94 casos

'Entonces' en la Biblia

Entonces el ángel de Jehová habló a Elías tisbita, diciendo: Levántate, y sube a encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y diles: ¿Acaso no hay Dios en Israel, para que vayáis a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón?

Entonces él les dijo: ¿Cómo era aquel varón que encontrasteis, y os dijo tales palabras?

Y ellos le respondieron: Un varón velludo, y ceñía sus lomos con un cinto de cuero. Entonces él dijo: Es Elías tisbita.

Entonces el rey envió a él un capitán de cincuenta con sus cincuenta, el cual subió a él; y he aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte. Y él le dijo: Varón de Dios, el rey dice que desciendas.

Entonces el ángel de Jehová dijo a Elías: Desciende con él; no tengas miedo de él. Y él se levantó, y descendió con él al rey.

Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos en seco.

Mas ellos le importunaron, hasta que avergonzándose, dijo: Enviad. Entonces ellos enviaron cincuenta hombres, los cuales lo buscaron tres días, mas no lo hallaron.

Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned sal en ella. Y se la trajeron.

Entonces Mesa rey de Moab era propietario de ganados, y pagaba al rey de Israel cien mil corderos, y cien mil carneros, más la lana.

Y salió entonces de Samaria el rey Joram, y pasó revista a todo Israel.

Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ah! que ha llamado Jehová estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.

Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: ¿Qué tengo yo contigo? Ve a los profetas de tu padre, y a los profetas de tu madre. Y el rey de Israel le respondió: No; porque ha juntado Jehová estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.

Entonces arrebató a su primogénito que había de reinar en su lugar, y le sacrificó en holocausto sobre el muro. Y hubo grande enojo contra Israel; y se retiraron de él, y se volvieron a su tierra.

Y sucedió que cuando las vasijas fueron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otra vasija. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.

Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, ella se presentó delante de él.

Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta.

Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta tras él, salió.

Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi bordón en tu mano, y ve; y si alguno te encontrare, no lo saludes; y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi bordón sobre el rostro del niño.

Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Él entonces se levantó, y la siguió.

Entrando él entonces, cerró la puerta sobre ambos, y oró a Jehová.

Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo.

Y Eliseo se volvió a Gilgal. Había entonces una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una grande olla, y haz potaje para los hijos de los profetas.

Él entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.

Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coman.

Entonces él lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.

Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve, y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.

Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y fue limpio.

Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿no se dará a tu siervo una carga de un par de mulas de esta tierra? porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.

Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él, y tomaré de él alguna cosa.

Él entonces le dijo: ¿No fue contigo mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Acaso es tiempo de tomar plata, de tomar ropa, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?

Y el varón de Dios dijo: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo nadar el hierro.

Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar del cual el varón de Dios le había dicho y amonestado; y se guardó de allí, no una vez ni dos.

Entonces uno de los siervos dijo: No, rey, señor mío; sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta.

Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un grande ejército, los cuales vinieron de noche, y cercaron la ciudad.

Y levantándose de mañana el que servía al varón de Dios, para salir, he aquí el ejército que tenía cercada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos?

Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró: y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.

Entonces él les preparó una gran comida; y cuando hubieron comido y bebido, los envió, y ellos se volvieron a su señor. Y nunca más vinieron cuadrillas de Siria a la tierra de Israel.

Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dice Jehová: Mañana a estas horas valdrá una medida de flor de harina un siclo, y dos medidas de cebada un siclo, a la puerta de Samaria.

Entonces respondió uno de sus siervos, y dijo: Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado en la ciudad, (he aquí, ellos son como toda la multitud de Israel que ha quedado en ella; he aquí, os digo que ellos son como toda la multitud de Israel que ha perecido); enviemos, y veamos qué hay.

Entonces el pueblo salió, y saquearon el campamento de los sirios. Y fue vendida una medida de flor de harina por un siclo, y dos medidas de cebada por un siclo, conforme a la palabra de Jehová.

Entonces la mujer se levantó, e hizo como el varón de Dios le dijo: y se fue ella con su familia, y vivió en tierra de los filisteos siete años.

Y sucedió que mientras él contaba al rey cómo había hecho vivir a un muerto, he aquí la mujer, a cuyo hijo había hecho vivir, que clamaba al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, ésta es la mujer, y éste es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir.

Y preguntando el rey a la mujer, ella se lo contó. Entonces el rey le asignó un oficial, diciéndole: Haz que le devuelvan todas las cosas que eran suyas, y todo el fruto de su tierra desde el día que dejó el país hasta ahora.

Entonces le dijo Hazael: ¿Por qué llora mi señor? Y él respondió: Porque sé el mal que has de hacer a los hijos de Israel: a sus fortalezas prenderás fuego, y a sus jóvenes matarás a espada, y estrellarás a sus niños, y abrirás el vientre a sus mujeres encinta.

Entonces el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas, y le dijo: Ciñe tus lomos, y toma este frasco de aceite en tu mano, y ve a Ramot de Galaad.

Entonces se apresuraron y cada uno tomó su ropa y la puso debajo de él, sobre las gradas, y tocaron trompeta, y dijeron: Jehú es rey.

Entonces Jehú cabalgó, y se fue a Jezreel, porque Joram estaba allí enfermo. También Ocozías rey de Judá había descendido a visitar a Joram.

Entonces envió otro de a caballo, el cual llegando a ellos, dijo: El rey dice así: ¿Hay paz? Y Jehú respondió: ¿Qué tienes tú que ver con la paz? Vuélvete tras mí.

Entonces Joram dijo: Unce. Y uncido que fue su carro, salió Joram rey de Israel, y Ocozías rey de Judá, cada uno en su carro, y salieron a encontrar a Jehú, al cual hallaron en la heredad de Nabot de Jezreel.

Entonces Joram volviendo la mano huyó, y dijo a Ocozías: ¡Traición, Ocozías!

Alzando él entonces su rostro hacia la ventana, dijo: ¿Quién está conmigo? ¿Quién? Y miraron hacia él dos o tres eunucos.

Él entonces les escribió la segunda vez diciendo: Si sois míos, y queréis obedecerme, tomad las cabezas de los varones hijos de vuestro señor, y venid mañana a estas horas a mí a Jezreel. Y los hijos del rey, setenta varones, estaban con los principales de la ciudad, que los criaban.

Mató entonces Jehú a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, y a todos sus príncipes, y a todos sus familiares, y a sus sacerdotes, que no le quedó ninguno.

Entonces él dijo: Prendedlos vivos. Y después que los tomaron vivos, los degollaron junto al pozo de la casa de esquileo, cuarenta y dos varones, sin dejar ninguno de ellos.

Entonces dijo al que tenía el cargo de las vestiduras: Saca vestiduras para todos los siervos de Baal. Y él les sacó vestiduras.

Y cuando miró, he aquí que el rey estaba junto a la columna, conforme era la costumbre, y los príncipes y los trompeteros junto al rey; y todo el pueblo del país se regocijaba, y tocaban las trompetas. Entonces Atalía, rasgando sus vestidos, gritó: ¡Traición, traición!

Entonces le echaron mano, cuando iba en el camino por donde entran los de a caballo a la casa del rey, allí la mataron.

Entonces Joiada hizo alianza entre Jehová y el rey y el pueblo, que serían pueblo de Jehová: y asimismo entre el rey y el pueblo.

Llamando entonces el rey Joás al sacerdote Joiada y a los demás sacerdotes, les dijo: ¿Por qué no reparáis las grietas del templo? Ahora, pues, no toméis más dinero de vuestros familiares, sino dadlo para reparar las grietas del templo.

Entonces subió Hazael rey de Siria, y peleó contra Gat, y la tomó: y puso Hazael su rostro para subir contra Jerusalén;

Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas.

Y dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey,

Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al herir cinco o seis veces, habrías herido a Siria, hasta no quedar ninguno: Pero ahora herirás a Siria sólo tres veces.

Entonces Amasías envió embajadores a Joás, hijo de Joacaz hijo de Jehú, rey de Israel, diciendo: Ven, y veámonos de rostro.

Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Azarías, que tenía dieciséis años, y lo hicieron rey en lugar de Amasías su padre.

Entonces hirió Manahem a Tifsa, y a todos los que estaban en ella, y también sus términos desde Tirsa; y la hirió porque no le habían abierto las puertas; y abrió el vientre a todas las mujeres que estaban encinta.

Entonces Rezín rey de Siria, y Peka hijo de Remalías rey de Israel, subieron a Jerusalén para hacer guerra, y cercar a Acaz; mas no pudieron tomarla.

Entonces Acaz envió embajadores a Tiglat-pileser rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo y tu hijo: sube, y defiéndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de Israel, que se han levantado contra mí.

Entonces dijeron ellos al rey de Asiria: Las gentes que tú trasladaste y pusiste en las ciudades de Samaria, no conocen la costumbre del Dios de aquella tierra, y Él ha echado leones en medio de ellos, y he aquí los matan, porque no conocen la costumbre del Dios de la tierra.

Entonces el rey de Asiria mandó, diciendo: Llevad allí a alguno de los sacerdotes que trajisteis de allá, y vayan y habiten allí, y les enseñen la costumbre del Dios del país.

Hasta hoy hacen como entonces; que ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos, ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel;

Él quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y destruyó las imágenes de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y le llamó por nombre Nehustán.

Entonces Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria en Laquis: Yo he pecado: apártate de mí, y llevaré todo lo que me impusieres. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro.

Entonces dijo Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joah, al Rabsaces: Te ruego que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no hables con nosotros en lengua judaica a oídos del pueblo que está sobre el muro.

Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, que era mayordomo, y Sebna el escriba, y Joah hijo de Asaf, el cronista, vinieron a Ezequías, rasgadas sus vestiduras, y le declararon las palabras del Rabsaces.

Y oyó decir de Tirhaca rey de Etiopía: He aquí es salido para hacerte guerra. Entonces volvió él, y envió embajadores a Ezequías, diciendo:

Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así dice Jehová, Dios de Israel: Lo que me rogaste acerca de Senaquerib rey de Asiria, he oído.

Entonces Senaquerib, rey de Asiria partió, y fue y regresó a Nínive, donde se quedó.

Entonces volvió él su rostro a la pared, y oró a Jehová, y dijo:

Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás.

Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué dijeron aquellos varones, y de dónde vinieron a ti? Y Ezequías le respondió: De lejanas tierras han venido, de Babilonia.

Entonces Ezequías dijo a Isaías: La palabra de Jehová que has hablado, es buena. Después dijo: ¿Mas no habrá paz y verdad en mis días?

Entonces el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón; y puso el pueblo de la tierra por rey en su lugar a Josías su hijo.

Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías a Safán escriba: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó.

Entonces fue Hilcías el sacerdote, y Ahicam y Acbor y Safán y Asaías, a Hulda profetisa, esposa de Salum hijo de Ticva hijo de Araas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén en la segunda parte de la ciudad, y hablaron con ella.

Entonces el rey mandó que se reuniesen con él todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.

Entonces mandó el rey al sumo sacerdote Hilcías, y a los sacerdotes de segundo orden, y a los guardianes de la puerta, que sacasen del templo de Jehová todos los vasos que habían sido hechos para Baal, para Asera, y para todo el ejército del cielo; y los quemó fuera de Jerusalén en el campo de Cedrón, e hizo llevar las cenizas de ellos a Betel.

Entonces mandó el rey a todo el pueblo, diciendo: Haced la pascua a Jehová vuestro Dios, conforme a lo que está escrito en el libro de este pacto.

Y sus siervos lo pusieron en un carro, y lo trajeron muerto de Meguido a Jerusalén, y lo sepultaron en su sepulcro. Entonces el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y le ungieron y le pusieron por rey en lugar de su padre.

Entonces Faraón Necao puso por rey a Eliaquim hijo de Josías, en lugar de Josías su padre, y le cambió el nombre por el de Joacim; y tomó a Joacaz, y lo llevó a Egipto, y allí murió.

Entonces salió Joaquín rey de Judá al rey de Babilonia, él, y su madre, sus siervos, sus príncipes y sus oficiales; y lo apresó el rey de Babilonia en el octavo año de su reinado.

Tomó entonces el capitán de la guardia a Seraías primer sacerdote, y a Sofonías segundo sacerdote, y tres guardas de la vajilla;

Entonces Gedalías les hizo juramento, a ellos y a los suyos, y les dijo: No temáis de ser siervos de los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.

Reina Valera Gómez (© 2010)