Salmos 77:11
- 16.Salmos 81:5-Proverbios 20:9
- 17.Proverbios 20:22-Isaías 41:8
- 18.Isaías 41:9-Isaías 57:15
- 19.Isaías 57:16-Jeremías 17:10
- 20.Jeremías 17:16-Jeremías 33:14
- 21.Jeremías 33:25-Ezequiel 6:3
- 22.Ezequiel 6:7-Ezequiel 20:31
- 23.Ezequiel 20:33-Ezequiel 33:20
- 24.Ezequiel 33:27-Daniel 7:2
- 25.Daniel 7:4-Amós 7:2
- 26.Amós 7:8-Malaquías 1:10
- 27.Malaquías 1:14-Marcos 8:27
- 28.Marcos 8:29-Juan 5:34
- 29.Juan 5:36-Juan 14:11
- 30.Juan 14:12-Hechos 18:21
- 31.Hechos 20:22-1 Corintios 10:33
- 32.1 Corintios 11:1-Filemón 1:19
- 33.Filemón 1:20-Apocalipsis 22:18
La primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta tanto que sus alas fueron arrancadas, y fue quitada de la tierra; y se puso enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre.
Después de esto yo miraba, y he aquí otra, semejante a un tigre, y tenía cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dada potestad.
Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible, y en gran manera fuerte; la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies; y era muy diferente de todas las bestias que habían sido antes de ella, y tenía diez cuernos.
Estando yo contemplando los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño subía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí, en este cuerno había ojos como ojos de hombre, y una boca que hablaba grandezas.
Yo entonces miraba a causa de la voz de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta tanto que mataron a la bestia, y su cuerpo fue deshecho, y entregado para ser quemado en el fuego.
Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad, é hiciéronle llegar delante de él.
Mi espíritu fue turbado, yo Daniel, en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me asombraron.
Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía,
Hasta aquí fué el fin de la plática. Yo Daniel, mucho me turbaron mis pensamientos, y mi rostro se me mudó: mas guardé en mi corazón el negocio.
Vi en visión, (y aconteció cuando la vi, que yo estaba en Susa, que es cabecera del reino en la provincia de Persia;) así que vi en aquella visión, estando junto al río Ulai,
Y estando yo considerando, he aquí un macho cabrío venía de la parte del poniente sobre la faz de toda la tierra, el cual no tocaba la tierra; y tenía aquel macho cabrío un cuerno notable entre sus ojos.
Y vino hasta el carnero que tenía los dos cuernos, al cual había yo visto que estaba delante del río, y corrió contra él con la ira de su fortaleza.
Y acaeció que estando yo Daniel considerando la visión, y buscando su entendimiento, he aquí, como una semejanza de hombre se puso delante de mí.
Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y caí sobre mi rostro; y él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque al tiempo señalado se cumplirá la visión.
Mientras él hablaba conmigo, caí en un sueño profundo con mi rostro en tierra; él me tocó y me hizo incorporar donde yo estaba.
Y dijo: He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir en el fin de la ira, porque al tiempo señalado se cumplirá.
Y yo Daniel fui quebrantado, y estuve enfermo algunos días; y cuando convalecí, hice el negocio del rey; mas estaba espantado acerca de la visión, y no había quien la entendiera.
en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años, del cual habló el SEÑOR al profeta Jeremías, que había de concluir la asolación de Jerusalén en setenta años.
Aún estaba yo hablando, orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y presentando mi súplica delante del Señor mi Dios por el santo monte de mi Dios,
todavía estaba yo hablando en oración, cuando Gabriel, el hombre a quien había visto en la visión al principio, se me acercó, estando yo muy cansado, como a la hora de la ofrenda de la tarde.
Al principio de tus ruegos salió la palabra, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres varón de deseos. Entiende, pues, la palabra, y entiende la visión.
En aquellos días yo, Daniel, me contristé tres semanas de días.
Y a los veinticuatro días del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel;
Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los varones que estaban conmigo; sino que cayó sobre ellos gran temor, y huyeron, y se escondieron.
Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó en mí esfuerzo; antes mi fuerza se me trocó en desmayo, sin retener vigor alguno.
Empero oí la voz de sus palabras: y oyendo la voz de sus palabras, estaba yo adormecido sobre mi rostro, y mi rostro en tierra.
Y me dijo: Daniel, varón de deseos, está atento a las palabras que yo te hablaré, y levántate sobre tus pies; porque yo soy enviado ahora a ti. Y estando hablando conmigo esto, yo estaba temblando.
Y me dijo: Daniel, no temas, porque desde el primer día que diste tu corazón a entender, y a afligir tu alma delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y yo soy venido a causa de tus palabras.
Mas el príncipe del reino de Persia se puso contra mí veintiún días; y he aquí, Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y yo quedé allí con los reyes de Persia.
Yo he venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es aún para muchos días;
y me dijo: Varón de deseos, no temas; paz a ti; ten buen ánimo, y aliéntate. Y hablando él conmigo cobré yo vigor, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
Y dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Porque luego tengo que volver para pelear con el príncipe de Persia; y al salir yo, luego viene el príncipe de Grecia.
Pero yo te declararé lo que está escrito en la escritura de verdad; y ninguno hay que se esfuerce conmigo en estos asuntos, sino Miguel vuestro príncipe.
Y en el año primero de Darío el de Media, yo estuve para animarlo y fortalecerlo.
Y ahora yo te mostraré la verdad. He aquí que aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes riquezas más que todos; y fortificándose con sus riquezas, despertará a todos contra el reino de Grecia.
Y yo, Daniel, miré, y he aquí otros dos que estaban, el uno a este lado a la orilla del río, y el otro al otro lado a la orilla del río.
Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿qué es el cumplimiento de estas cosas?
Y le dijo el SEÑOR: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo visitaré la sangre de Jezreel sobre la casa de Jehú, y haré cesar el reino de la Casa de Israel.
Y acaecerá que en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel.
Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi; porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios.
Pleitead con vuestra madre, pleitead; porque ella no es mi mujer, ni yo su marido; quite, pues, sus fornicaciones de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos;
para que yo no la despoje desnuda, y la haga tornar como el día en que nació, y la ponga como un desierto, y la deje como tierra seca, y la mate de sed.
Por tanto, he aquí yo cerco tu camino con espinas, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos.
Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino, y el aceite, y que les multipliqué la plata y el oro con que hicieron a Baal.
Por tanto yo tornaré, y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez.
Y ahora descubriré yo su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano.
Por tanto he aquí, yo la induciré, y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.
Y será que en aquel tiempo responderé, dice el SEÑOR, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra;
y le dije: Tú estarás para mí muchos días; no fornicarás, ni tomarás otro varón; también estaré yo para ti.
Mi pueblo fue talado, porque le faltó sabiduría. Porque tú desechaste la sabiduría, yo te echaré del sacerdocio; y pues que olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
Conforme a su grandeza así pecaron contra mí; yo pues, también cambiaré su honra en afrenta.
Y matando sacrificios han bajado hasta lo profundo; por tanto, yo seré la corrección de todos ellos.
Yo conozco a Efraín, e Israel no me es desconocido; porque ahora, oh Efraín, has fornicado, y se ha contaminado Israel.
Efraín será una desolación en el día de la reprensión; en las tribus de Israel yo hago saber lo que es cierto.
Yo, pues, seré como polilla a Efraín, y como carcoma a la Casa de Judá.
Porque yo seré como león a Efraín, y como cachorro de león a la Casa de Judá; yo, yo arrebataré, y andaré; tomaré, y no habrá quien escape.
También, Judá, puso en ti una planta, habiendo yo vuelto la cautividad de mi pueblo.
Estando yo curando a Israel, se descubrió la iniquidad de Efraín, y las maldades de Samaria; porque obraron engaño; y viene el ladrón, y el salteador despoja de fuera.
y ellos no consideran en su corazón que yo recuerdo toda su maldad. Ahora les rodean sus hechos, ante mi rostro están.
¡Ay de ellos! Porque se apartaron de mí; destrucción sobre ellos, porque contra mí se rebelaron; yo los rescaté, y ellos hablaron contra mí mentiras.
Y yo los ceñí, esforcé sus brazos, y contra mí pensaron mal.
Ellos reinaron, mas no por mí; hicieron señorío, mas yo no lo supe; de su plata y de su oro hicieron ídolos para sí, para ser talados.
Olvidó, pues, Israel a su Hacedor, y edificó templos, y Judá multiplicó ciudades fuertes: mas yo meteré fuego en sus ciudades, el cual devorará sus palacios.
Y si llegaren a grandes sus hijos, yo los quitaré de entre los hombres, porque ¡ay de ellos también, cuando de ellos me apartare!
Efraín fue herido, su cepa se secó, no hará más fruto; aunque engendren, yo mataré lo deseable de su vientre.
Cuando yo lo desee, los castigaré; y se juntarán pueblos contra ellos cuando sean castigados por su doble iniquidad.
Efraín es becerra domada, amadora del trillar; mas yo pasaré sobre su lozana cerviz; yo haré halar a Efraín; arará Judá, quebrará sus terrones Jacob.
Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
Yo con todo eso guiaba en pies al mismo Efraín, tomándolos de sus brazos; y no conocieron que yo los cuidaba.
¿Cómo tengo de dejarte, oh Efraín? ¿He de entregarte yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, ni ponerte como a Zeboim? Mi corazón se revuelve dentro de mí, se inflama toda mi compasión.
No ejecutaré el furor de mi ira; no volveré a destruir a Efraín. Porque yo soy Dios y no hombre, el Santo en medio de ti, y no vendré con furor.
De Egipto vendrán temblando como aves, y de la tierra de Asiria como palomas, y yo los estableceré en sus casas --declara el SEÑOR.
Y dijo Efraín: Ciertamente yo he enriquecido, he hallado riquezas para mí; nadie hallará en mí iniquidad, ni pecado en todos mis trabajos.
Pero yo soy el SEÑOR tu Dios desde la tierra de Egipto; aún te haré morar en tiendas, como en los días de la fiesta.
Y hablé por los profetas, y yo aumenté las visiones, y por mano de los profetas puse semejanzas.
Mas yo soy el SEÑOR tu Dios desde la tierra de Egipto; por tanto no conocerás Dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí.
Yo te conocí en el desierto, en tierra seca.
Por tanto, yo seré para ellos como león; como tigre en el camino los espiaré.
De la mano del Seol los rescataré, de la muerte los libraré. Oh muerte, yo seré tu mortandad; y seré tu destrucción, oh Seol; arrepentimiento será escondido de mis ojos.
Yo medicaré su rebelión, los amaré de voluntad; porque mi furor se apartó de ellos.
Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano.
Efraín entonces dirá: ¿Qué más tendré ya con los ídolos? Yo lo oiré, y miraré; yo seré a él como la haya verde; de mí será hallado tu fruto.
Y responderá el SEÑOR, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto, y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre los gentiles.
Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy el SEÑOR vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.
Porque he aquí que en aquellos días y en aquel tiempo, cuando yo restaure el bienestar de Judá y Jerusalén,
Y también, ¿qué tengo yo con vosotras, Tiro y Sidón, y todos los términos de Filistea? ¿Queréis vengaros de mí? Y si de mí os vengáis, bien pronto haré yo recaer la paga sobre vuestra cabeza.
He aquí los levantaré yo del lugar donde los vendisteis, y volveré vuestra paga sobre vuestra cabeza.
Y conoceréis que yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que habito en Sion, monte de mi santidad; y será Jerusalén santa, y extraños no pasarán más por ella.
Y yo vengaré su sangre, {que aún} no he vengado, pues el SEÑOR habita en Sion.
Y yo destruí delante de ellos al amorreo, cuya altura era como la altura de los cedros, y fuerte como un alcornoque; y destruí su fruto arriba, y sus raíces abajo.
Y yo os hice a vosotros subir de la tierra de Egipto, y os traje por el desierto cuarenta años, para que poseyerais la tierra del amorreo.
Pues he aquí, yo os apretaré en vuestro lugar, como se aprieta el carro lleno de haces;
Porque el día que yo castigue las transgresiones de Israel, castigaré también los altares de Betel; los cuernos del altar serán cortados y caerán a tierra.
Yo también os di limpieza de dientes en todas vuestras ciudades, y falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os tornasteis a mí, dijo el SEÑOR.
Y también yo os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió; y la parte sobre la cual no llovió, se secó.
Oíd esta palabra, porque yo levanto endecha sobre vosotros, Casa de Israel.
Pues yo sé que muchas son vuestras transgresiones y graves vuestros pecados: oprimís al justo, aceptáis soborno y rechazáis a los pobres en la puerta.
Yo os haré, pues, deportar más allá de Damasco --dice el SEÑOR, cuyo nombre es Dios de los ejércitos.
Pues he aquí, levantaré yo sobre vosotros, oh casa de Israel, dijo el SEÑOR Dios de los ejércitos, gentiles que os oprimirán desde la entrada de Hamat hasta el arroyo del desierto.
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