'Al Señor' en la Biblia
A ti, oh Jehová, clamaré; Y al Señor suplicaré.
Bendecid á Dios en congregaciones: Al Señor, vosotros de la estirpe de Israel.
Reinos de la tierra, cantad á Dios, Cantad al Señor (Selah);
Al Señor busqué en el día de mi angustia: Mi mal corría de noche y no cesaba: Mi alma rehusaba consuelo.
Alabad al Señor de los señores, Porque para siempre es su misericordia.
EN el año que murió el rey Uzzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas henchían el templo.
Por mano de tus siervos denostaste al Señor, y dijiste: Yo con la multitud de mis carros subiré á las alturas de los montes, á las laderas del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus hayas escogidas; vendré después á lo alto de su límite, al monte de su Car
El corazón de ellos clamaba al Señor: Oh muro de la hija de Sión, echa lágrimas como un arroyo día y noche; No descanses, ni cesen las niñas de tus ojos.
Y la cámara que mira hacia el norte es de los sacerdotes que tienen la guarda del altar: estos son los hijos de Sadoc, los cuales son llamados de los hijos de Leví al Señor, para ministrarle.
Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, y cilicio, y ceniza.
VI al Señor que estaba sobre el altar, y dijo: Hiere el umbral, y estremézcanse las puertas: y córtales en piezas la cabeza de todos; y el postrero de ellos mataré á cuchillo: no habrá de ellos quien se fugue, ni quien escape.
Levántate y trilla, hija de Sión, porque tu cuerno tornaré de hierro, y tus uñas de metal, y desmenuzarás muchos pueblos; y consagrarás á Jehová sus robos, y sus riquezas al Señor de toda la tierra.
Jesús le dijo: Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios.
Entonces Jesús le dice: Vete, Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y á él solo servirás.
Además habéis oído que fué dicho á los antiguos: No te perjurarás; mas pagarás al Señor tus juramentos.
Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros á su mies.
Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente.
Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal mandamiento.
Y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?
Y á muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos.
Porque él irá delante de él con el espíritu y virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres á los hijos, y los rebeldes á la prudencia de los justos, para aparejar al Señor un pueblo apercibido.
Entonces María dijo: engrandece mi alma al Señor;
Y como se cumplieron los días de la purificación de ella, conforme á la ley de Moisés, le trajeron á Jerusalem para presentarle al Señor,
(Como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz, será llamado santo al Señor),
Y ésta, sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y hablaba de él á todos los que esperaban la redención en Jerusalem.
Y respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.
Y les decía: La mies á la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros á su mies.
Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y á tu prójimo como á ti mismo.
Y dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy á los pobres; y si en algo he defraudado á alguno, lo vuelvo con el cuatro tanto.
Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob.
(Y María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con ungüento, y limpió sus pies con sus cabellos)
Entonces corrió, y vino á Simón Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba Jesús, y les dice: Han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto.
Fué María Magdalena dando las nuevas á los discípulos de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.
Y como hubo dicho esto, mostróles las manos y el costado. Y los discípulos se gozaron viendo al Señor.
Dijéronle pues los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Y él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí: Porque está á mi diestra, no seré conmovido.
Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, que ninguna cosa de estas que habéis dicho, venga sobre mí.
Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo á los apóstoles, y contóles cómo había visto al Señor en el camino, y que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente en el nombre de Jesús.
Y viéronle todos los que habitaban en Lydda y en Sarona, los cuales se convirtieron al Señor.
Y la mano del Señor era con ellos: y creyendo, gran número se convirtió al Señor.
Porque era varón bueno, y lleno de Espíritu Santo y de fe: y mucha compañía fué agregada al Señor.
Ministrando pues éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme á Bernabé y á Saulo para la obra para la cual los he llamado.
Y habiéndoles constituído ancianos en cada una de las iglesias, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en el cual habían creído.
Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los Gentiles, sobre los cuales es llamado mi nombre, Dice el Señor, que hace todas estas cosas.
Y cuando fué bautizada, y su familia, nos rogó, diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad: y constriñónos.
Y Crispo, él prepósito de la sinagoga, creyó al Señor con toda su casa: y muchos de los Corintios oyendo creían, y eran bautizados.
Sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y tentaciones que me han venido por las asechanzas de los Judíos:
Del cual no tengo cosa cierta que escriba al señor; por lo que le he sacado á vosotros, y mayormente á tí, oh rey Agripa, para que hecha información, tenga yo qué escribir.
Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
En el cuidado no perezosos; ardientes en espíritu; sirviendo al Señor;
Y otra vez: Alabad al Señor todos los Gentiles, Y magnificadle, todos los pueblos.
Porque los tales no sirven al Señor nuestro Jesucristo, sino á sus vientres; y con suaves palabras y bendiciones engañan los corazones de los simples.
La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria:
Y Dios que levantó al Señor, también á nosotros nos levantará con su poder.
Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas que son del Señor, cómo ha de agradar al Señor:
Esto empero digo para vuestro provecho; no para echaros lazo, sino para lo honesto y decente, y para que sin impedimento os lleguéis al Señor.
¿O provocaremos á celo al Señor? ¿Somos más fuertes que él?
El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. Maranatha.
Mas cuando se convirtieren al Señor, el velo se quitará.
Estando ciertos que el que levantó al Señor Jesús, á nosotros también nos levantará por Jesús, y nos pondrá con vosotros.
Mas confiamos, y más quisiéramos partir del cuerpo, y estar presentes al Señor.
Y no como lo esperábamos, mas aun á sí mismos se dieron primeramente al Señor, y á nosotros por la voluntad de Dios.
Por lo cual tres veces he rogado al Señor, que se quite de mí.
Aprobando lo que es agradable al Señor.
Hablando entre vosotros con salmos, y con himnos, y canciones espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;
Las casadas estén sujetas á sus propios maridos, como al Señor.
Sirviendo con buena voluntad, como al Señor, y no á los hombres;
Mas nuestra vivienda es en los cielos; de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él:
La palabra de Cristo habite en vosotros en abundancia en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos los unos á los otros con salmos é himnos y canciones espirituales, con gracia cantando en vuestros corazones al Señor.
Hijos, obedeced á vuestros padres en todo; porque esto agrada al Señor.
Y todo lo que hagáis, hacedlo de ánimo, como al Señor, y no á los hombres;
Sabiendo que del Señor recibiréis la compensación de la herencia: porque al Señor Cristo servís.
Los cuales aun mataron al Señor Jesús y á sus propios profetas, y á nosotros nos han perseguido; y no agradan á Dios, y se oponen á todos los hombres;
Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes á recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
Huye también los deseos juveniles; y sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, con los que invocan al Señor de puro corazón.
Y ninguno eneseñará á su prójimo, Ni ninguno á su hermano, diciendo: Conoce al Señor: Porque todos me conocerán, Desde el menor de ellos hasta el mayor.
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor:
Sino santificad al Señor Dios en vuestros corazones, y estad siempre aparejados para responder con masedumbre y reverencia á cada uno que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros:
PERO hubo también falsos profetas en el pueblo, como habrá entre vosotros falsos doctores, que introducirán encubiertamente herejías de perdición, y negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos perdición acelerada.
DESPUÉS de estas cosas oí una gran voz de gran compañía en el cielo, que decía: Aleluya: Salvación y honra y gloria y potencia al Señor Dios nuestro
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