'Puertas' en la Biblia
Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.
Y el mismo día al anochecer, siendo el primero de la semana, estando las puertas cerradas en donde los discípulos estaban reunidos por miedo a los judíos, vino Jesús, y poniéndose en medio, les dijo: Paz a vosotros.
Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Entonces vino Jesús, estando las puertas cerradas, y poniéndose en medio, dijo: Paz a vosotros.
Mas el ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel, y sacándolos, dijo:
diciendo: De cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; pero cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.
pero sus asechanzas fueron entendidas de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle.
Entonces el sacerdote de Júpiter, que estaba delante de la ciudad de ellos, trayendo toros y guirnaldas delante de las puertas, quería ofrecer sacrificio con el pueblo.
Y repentinamente hubo un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel fueron sacudidos; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.
Y despertando el carcelero, como vio abiertas las puertas de la cárcel, sacó su espada y se quería matar, pensando que los presos se habían escapado.
Así que toda la ciudad se agitó, y se agolpó el pueblo; y tomando a Pablo, lo arrastraron fuera del templo, y en seguida cerraron las puertas.
Y tenía un muro grande y alto, y tenía doce puertas; y a las puertas, doce ángeles, y nombres escritos en ellas, que son los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel.
Al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al poniente tres puertas.
Y el que hablaba conmigo, tenía una caña de oro para medir la ciudad, y sus puertas, y su muro.
Y las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era de una perla. Y la plaza de la ciudad era de oro puro, como vidrio transparente.
Y sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.
Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para tener derecho al árbol de la vida, y poder entrar por las puertas en la ciudad.