76 Versículos de la Biblia sobre La defensa, la divina
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No temas, que yo estoy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios, que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti, se avergonzarán y serán confusos; serán como nada; perecerán, los que contienden contigo. Mirarás por ellos, y no los hallarás. Los que tienen contienda contigo, serán como nada; y los que contigo tienen pendencia, como cosa que no es.
He aquí yo envío el Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
El guarda los pies de sus santos, mas los impíos perecen en tinieblas; porque nadie será valiente por su propia fuerza.
¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda; y confían en caballos; y en carros ponen su esperanza, porque son muchos; y en caballeros, porque son valientes; y no miraron al Santo de Israel, ni buscaron al SEÑOR!
En aquel tiempo vino Hanani vidente ante Asa rey de Judá, y le dijo: Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en el SEÑOR tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos. Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y muchísima gente de a caballo? Con todo, porque te apoyaste en el SEÑOR, él los entregó en tus manos. Porque los ojos del SEÑOR contemplan toda la tierra, para corroborar a los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá guerra contra ti.
Y él le dijo: No tengas miedo; porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh SEÑOR, que abras sus ojos para que vea. Entonces el SEÑOR abrió los ojos del joven, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
Ahora he conocido que el SEÑOR ha guardado a su ungido; lo oirá desde los cielos de su santidad con las valentías de la salud de su diestra. Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre del SEÑOR nuestro Dios tendremos memoria. Ellos se arrodillaron, y cayeron; mas nosotros nos levantamos, y nos enhestamos.
Zain El ángel del SEÑOR acampa en derredor de los que le temen, y los defiende.
Por tanto, el SEÑOR dice así del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella escudo, ni será echado contra ella baluarte. Por el camino que vino se volverá, y no entrará en esta ciudad, dice el SEÑOR. Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí, y por amor de David mi siervo.
Tet Mejor es lo poco del justo, que las muchas riquezas de los pecadores. Porque los brazos de los impíos serán quebrados; mas el que sustenta a los justos es el SEÑOR. Yod Conoce el SEÑOR los días de los perfectos; y su heredad será para siempre.Leer más.
No serán avergonzados en el mal tiempo; y en los días de hambre serán saciados.
Tú, el que da salvación a los reyes, el que redime a David su siervo de maligna espada.
Por tanto, así dice el SEÑOR acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni echará saeta en ella; no vendrá delante de ella escudo, ni será echado sobre ella baluarte. Por el camino que vino, se tornará; y no entrará en esta ciudad, dice el SEÑOR: Y yo ampararé a esta ciudad para salvarla por amor de mí, y por amor de David mi siervo.
Los que confían en el SEÑOR son como el monte de Sion que no deslizará; estará para siempre. Como Jerusalén tiene montes alrededor de ella, así el SEÑOR alrededor de su pueblo desde ahora y para siempre.
Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor de mí, y por amor de David mi siervo.
Y será por señal, y por testimonio al SEÑOR de los ejércitos en la tierra de Egipto; porque al SEÑOR clamarán a causa de sus opresores, y él les enviará Salvador y Príncipe que los libre.
En aquel día mirará el hombre a su Hacedor, y sus ojos contemplarán al Santo de Israel. Y no mirará a los altares que hicieron sus manos, ni mirará a lo que hicieron sus dedos, ni a los bosques, ni a las imágenes del Sol.
Que puse en tu boca mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí; para que plantaras los cielos y fundaras la tierra; y que dijeras a Sion: pueblo mío eres tú.
Sadrac, Mesac, y Abed-nego respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: no cuidamos de responderte sobre este negocio. He aquí, nuestro Dios a quien honramos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que a tu dios no adoraremos, y la estatua que tú levantaste, no honraremos.
Y te libraré, y a esta ciudad, de mano del rey de Asiria; y a esta ciudad ampararé.
No nos librará Assur; no subiremos sobre caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia.
He aquí que yo crié al herrero, que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo crié al destruidor para destruir. Toda herramienta que fuere fabricada contra ti, no prosperará; y tú condenarás toda lengua que se levantare contra ti en juicio. Esta es la heredad de los siervos del SEÑOR, y su justicia de por mí, dijo el SEÑOR.
Como las aves que vuelan, así amparará el SEÑOR de los ejércitos a Jerusalén, amparando, librando, pasando, y salvando.
Sin Guarda mi alma, y líbrame; no sea yo avergonzado, porque en ti confié.
El redentor de ellos es el Fuerte; el SEÑOR de los ejércitos es su Nombre; de cierto abogará la causa de ellos, para hacer reposar la tierra, y turbar a los moradores de Babilonia.
Y tomó Ezequías las letras de mano de los embajadores; y después que las hubo leído, subió a la Casa del SEÑOR, y las extendió Ezequías delante del SEÑOR. Y oró Ezequías delante del SEÑOR, diciendo: SEÑOR Dios de Israel, que habitas sobre los querubines, tú solo eres Dios a todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh SEÑOR, tu oído, y oye; abre, oh SEÑOR, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.Leer más.
Es verdad, oh SEÑOR, que los reyes de Asiria han destruido a los gentiles y sus tierras; y que pusieron en el fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y así los destruyeron. Ahora, pues, oh SEÑOR Dios nuestro, sálvanos ahora de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú solo eres el SEÑOR Dios.
Y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin murallas será habitada Jerusalén a causa de la multitud de los hombres, y de las bestias en medio de ella. Yo seré para ella, dice el SEÑOR, muro de fuego en derredor, y seré por gloria en medio de ella.
Por tanto, así dijo el SEÑOR: He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza; y secaré su mar, y haré que quede seca su corriente.
Y tomó Ezequías las cartas de mano de los mensajeros, y las leyó; y subió a la Casa del SEÑOR, y las extendió delante del SEÑOR. Entonces Ezequías oró al SEÑOR, diciendo: El SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo Tú eres Dios sobre todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.Leer más.
Inclina, oh SEÑOR, tu oído, y oye; abre, oh SEÑOR, tus ojos, y mira; y oye todas las palabras de Senaquerib, el cual ha enviado sus mensajeros a blasfemar al Dios viviente. Ciertamente, oh SEÑOR, los reyes de Asiria destruyeron todas las tierras, y sus comarcas; y a los dioses de ellos pusieron en fuego, porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, madera y piedra; por eso los deshicieron. Ahora pues, SEÑOR Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan, que solo tú, oh SEÑOR, eres Dios.
En aquel día el SEÑOR defenderá al morador de Jerusalén; y el que entre ellos fuere flaco, en aquel tiempo será como David; y la Casa de David como Dios, como el ángel del SEÑOR delante de ellos.
Y seré defensa y amparo firme a mi Casa, del que va y del que viene; y no pasará más sobre ellos angustiador; porque ahora miré con mis ojos.
Mas yo también te digo, que tú eres Pedro una piedra pequeña, y sobre la piedra grande edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
Tú eres mi escondedero; de la angustia me guardarás; con clamores de libertad me rodearás. (Selah.)
Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, por los cuales no quisiste que pasara Israel cuando venían de la tierra de Egipto, sino que se apartaran de ellos, y no los destruyeran; he aquí ellos nos dan el pago, viniendo a echarnos de tu posesión, que tú nos diste que poseamos. ¡Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos lo que hemos de hacer, mas en ti están puestos nuestros ojos.
Además de todo esto escribió letras en que blasfemaba al SEÑOR Dios de Israel, y hablaba contra él, diciendo: Como los dioses de los gentiles de los países no pudieron librar su pueblo de mis manos, tampoco el Dios de Ezequías librará al suyo de mis manos.
Guárdame como lo negro de la niña del ojo, escóndeme con la sombra de tus alas.
y yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, mayor que todos es y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me esconderá en el escondrijo de su tienda; en roca me pondrá alto.
En mi primera defensa ninguno me ayudó, antes me desampararon todos; no les sea imputado. Mas el Señor me ayudó, y me esforzó para que por mí fuera cumplida la predicación, y todos los gentiles oyeran; y fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me salvará para su Reino celestial, al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Recuerda y despierta para mi juicio, para mi causa, Dios mío y Señor mío.
Los esconderás en el escondedero de tu rostro de las arrogancias del hombre; los esconderás en el tabernáculo a cubierto de contención de lenguas.
El deseo de los humildes oíste, oh SEÑOR; tú dispones su corazón, y haces atento tu oído; para juzgar al huérfano y al pobre; no volverá más a hacer violencia el hombre de la tierra.
Porque el SEÑOR vuestro Dios es Dios de dioses, y Señor de señores, Dios grande, poderoso, y terrible, que no hace acepción de personas, ni toma soborno; que hace derecho al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.
Guarda mi alma, porque soy misericordioso; salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía.
Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé, hasta que pasen los quebrantos.
La habitación de Dios es eterna, y debajo de brazos eternos; él echará de delante de ti al enemigo, y dirá: Destruye.
Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor, Jesús el Cristo, que según su grande misericordia nos ha engendrado de nuevo en esperanza viva, por la resurrección de Jesús el Cristo, de los muertos: Para la herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, ni marchitarse, conservada en los cielos, para vosotros que sois guardados en la virtud de Dios por fe, para alcanzar la salud que está aparejada para ser manifestada en el postrer tiempo.
Padre de huérfanos y defensor de viudas, es Dios en la morada de su santuario;
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar; temed antes a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados.Leer más.
Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.
El SEÑOR, el que guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda levanta; y el camino de los impíos trastorna.
Mas os digo, amigos míos: No temáis de los que matan el cuerpo, y después no tienen más que hacer. Mas os enseñaré a quién temáis: temed a aquel que después de ser matado, tiene potestad de echar en el infierno; así os digo: a éste temed. ¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas? Pues ni uno de ellos está olvidado de Dios.Leer más.
Y aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis pues; de más estima sois que muchos pajarillos.
En el temor del SEÑOR está la fuerte confianza; y allí sus hijos tendrán esperanza.
No traspases el término antiguo, ni entres en la heredad de los huérfanos; porque el redentor de ellos es el Fuerte, el cual juzgará la causa de ellos contra ti.
No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
Y el SEÑOR bramará desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra; mas el SEÑOR será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel.
Bueno es el SEÑOR para fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.
¿Pues qué diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién será contra nosotros? El que aun a su propio Hijo no escatimó, antes lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que los justifica.Leer más.
¿Quién es el que los condenará? Cristo, Jesús, es el que murió; más aun, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también demanda por nosotros. ¿Quién nos apartará de la caridad de Cristo? ¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? (Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos estimados como ovejas de matadero.) Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por aquel que nos amó. Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar de la caridad de Dios, que es en Cristo, Jesús, Señor nuestro.
Oh Israel, confía en el SEÑOR; él es su ayuda y su escudo. Casa de Aarón, confiad en el SEÑOR; él es su ayuda y su escudo. Los que teméis al SEÑOR, confiad en el SEÑOR; él es su ayuda y su escudo.
Y el Señor me librará de toda obra mala, y me salvará para su Reino celestial, al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.
¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltará contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel, y de los profetas, que por fe ganaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon las bocas de los leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, convalecieron de enfermedades, fueron hechos fuertes en batallas, trastornaron campos de enemigos extraños;Leer más.
las mujeres recibieron sus muertos por resurrección, unos fueron estirados, menospreciando la vida, para ganar mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios, y azotes; y a más de esto prisiones y cárceles. Otros fueron apedreados, otros cortados en piezas, otros tentados, otros muertos a espada; otros anduvieron perdidos cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados, de los cuales el mundo no era digno; errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aprobados por testimonio de la fe, no recibieron la promesa,
Después de estas cosas vino la palabra del SEÑOR a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.
Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que las mismas aflicciones han de ser cumplidas en la compañía de vuestros hermanos que están en el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna por Jesús el Cristo, después que hubiereis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, confirme, corrobore y establezca.
Porque sol y escudo nos es el SEÑOR Dios; gracia y gloria dará el SEÑOR; no quitará el bien a los que andan en integridad.
No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí, el diablo ha de enviar algunos de vosotros a la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
Toda palabra de Dios es limpia; es escudo a los que en él esperan.
Respondió uno de los ancianos, y me preguntó: ¿Estos que están vestidos de luengas ropas blancas, quiénes son, y de dónde han venido? Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han venido de gran tribulación, y han lavado sus luengas ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono morará entre ellos.Leer más.
No tendrán más hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni ningún otro calor; porque el Cordero que está en medio del trono los regirá, y los guiará a fuentes vivas de aguas; y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.
Y habló David al SEÑOR las palabras de este cántico, el día que el SEÑOR le había librado de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl. Y dijo: El SEÑOR es mi peña, y mi fortaleza, y mi libertador. Dios es mi Fuerte, en él confiaré; mi escudo, y el cuerno de mi salud; mi defensa, y mi refugio; mi salvador, que me librarás de violencia.Leer más.
Invocaré al SEÑOR, digno de ser loado. Y seré salvo de mis enemigos.
SEÑOR, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fuerte mío, en él confiaré; escudo mío, y el cuerno de mi salud, mi refugio. Invocaré al SEÑOR, digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos.
Seme por peña de fortaleza, adonde recurra yo continuamente; has mandado que yo sea salvo; porque tú eres mi roca, y mi castillo.
El que habita en el escondedero del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. Dirá al SEÑOR: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, me aseguraré en él. Y él te librará del lazo del cazador; de la mortandad que todo asuela.Leer más.
Con su ala te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad.
Bendito sea el SEÑOR, mi roca, que enseña mis manos a la batalla, y mis dedos a la guerra. Misericordia mía y mi castillo, altura mía y mi libertador, escudo mío, en quien he confiado; el que allana mi pueblo delante de mí.
Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, amparo contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra frontispicio.