36 Versículos de la Biblia sobre los demás que no responden
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Abrí yo a mi amado; mas mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar salió mi alma; lo busqué, y no lo hallé; lo llamé, y no me respondió.
Ahora bien, Job no dirigió contra mí sus palabras, ni yo le responderé con vuestras razones.
Sadrac, Mesac, y Abed-nego respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: No tenemos necesidad de responderte sobre este asunto.
Pero Él no le respondió palabra. Y sus discípulos vinieron y le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros.
Y siendo acusado por los príncipes de los sacerdotes y por los ancianos, nada respondió.
Mas Él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
Y Él no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.
Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
Y Pilato le preguntó otra vez, diciendo: ¿No respondes nada? Mira cuántas cosas testifican contra ti.
Y al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño, y no sabían qué responderle.
Y al tiempo que moría, le decían las que estaban junto a ella: No tengas temor, porque has dado a luz un hijo. Mas ella no respondió, ni puso atención.
Tú, pues, les dirás todas estas palabras, mas no te oirán; los llamarás, y no te responderán.
¿Por qué cuando vine, no había nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano, para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; torno los ríos en desierto, sus peces hieden, y mueren de sed por falta de agua.
Y ahora, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras, dice Jehová, y bien que os hablé, madrugando para hablar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis;
yo también os destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis al degolladero; por cuanto llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis; sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que no me agrada.
también yo escogeré sus escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron; antes hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que no me agrada.
Por tanto, así dice Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí traeré yo sobre Judá y sobre todos los moradores de Jerusalén todo el mal que contra ellos he hablado: porque les hablé, y no oyeron; los llamé, y no han respondido.
Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José: ¿Vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él.
Se encendió asimismo en ira contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job.
Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió su ira.
porque vive Jehová, que salva a Israel, que si fuere en mi hijo Jonatán, él morirá de cierto. Y no hubo en todo el pueblo quien le respondiese.
Y el pueblo calló, y no le respondió palabra: porque había mandamiento del rey, el cual había dicho: No le respondáis.
Pero ellos callaron y no le respondieron palabra; porque el rey así lo había mandado, diciendo: No le respondáis.
Y él le dijo: Levántate, y vámonos. Pero ella no respondió. Entonces la levantó el varón, y echándola sobre su asno, se levantó y se fue a su lugar.
Porque Él no es hombre igual que yo, para que yo le responda, y vengamos juntamente a juicio.
Y ellos tomaron el buey que les fue dado, y lo aprestaron, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Mas no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho.
Y sucedió que pasado el mediodía, y profetizando ellos hasta la hora de ofrecerse el sacrificio de la tarde, que no había voz, ni quien respondiese ni escuchase.
Se lo echan sobre los hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio. Le hablan, y tampoco responde, ni libra de la tribulación.