18 Versículos de la Biblia sobre la muerte de los justos
Versículos Más Relevantes
Perece el justo, y no hay quien eche de ver; y los píos son recogidos, y no hay quien entienda que delante de la aflicción es recogido el justo.
Que si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, o que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
Y oí una voz del cielo que me decía: Escribe: Bienaventurados son los muertos, que de aquí en adelante mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, que descansan de sus labores; y sus obras los siguen.
mas confiamos, y querremos más peregrinar del cuerpo, y ser presentes al Señor.
Porque para mí el vivir es Cristo y el morir, ganancia. Mas si viviere en la carne, esto me será para fruto de la obra, (y no sé entonces qué escoger; porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho) teniendo deseo de ser desatado, y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor;
Ciertamente Dios redimirá mi vida del poder desde la sepultura, cuando me tomará. (Selah.)
He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente resucitaremos, mas no todos seremos transformados.
Estimada es en los ojos del SEÑOR la muerte de sus misericordiosos.
Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
porque a mí ya me sacrifican, y el tiempo de mi desatamiento está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Desde ahora, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que desean su venida.
sabiendo que brevemente tengo que dejar este mi tabernáculo, como nuestro Señor Jesús el Cristo me ha declarado.
En tu mano encomendaré mi espíritu; tú me redimirás, oh SEÑOR, Dios de verdad.
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, dió el espíritu.
Y tú irás al fin, y reposarás, y te levantarás en tu suerte (o en tu herencia ) al fin de los días.
Porque sabemos, que si la casa terrestre de esta nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa, no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser sobrevestidos de aquella nuestra habitación que es del cielo; si también fuéremos hallados vestidos, y no desnudos.