21 casos

'Centurión' en la Biblia

Y entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole,

Y respondió el centurión, y dijo: Señor, no soy digno de que entres debajo de mi techado; mas solamente di con la palabra, y mi criado sanará.

Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creiste te sea hecho. Y su criado fue sano en la misma hora.

Y el centurión que estaba delante de él, viendo que había expirado así clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.

Y Pilato se maravilló que ya hubiera muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si estaba ya muerto.

Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de su casa, envió el centurión amigos a él, diciéndole: Señor, no te incomodes, que no soy digno que entres debajo de mi tejado;

Y había un varón en Cesarea llamado Cornelio, centurión de la compañía que se llamaba la Italiana,

Y ellos dijeron: Cornelio, el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene testimonio de toda la nación de los judíos, ha recibido respuesta por un santo ángel, de hacerte venir a su casa, y oír de ti palabras.

Y como le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un hombre romano sin ser condenado?

Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es romano.

Y mandó al centurión que Pablo fuera guardado, y aliviado de las prisiones; y que no vedara a ninguno de los suyos servirle, o venir a él.

Mas como fue determinado que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y algunos otros presos a un centurión, llamado Julio, de la compañía Augusta.

Y hallando allí el centurión una nave Alejandrina que navegaba a Italia, nos puso en ella.

Pero el centurión creía más al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía.

Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos no se quedan en la nave, vosotros no podéis salvaros.

Mas el centurión, queriendo salvar a Pablo, estorbó este acuerdo, y mandó que los que pudieran nadar, se echaran los primeros, y salieran a tierra;

Cuando llegamos a Roma, el centurión entregó los presos al prefecto de los ejércitos, mas a Pablo fue permitido estar por sí, con un soldado que le guardara.

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