35 casos

'Escucha' en la Biblia

Ahora pues, hijo mío, escucha mi voz en lo que te mando:

Ahora pues, hijo mío, escucha mi voz: levántate, y huye a Labán mi hermano, a Harán.

Entonces él tomó su parábola, y dijo: Balac, levántate y oye; escucha mis palabras, hijo de Zipor:

Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre, cuando hiciereis lo bueno y lo recto ante los ojos del SEÑOR tu Dios.

Y Moisés, con los sacerdotes levitas, habló a todo Israel, diciendo: Atiende y escucha, Israel: hoy eres hecho pueblo del SEÑOR tu Dios.

Por tanto, Job, oye ahora mis razones, y escucha todas mis palabras.

Si pues hay en ti entendimiento, oye esto: Escucha la voz de mis palabras.

Escucha, oh SEÑOR, mis palabras. Considera la meditación mía.

Oye, oh SEÑOR, justicia; está atento a mi clamor; escucha mi oración hecha sin labios de engaño.

Oye, pueblo mío, y hablaré; escucha, Israel, y testificaré contra ti: Yo soy el Dios, el Dios tuyo.

Oh Dios, oye mi oración; escucha las razones de mi boca.

Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

SEÑOR Dios de los ejércitos, oye mi oración; escucha, oh Dios de Jacob (Selah.)

Escucha, oh SEÑOR, mi oración, y está atento a la voz de mis ruegos.

He dicho al SEÑOR: Dios mío eres tú; escucha, oh SEÑOR, la voz de mis ruegos.

SEÑOR, a ti he llamado; apresúrate a mí; escucha mi voz, cuando te llamare.

Escucha mi clamor, que estoy muy afligido; líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo.

El que tiene en poco el castigo, menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección, tiene corazón entendido.

El malo está atento al labio inicuo; y el mentiroso escucha a la lengua maldiciente.

Del señor que escucha la palabra mentirosa, todos sus ministros son impíos.

Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla el SEÑOR: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.

¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando las almas que no deben morir, y dando vida a las almas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira?

Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú, y tus amigos que se sientan delante de ti; porque son varones de prodigio. He aquí, yo traigo a mi siervo, el Renuevo.

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