'Oí' en la Biblia
Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Y aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán.
Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus hechos y de tu sabiduría;
Y sucedió que, cuando yo oí estas palabras, me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios del cielo.
Y me enojé en gran manera cuando oí su clamor y estas palabras.
Se paró un fantasma delante de mis ojos, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, oí que decía:
De cierto tú dijiste a oídos míos, y yo oí la voz de tus palabras que decían:
Por testimonio en José lo ha constituido, cuando salió por la tierra de Egipto; donde oí lenguaje que no entendía.
y no oí la voz de los que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné mi oído!
Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
Trilla mía, y fruto de mi era; os he dicho lo que oí de Jehová de los ejércitos, Dios de Israel.
Porque oí una voz como de mujer que está de parto, angustia como de primeriza; voz de la hija de Sión que lamenta y extiende sus manos, diciendo: ¡Ay ahora de mí! que mi alma desmaya a causa de los asesinos.
Escuché y oí; pero no hablan derecho, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla.
Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, y denunciaremos. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza.
La fama oí, que de Jehová había sido enviado mensajero a las naciones, diciendo: Juntaos, y venid contra ella, y levantaos a la batalla.
Y oí el ruido de sus alas cuando andaban, como el estruendo de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como la voz de un ejército. Cuando se paraban, aflojaban sus alas.
Como la apariencia del arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Ésta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y luego que yo la vi, caí sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.
Entonces el Espíritu me levantó, y oí detrás de mí una voz de grande estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.
Oí también el ruido de las alas de los seres vivientes que se juntaban la una con la otra, y el ruido de las ruedas delante de ellos, y ruido de grande estruendo.
Y os engrandecisteis contra mí con vuestra boca, y multiplicasteis contra mí vuestras palabras. Yo lo oí.
Y oí a uno que me hablaba desde la casa; y el varón estaba junto a mí,
Y oí a un santo que hablaba; y otro de los santos dijo a aquél que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora que pone el santuario y el ejército para ser hollados?
Y oí una voz de hombre entre las riberas de Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la visión.
Pero oí la voz de sus palabras; y oyendo la voz de sus palabras, estaba yo adormecido sobre mi rostro, y mi rostro en tierra.
Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su mano derecha y su mano izquierda al cielo, y juró por Aquél que vive por siempre, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando él acabe de dispersar el poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.
Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?
Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia, cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas.