'Les' en la Biblia
Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas.
Entonces llegando él , la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó la fiebre, y les servía.
Y les dice: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.
Y luego se juntaron a él muchos, que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la Palabra.
Y conociendo luego Jesús en su Espíritu que pensaban esto dentro de sí, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?
Y volvió a salir al mar, y toda la multitud venía a él, y les enseñaba.
Y oyéndolo Jesús, les dice: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que tienen mal. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a enmienda.
Y Jesús les dice: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el Esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al Esposo, no pueden ayunar.
Mas vendrán días, cuando el Esposo les será quitado de ellos; y entonces, en aquellos días ayunarán.
Y él les dijo: ¿Nunca leisteis qué hizo David cuando tuvo necesidad, y tuvo hambre, él y los que estaban con él;
También les dijo: El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado.
Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábados, o hacer mal? ¿Salvar la persona, o matarla? Mas ellos callaban.
Mas él les reñía mucho que no lo manifestasen.
Y llamándolos, les dijo en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?
Y él les respondió, diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina:
Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.
Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del Reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas;
para que viendo, vean y no perciben; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.
Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
También les dijo: ¿Viene la lámpara para ser puesto debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No viene para ser puesto en el candelero?
Les dijo también: Mirad lo que oís: con la medida que medís, os medirán otros, y será añadido a vosotros los que oís.
Y con muchas parábolas como éstas les hablaba la Palabra, conforme a lo que podían oír.
Sin parábola no les hablaba; pero a sus discípulos en particular declaraba todo.
Y les dijo aquel día cuando fue tarde: Pasemos al otro lado.
Y les contaron los que lo habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.
Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no está muerta, sino duerme.
Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer.
Pero Jesús les decía: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
Y llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio potestad sobre los espíritus inmundos.
Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente báculo; no alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa;
Y les decía: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí.
Y él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque había muchos que iban y venían, que aun no tenían lugar de comer.
Y saliendo Jesús vio gran multitud, y tuvo misericordia de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y les comenzó a enseñar muchas cosas.
Respondiendo él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y le dijeron: ¿Qué vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?
El les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron: Cinco, y dos peces.
Y les mandó que hiciesen recostar a todos por partidas sobre la hierba verde.
Y los vio fatigados remando, porque el viento les era contrario; y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino a ellos andando sobre el mar, y quería precederlos.
porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; YO SOY, no temáis.
Y dondequiera que entraba, en aldeas, o ciudades, o heredades, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban eran salvos.
Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, Mas su corazón lejos está de mí.
Les decía también: Bien; invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
Y llamando a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended.
Y les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar?
Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.
En aquellos días, como otra vez hubo gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo:
Y les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.
Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.
Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis pan? ¿No consideráis ni entendéis? ¿Aún tenéis ciego vuestro corazón?
Entonces él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dice: ¡Tú eres el Cristo!
Y les mandó que no hablasen esto de él a ninguno.
Y llamando a la multitud con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su madero, y sígame.
También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el Reino de Dios que viene con potencia.
Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.
Y vino una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado: A EL OID.
Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los muertos.
Y respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad, vendrá primero y restituirá todas las cosas; y como está escrito del Hijo del hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada.
Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
Porque iba enseñando a sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre es entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto él , resucitará al tercer día.
Y llegó a Capernaum; y así que estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
Entonces sentándose, llamó a los doce, y les dice: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dice:
Y partiéndose de allí, vino a los términos de Judea y tras el Jordán; y volvió la multitud a juntarse a él; y les volvió a enseñar como acostumbraba.
Mas él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?
Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;
Y les dice: Cualquiera que repudiare a su mujer, y se casare con otra, comete adulterio contra ella;
Y viéndolo Jesús, se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el Reino de Dios.
Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió a decir: ¡Hijos, cuán difícil es entrar en el Reino de Dios, los que confían en las riquezas!
Y estaban en el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante de ellos, y se espantaban, y le seguían con miedo; entonces volviendo a tomar a los doce aparte , les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:
Y él les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el vaso que yo bebo, o ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?
Y ellos dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, el vaso que yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy bautizado, seréis bautizados.
Mas Jesús, llamándolos, les dice: Sabéis que los que se ven ser príncipes entre los gentiles, se enseñorean de ellos, y los que entre ellos son grandes, tienen sobre ellos potestad.
Y les dice: Id al lugar que está delante de vosotros, y luego entrados en él, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre ha subido; desatadlo y traedlo.
Y unos de los que estaban allí, les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?
Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito que mi Casa, Casa de oración será llamada por todas las naciones? Y vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Y respondiendo Jesús, les dice: Tened fe en Dios.
Y Jesús respondiendo entonces, les dice: Os preguntaré también yo una palabra; y respondedme, y os diré con qué facultad hago estas cosas.
Y respondiendo, dicen a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dice: Tampoco yo os diré con qué facultad hago estas cosas.
Entonces él, como entendía la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.
Y ellos se la trajeron y les dice: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Y ellos le dijeron: De César.
Y respondiendo Jesús, les dijo: Pagad lo que es de César a César; y lo que es de Dios, a Dios. Y se maravillaron de ello.
Entonces respondiendo Jesús, les dice: ¿No erráis por eso, porque no sabéis las Escrituras, ni la potencia de Dios?
Y llegándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el principal mandamiento de todos?
Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas,
Entonces llamando a sus discípulos, les dice: De cierto os digo, que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca;
porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su alimento.
que siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les podréis hacer bien; mas a mí no siempre me tendréis.
Y envía dos de sus discípulos, y les dice: Id a la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;
Y fueron sus discípulos, y vinieron a la ciudad, y hallaron como les había dicho; y aderezaron la Pascua.
Y él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato.
Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les dio, y dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo.
Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dio; y bebieron de él todos.
Y les dice: Esto es mi sangre del Nuevo Testamento, que por muchos es derramada.
Jesús entonces les dice: Todos seréis escandalizados en mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas.
Y les dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte; esperad aquí y velad.
Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad. Basta, la hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores.