'Pies' en la Biblia
ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es LA CIUDAD DEL GRAN REY.
Y cualquiera que no os reciba ni oiga vuestras palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies.
Y vinieron a El grandes multitudes trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros {enfermos} y los pusieron a sus pies y El los sanó;
Y si tu mano o tu pie te es ocasión de pecar, córtatelo y échalo de ti; te es mejor entrar en la vida manco o cojo, que teniendo dos manos y dos pies, ser echado en el fuego eterno.
Entonces su consiervo, cayendo {a sus pies,} le suplicaba, diciendo: ``Ten paciencia conmigo y te pagaré."
Entonces el rey dijo a los sirvientes: ``Atadle las manos y los pies, y echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes."
``DIJO EL SEÑOR A MI SEÑOR: `SIENTATE A MI DIESTRA, HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS DEBAJO DE TUS PIES'"?
Y he aquí que Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¿Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies y le adoraron.
Y vino uno de los oficiales de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle se postró* a sus pies.
Y en cualquier lugar que no os reciban ni os escuchen, al salir de allí, sacudid el polvo de la planta de vuestros pies en testimonio contra ellos.
sino que enseguida, al oír {hablar} de El, una mujer cuya hijita tenía un espíritu inmundo, fue y se postró a sus pies.
Y si tu pie te es ocasión de pecar, córtalo; te es mejor entrar cojo a la vida, que teniendo los dos pies ser echado al infierno,
David mismo dijo por el Espíritu Santo: ``EL SEÑOR DIJO A MI SEÑOR: `SIENTATE A MI DIESTRA, HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS DEBAJO DE TUS PIES.'"
PARA DAR LUZ A LOS QUE HABITAN EN TINIEBLAS Y EN SOMBRA DE MUERTE, para guiar nuestros pies en el camino de paz.
Al ver {esto,} Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!
y poniéndose detrás {de El} a sus pies, llorando, comenzó a regar sus pies con lágrimas y {los} secaba con los cabellos de su cabeza, besaba sus pies y {los} ungía con el perfume.
Y volviéndose hacia la mujer, le dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Yo entré a tu casa {y} no me diste agua para los pies, pero ella ha regado mis pies con sus lágrimas y {los} ha secado con sus cabellos.
No me diste beso, pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.
No ungiste mi cabeza con aceite, pero ella ungió mis pies con perfume.
Salió entonces {la gente} a ver qué había sucedido; y vinieron a Jesús, y encontraron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio, y se llenaron de temor.
Y he aquí, llegó un hombre llamado Jairo, que era un oficial de la sinagoga; y cayendo a los pies de Jesús le rogaba que entrara a su casa;
Y en cuanto a los que no os reciban, al salir de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.
``Hasta el polvo de vuestra ciudad que se pega a nuestros pies, nos lo sacudimos {en protesta} contra vosotros; empero sabed esto: que el reino de Dios se ha acercado."
Y ella tenía una hermana que se llamaba María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Pero el padre dijo a sus siervos: ``Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies;
Y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias; y éste era samaritano.
HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS POR ESTRADO DE TUS PIES."
Mirad mis manos y mis pies, que soy yo mismo; palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
Y cuando dijo esto, les mostró las manos y los pies.
María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos.
Cuando María llegó adonde estaba Jesús, al verle, se arrojó entonces a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Y el que había muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo*: Desatadlo, y dejadlo ir.
Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro que costaba mucho, ungió los pies de Jesús, y se los secó con los cabellos, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.
Luego echó* agua en una vasija, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida.
Entonces llegó* a Simón Pedro. Este le dijo*: Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?
Pedro le contestó*: ¡Jamás me lavarás los pies! Jesús le respondió: Si no te lavo, no tienes parte conmigo.
Simón Pedro le dijo*: Señor, {entonces} no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.
Jesús le dijo*: El que se ha bañado no necesita lavarse, excepto los pies, pues está todo limpio; y vosotros estáis limpios, pero no todos.
Entonces, cuando acabó de lavarles los pies, tomó su manto, y sentándose {a la mesa} otra vez, les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?
Pues si yo, el Señor y el Maestro, os lavé los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
y vio* dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.
HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS POR ESTRADO DE TUS PIES."
Y asiéndolo de la mano derecha, lo levantó; al instante sus pies y tobillos cobraron fuerza,
y lo depositaban a los pies de los apóstoles, y se distribuía a cada uno según su necesidad.
poseía un campo y {lo} vendió, y trajo el dinero y {lo} depositó a los pies de los apóstoles.
y se quedó con {parte} del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo la otra parte, la puso a los pies de los apóstoles.
Entonces Pedro le {dijo:} ¿Por qué os pusisteis de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Mira, los pies de los que sepultaron a tu marido están a la puerta, y te sacarán {también} a ti.
Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró. Al entrar los jóvenes, la hallaron muerta, y {la} sacaron y {le} dieron sepultura junto a su marido.
PERO EL SEÑOR LE DIJO: ``QUITATE LAS SANDALIAS DE LOS PIES, PORQUE EL LUGAR DONDE ESTAS ES TIERRA SANTA.
EL CIELO ES MI TRONO, Y LA TIERRA EL ESTRADO DE MIS PIES; ¿QUE CASA ME EDIFICAREIS? --dice el Señor-- ¿O CUAL ES EL LUGAR DE MI REPOSO?
Y echándolo fuera de la ciudad, comenzaron a apedrearle; y los testigos pusieron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo.
Y sucedió que cuando Pedro iba a entrar, Cornelio salió a recibirlo, y postrándose a sus pies, {lo} adoró.
Cuando Juan estaba a punto de terminar su carrera, decía: `` ¿Quién pensáis que soy yo? Yo no soy {el Cristo;} mas he aquí, viene tras mí uno de quien yo no soy digno de desatar las sandalias de sus pies."
Entonces éstos sacudieron el polvo de sus pies contra ellos y se fueron a Iconio.
Y {había} en Listra un hombre {que} estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo desde el seno de su madre {y} que nunca había andado.
dijo con fuerte voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él dio un salto y anduvo.
el cual, habiendo recibido esa orden, los echó en el calabozo interior y les aseguró los pies en el cepo.
quien vino a {ver}nos, y tomando el cinto de Pablo, se ató las manos y los pies, y dijo: Así dice el Espíritu Santo: ``Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles."
SUS PIES SON VELOCES PARA DERRAMAR SANGRE;
¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: ¡CUAN HERMOSOS SON LOS PIES DE LOS QUE ANUNCIAN EL EVANGELIO DEL BIEN!
Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo de vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.
Y el ojo no puede decir a la mano: No te necesito; ni tampoco la cabeza a los pies: No os necesito.
Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.
Porque DIOS HA PUESTO TODO EN SUJECION BAJO SUS PIES. Pero cuando dice que todas las cosas {le} están sujetas, es evidente que se exceptúa a aquel que ha sometido a El todas las cosas.
Y todo sometió bajo sus pies, y a El lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
y calzados LOS PIES CON EL APRESTO DEL EVANGELIO DE LA PAZ;
que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos, si ha mostrado hospitalidad a extraños, si ha lavado los pies de los santos, si ha ayudado a los afligidos {y} si se ha consagrado a toda buena obra.
Pero, ¿a cuál de los ángeles ha dicho jamás: SIENTATE A MI DIESTRA HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS POR ESTRADO DE TUS PIES?
TODO LO HAS SUJETADO BAJO SUS PIES. Porque al sujetarlo todo a él, no dejó nada que no le sea sujeto. Pero ahora no vemos aún todas las cosas sujetas a él.
esperando de ahí en adelante HASTA QUE SUS ENEMIGOS SEAN PUESTOS POR ESTRADO DE SUS PIES.
¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios, y ha tenido por inmunda la sangre del pacto por la cual fue santificado, y ha ultrajado al Espíritu de gracia?
y haced sendas derechas para vuestros pies, para que la {pierna} coja no se descoyunte, sino que se sane.
y en medio de los candelabros, {vi} a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
sus pies semejantes al bronce bruñido cuando se le ha hecho refulgir en el horno, y su voz como el ruido de muchas aguas.
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y El puso su mano derecha sobre mí, diciendo: No temas, yo soy el primero y el último,
Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: ``El Hijo de Dios, que tiene ojos como llama de fuego, y cuyos pies son semejantes al bronce bruñido, dice esto:
`He aquí, yo entregaré a {aquellos} de la sinagoga de Satanás que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te he amado.
Y vi a otro ángel poderoso que descendía del cielo, envuelto en una nube; y el arco iris {estaba} sobre su cabeza, y su rostro {era} como el sol, y sus pies como columnas de fuego;
Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza;
La bestia que vi era semejante a un leopardo, sus pies eran como los de un oso y su boca como la boca de un león. Y el dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad.
Entonces caí a sus pies para adorarle. Y me dijo*: No hagas eso; yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos que poseen el testimonio de Jesús; adora a Dios. Pues el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
Yo, Juan, {soy} el que oyó y vio estas cosas. Y cuando oí y vi, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostró estas cosas.