43 Versículo de la Biblia sobre Narices
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Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida; y fue el hombre un alma viviente.
Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, de todo lo que había en la tierra, murió.
sino hasta un mes de tiempo, hasta que os salga por las narices, y os sea en aborrecimiento: por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de Él, diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto?
Que todo el tiempo que mi alma esté en mí, y haya hálito de Dios en mis narices,
Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?
Y él se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestiduras, y le bendijo, y dijo: Mira, el olor de mi hijo como el olor del campo que Jehová ha bendecido:
Antes como que dice entre los clarines: ¡Ea! Y desde lejos huele la batalla, el grito de los capitanes, y el vocerío.
Y se juntaron los grandes, los gobernadores, los capitanes, y los del consejo del rey, para mirar estos varones, cómo el fuego no se enseñoreó de sus cuerpos, ni cabello de sus cabezas fue quemado, ni sus ropas se mudaron, ni olor de fuego había pasado por ellos.
Envié entre vosotros mortandad tal como en Egipto; maté a espada a vuestros jóvenes, con cautiverio de vuestros caballos; e hice subir el hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices; pero no os volvisteis a mí, dice Jehová.
Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?
¿Le intimidarás tú como a alguna langosta? El resoplido de su nariz es formidable:
Con sus estornudos encienden lumbre, y sus ojos son como los párpados del alba.
asna montés acostumbrada al desierto, que en el ardor de su deseo olfatea el viento; en su celo, ¿quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se cansarán; la hallarán en su mes.
Desde Dan se oyó el bufido de sus caballos; del sonido de los relinchos de sus fuertes tembló toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, ciudad y moradores de ella.
Volviéndose luego, se paseó por la casa a una parte y a otra, y después subió, y se tendió sobre él; y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.
Y puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza.
Y sucedió que cuando los camellos acabaron de beber, el hombre le presentó un pendiente de oro que pesaba medio siclo, y dos brazaletes para sus manos que pesaban diez siclos de oro,
Ciertamente el que bate la leche, sacará mantequilla; y el que recio se suena la nariz, sacará sangre; y el que provoca la ira, causará contienda.
Y pondré mi celo contra ti, y obrarán contigo con furor; te quitarán tu nariz y tus orejas, y lo que te quedare caerá a espada. Ellos tomarán a tus hijos y a tus hijas, y tu remanente será consumido por el fuego.
Por cuanto te has airado contra mí, y tu estruendo ha subido a mis oídos, yo por tanto pondré mi gancho en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.
Porque contra mí te airaste, y tu estruendo ha subido a mis oídos; pondré, pues, mi anzuelo en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.
por lo cual Jehová trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.
Jehová el Señor juró por su santidad: He aquí, vienen días sobre vosotros en que os llevará con ganchos, y a vuestros descendientes con anzuelos de pescar.
Sus caminos son torcidos en todo tiempo; tus juicios los tiene muy lejos de su vista, y desprecia a todos sus enemigos.
¿De quién os habéis mofado? ¿Contra quién ensanchasteis la boca, y alargasteis la lengua? ¿No sois vosotros hijos rebeldes, simiente mentirosa,
Además dijisteis: ¡Oh qué fastidio! y lo despreciasteis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré eso de vuestra mano? dice Jehová.
Y oían también todas estas cosas los fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de Él.
Y el pueblo estaba mirando; y también los príncipes con ellos se burlaban de Él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si Él es el Cristo, el escogido de Dios.
Y cuando oyeron de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Te oiremos acerca de esto en otra ocasión.
Y Ahitofel dijo a Absalón: Entra a las concubinas de tu padre, que él dejó para guardar la casa; y todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho aborrecible a tu padre, y así se esforzarán las manos de todos los que están contigo.
Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí, y me herirán, y seré destruido yo y mi casa.
les dijeron: Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues habéis hecho heder nuestro olor delante de Faraón y de sus siervos, dándoles la espada en las manos para que nos maten.
Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, enviaron los hijos de Amón y tomaron a sueldo a los sirios de la casa de Rehob, y a los sirios de Soba, veinte mil hombres de a pie; y del rey de Maaca mil hombres, y de Istob doce mil hombres.
Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de Amón enviaron mil talentos de plata, para tomar a sueldo carros y gente de a caballo de Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba.
que dicen: Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú. Éstos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día.
Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas; Se juntaron las corrientes como en un montón; Los abismos se cuajaron en medio del mar.
Humo subió de su nariz, y de su boca fuego consumidor, por el cual se encendieron carbones.
Humo subió de su nariz, y de su boca fuego consumidor; carbones fueron por Él encendidos.
Entonces aparecieron los cauces del mar, y los fundamentos del mundo fueron descubiertos, a la reprensión de Jehová, al resoplido del aliento de su nariz.
Entonces aparecieron los senderos de las aguas, y se descubrieron los cimientos del mundo, a tu reprensión, oh Jehová, por el soplo del aliento de tu nariz.
Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen.