'Boca' en la Biblia
Después abrió Job su boca y maldijo el día de su nacimiento.
El desamparado, pues, tiene esperanza, y la injusticia tiene que cerrar su boca.
Por tanto, no refrenaré mi boca, hablaré en la angustia de mi espíritu, me quejaré en la amargura de mi alma.
¿Hasta cuándo hablarás estas cosas, y serán viento impetuoso las palabras de tu boca?
Aún ha de llenar de risa tu boca, y tus labios de gritos de júbilo.
Aunque soy justo, mi boca me condenará; {aunque} soy inocente, El me declarará culpable.
Porque tu iniquidad enseña a tu boca, y escoges el lenguaje de los astutos.
Tu {propia} boca, y no yo, te condena, y tus {propios} labios testifican contra ti.
para volver tu espíritu contra Dios y dejar salir de tu boca {tales} palabras?
No escapará de las tinieblas, secará la llama sus renuevos, y por el soplo de su boca desaparecerá.
Os podría alentar con mi boca, y el consuelo de mis labios podría aliviar {vuestro dolor.}
Han abierto contra mí su boca, con injurias me han abofeteado; a una se aglutinan contra mí.
Llamo a mi siervo, y no responde, con mi propia boca tengo que rogarle.
Aunque el mal sea dulce en su boca, {y} lo oculte bajo su lengua,
Miradme, y quedaos atónitos, y poned la mano sobre {vuestra} boca.
Recibe, te ruego, la instrucción de su boca, y pon sus palabras en tu corazón.
Expondría ante El {mi} causa, llenaría mi boca de argumentos.
Del mandamiento de sus labios no me he apartado, he atesorado las palabras de su boca más que mi comida.
Los príncipes dejaban de hablar y ponían la mano sobre su boca;
Me esperaban como a la lluvia, y abrían su boca como a lluvia de primavera.
y fue mi corazón seducido en secreto, y mi mano tiró un beso de mi boca,
No, no he permitido que mi boca peque pidiendo su vida en una maldición.
Pero cuando vio Eliú que no había respuesta en la boca de los tres hombres, se encendió su ira.
He aquí, ahora abro mi boca, en mi paladar habla mi lengua.
Job abre vanamente su boca, multiplica palabras sin sabiduría.
Entonces, en verdad, El te atrajo de la boca de la angustia, a un lugar espacioso, sin limitaciones, en lugar de aquélla; y lo que se puso sobre tu mesa estaba lleno de grosura.
Escuchad atentamente el estruendo de su voz, y el rugido que sale de su boca.
He aquí, yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte? Mi mano pongo sobre la boca.
Si el río ruge, él no se alarma; tranquilo está, aunque el Jordán se lance contra su boca.
Su aliento enciende carbones, y una llama sale de su boca.