'Llegó' en la Biblia
Al tercer día, un hombre llegó del campamento de Saúl con sus ropas rasgadas y polvo sobre su cabeza. Al llegar ante David, se inclinó a tierra y se postró.
Llegó Abner adonde {estaba} David, en Hebrón, y con él veinte hombres. Y David preparó un banquete para Abner y los hombres que lo acompañaban.
Cuando llegó Joab y todo el ejército que {estaba} con él, le dieron aviso a Joab diciéndole: ``Abner, hijo de Ner, vino al rey, y él lo ha despedido y se ha ido en paz."
Entonces todo el pueblo se llegó a David para persuadirlo a que comiera pan mientras aún era de día. Pero David juró: ``Así me haga Dios y aun más, si pruebo pan o cosa alguna antes de ponerse el sol."
David {tenía} treinta años cuando llegó a ser rey, {y} reinó cuarenta años.
Cuando se dio aviso a David, {éste} reunió a todo Israel, cruzó el Jordán y llegó a Helam. Los Arameos se pusieron en orden de batalla para enfrentarse a David, y pelearon contra él.
Partió, pues, el mensajero, y llegó e informó a David todo lo que Joab le había enviado {a decir.}
Estando aún ellos en el camino, llegó a David el rumor que decía: ``Absalón ha dado muerte a todos los hijos del rey, y no ha quedado ni uno de ellos."
Levantaron, pues, una tienda en el terrado para Absalón, y él se llegó a las concubinas de su padre a la vista de todo Israel.
Cuando David llegó a Mahanaim, entonces Sobi, hijo de Nahas de Rabá, de los hijos de Amnón, Maquir, hijo de Amiel de Lodebar, y Barzilai el Galaadita de Rogelim,
Y cuando llegó el Cusita, dijo: ``Reciba mi señor el rey buenas noticias, porque el SEÑOR lo ha librado hoy de la mano de todos aquéllos que se levantaron contra usted."
Volvió el rey y llegó hasta el Jordán. Y Judá vino a Gilgal para ir al encuentro del rey, para conducir al rey al otro lado del Jordán.
Cuando David llegó a su casa en Jerusalén, el rey tomó las diez mujeres, las concubinas que había dejado para guardar la casa, las puso bajo custodia y les dio alimento, pero no se llegó a ellas. Ellas estuvieron encerradas hasta el día de su muerte, viviendo como viudas.
En mi angustia invoqué al SEÑOR, Sí, clamé a mi Dios; Desde Su templo oyó mi voz, Y mi clamor {llegó} a Sus oídos.
El {era} el más distinguido de los treinta, por eso llegó a ser su jefe; pero no igualó a los tres {primeros.}