'Al' en la Biblia
y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo, y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor.
Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos, y la calafateó con asfalto y betún, y colocó en ella al niño, y lo puso en un carrizal a la orilla del río:
Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase.
Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste.
a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva este niño, y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño, y lo crió.
Y miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio, y lo escondió en la arena.
Y salió al día siguiente, y viendo a dos hebreos que reñían, dijo al que hacía la injuria: ¿Por qué hieres a tu prójimo?
Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esta cosa es descubierta.
Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová, el Dios de los hebreos, nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios.
Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?
Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No es Aarón, el levita, tu hermano? Yo sé que él habla bien. Y además, he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte, se alegrará en su corazón.
Y él hablará por ti al pueblo; y él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.
Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hubiereis vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano: pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.
Y aconteció en el camino, que en una posada le salió al encuentro Jehová, y quiso matarlo.
Y Jehová dijo a Aarón: Ve a recibir a Moisés al desierto. Y él fue, y lo encontró en el monte de Dios, y le besó.
Entonces el rey de Egipto les dijo: Moisés y Aarón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su obra? Váyanse a vuestros cargos.
De aquí en adelante no daréis paja al pueblo para hacer ladrillo, como hasta ahora; vayan ellos y recojan por sí mismos la paja:
Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus gobernadores, hablaron al pueblo, diciendo: Así ha dicho Faraón: Yo no os doy paja.
Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo.
Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová que quite las ranas de mí y de mi pueblo; y dejaré ir al pueblo, para que ofrezcan sacrificios a Jehová.
Y respondió Moisés: He aquí, que yo salgo de tu presencia, y rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan mañana de Faraón, de sus siervos y de su pueblo; con tal que Faraón no vuelva a obrar con engaño, no dejando ir al pueblo a ofrecer sacrificio a Jehová.
Pero Faraón endureció su corazón también esta vez, y no dejó ir al pueblo.
Entonces Faraón envió, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto uno. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.
Y le respondió Moisés: Al salir yo de la ciudad extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo; para que sepas que de Jehová es la tierra.
Habla ahora al pueblo, y que cada uno demande a su vecino, y cada una a su vecina, joyas de plata y de oro.
Y Jehová dio gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era un gran varón a los ojos de los siervos de Faraón, y a los ojos del pueblo, en la tierra de Egipto.
Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura: con hierbas amargas lo comerán.
Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus intestinos.
Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, Jehová pasará de largo aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.
Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos.
E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, demandando a los egipcios joyas de plata, y joyas de oro, y vestiduras.
Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les prestaron; y ellos despojaron a los egipcios.
Y sucedió que al cabo de los cuatrocientos treinta años, en aquel mismo día, todos los ejércitos de Jehová salieron de la tierra de Egipto.
Y Moisés dijo al pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre; pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado.
Y sucedió que cuando Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: No sea que cuando el pueblo viere la guerra, se arrepienta y se vuelva a Egipto:
Habla a los hijos de Israel que den la vuelta, y acampen delante de Pihahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él acamparéis, junto al mar.
Y fue dado aviso al rey de Egipto que el pueblo huía: y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva?
Siguiéndolos, pues, los egipcios, con toda la caballería y carros de Faraón, su gente de a caballo, y todo su ejército, los alcanzaron acampando junto al mar, al lado de Pihahirot, delante de Baal-zefón.
Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; quedaos quietos, y ved la salvación de Jehová, que Él hará hoy con vosotros; porque a los egipcios que hoy habéis visto, ya nunca más los veréis.
Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová, y dijeron: Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente, echando en el mar al caballo y al jinete.
Tu diestra, oh Jehová, ha sido magnificada en fortaleza; Tu diestra, oh Jehová, ha quebrantado al enemigo.
Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas; Se juntaron las corrientes como en un montón; Los abismos se cuajaron en medio del mar.
Condujiste en tu misericordia a este pueblo, al cual salvaste; lo llevaste con tu fortaleza a la habitación de tu santuario.
Y Miriam les respondía: Cantad a Jehová; porque en extremo se ha engrandecido, echando en el mar al caballo, y al que en él subía.
E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua.
Y partiendo de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del mes segundo después que salieron de la tierra de Egipto.
Esto es lo que Jehová ha mandado: Recogeréis de él cada uno según pudiere comer; un gomer por cabeza, conforme al número de vuestras personas, tomaréis cada uno para los que están en su tienda.
Y lo medían por gomer, y no sobraba al que había recogido mucho, ni faltaba al que había recogido poco: cada uno recogió conforme a lo que había de comer.
Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que entraron en la tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron al término de la tierra de Canaán.
Y toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin, por sus jornadas, al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese.
Y vino Jetro, suegro de Moisés, con los hijos y la esposa de Moisés al desierto, donde éste estaba acampado junto al monte de Dios;
Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda.
Y Jetro dijo: Bendito sea Jehová, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios.
Y aconteció que otro día se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.
Los cuales juzgarán al pueblo en todo tiempo; y será que todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así te será ligera la carga, y ellos la llevarán contigo.
Y juzgaban al pueblo en todo tiempo: el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño.
En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en ese mismo día llegaron al desierto de Sinaí.
Porque partieron de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte.
Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana, y laven sus vestiduras;
Y estén apercibidos para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá, a ojos de todo el pueblo, sobre el monte de Sinaí.
Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis a su término: cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá:
No le tocará mano, mas será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la trompeta, ellos subirán al monte.
Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestiduras.
Y dijo al pueblo: Estad apercibidos para el tercer día; no entréis a vuestras esposas.
Y aconteció al tercer día cuando vino la mañana, que vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de trompeta muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento.
Y Moisés sacó del campamento al pueblo para ir a encontrarse con Dios; y se pusieron al pie del monte.
Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspasen el término para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos.
Y Moisés dijo a Jehová: El pueblo no podrá subir al monte de Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala términos al monte, y santifícalo.
Entonces Moisés descendió al pueblo y habló con ellos.
No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; que para probaros vino Dios, y para que su temor esté en vuestra presencia y no pequéis.
Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre de balde.
Entonces su amo lo traerá ante los jueces; y lo traerá a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lezna, y será su siervo para siempre.
Mas el que no armó asechanzas, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir.
Y si el buey de alguno hiriere al buey de su prójimo, y éste muriere, entonces venderán el buey vivo, y partirán el dinero de él, y también partirán el muerto.
Y al extranjero no engañarás, ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.
A los jueces no injuriarás, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo.
Así harás con el de tu buey y de tu oveja; siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás.
De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío.
Y no angustiarás al extranjero: pues vosotros sabéis cómo se halla el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.
Seis días harás tus trabajos, y al séptimo día reposarás, a fin que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero.
Porque mi Ángel irá delante de ti, y te introducirá al amorreo, y al heteo, y al ferezeo, y al cananeo, y al heveo, y al jebuseo, a los cuales yo destruiré.
Yo enviaré la avispa delante de ti, que eche fuera al heveo, y al cananeo, y al heteo, de delante de ti:
Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todos los derechos: y todo el pueblo respondió a una voz, y dijeron: Ejecutaremos todas las palabras que Jehová ha dicho.
Y Moisés escribió todas las palabras de Jehová, y levantándose de mañana edificó un altar al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de Israel.
Y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.
Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarlos.
Y se levantó Moisés, y Josué su ministro; y Moisés subió al monte de Dios.
Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte.
Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días: y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube.
Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte: y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.
Y fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás a sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado.
Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio: sus rostros uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines.
Y saldrán seis brazos de sus lados: tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos del candelero al otro lado:
Y harás cincuenta lazadas en la orilla de una cortina, al borde de la unión, y cincuenta lazadas en la orilla de la segunda cortina en la otra juntura.
Y un codo de un lado, y otro codo del otro lado, que sobran en la longitud de las cortinas de la tienda, colgará sobre los lados del tabernáculo a un lado y al otro lado, para cubrirlo.
Harás, pues, las tablas del tabernáculo: veinte tablas al lado del mediodía, al sur.
Y al otro lado del tabernáculo, al lado del norte, veinte tablas;
Y para el lado del tabernáculo, al occidente, harás seis tablas.