'Soy' en la Biblia
Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; mas el que viene tras mí, es más poderoso que yo; cuyo calzado no soy digno de llevar; Él os bautizará con el Espíritu Santo, y con fuego.
Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra, y mi siervo sanará.
Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo soldados bajo mi cargo; y digo a éste: Ve, y va; y a otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
Y Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Él les dice: ¿Y vosotros quién decís que soy yo?
¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O es malo tu ojo porque yo soy bueno?
Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís: ¿Podéis beber la copa que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Ellos le dijeron: Podemos.
Y Él les dijo: A la verdad de mi copa beberéis, y seréis bautizados con el bautismo que yo soy bautizado, pero el sentaros a mi mano derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre.
Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.
Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor?
Entonces Judas, el que le entregaba, respondió y dijo: ¿Soy yo, Maestro? Él le dijo: Tú lo has dicho.
Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; vedlo vosotros.
Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere, porque ha dicho: Yo soy el Hijo de Dios.
Y predicaba, diciendo: Viene tras mí uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado.
porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos y les dijo: Tened buen ánimo, yo soy, no temáis.
Y salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
Entonces Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.
Pero Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?
Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, beberéis de la copa de que yo bebo, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;
Y de que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?
porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.
Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder, y viniendo en las nubes del cielo.
Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi esposa es de edad avanzada.
Y respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y soy enviado a hablarte y darte estas buenas nuevas.
Respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene quien es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado: Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego.
Al ver esto Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.
Entonces Jesús fue con ellos. Y cuando ya no estaban lejos de su casa, el centurión le envió unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo;
Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mi cargo; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Y aconteció que estando Él aparte orando, estaban con Él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo?
Y les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy yo? Entonces respondiendo Simón Pedro, dijo: El Cristo de Dios.
ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama.
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y: El tiempo está cerca. No vayáis, pues, en pos de ellos.
Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pero yo soy entre vosotros como el que sirve.
Y un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no soy.
Entonces todos dijeron: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y Él les dijo: Vosotros decís que lo soy.
Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpadme y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
Y confesó, y no negó; sino confesó: Yo no soy el Cristo.
Y le preguntaron: ¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? Y dijo: No soy. ¿Eres tú el Profeta? Y él respondió: No.
Él dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
Él es el que viniendo después de mí, es antes de mí; del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de Él.
Entonces la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.
Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Y murmuraban de Él los judíos, porque dijo: Yo soy el pan que descendió del cielo.
Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
Entonces Jesús, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: Vosotros me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo; pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis.
Y otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.
Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me envió.
Yo soy el que doy testimonio de mí mismo; y el Padre que me envió da testimonio de mí.
Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
Entonces Jesús les dijo: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; sino que como mi Padre me enseñó, así hablo estas cosas.
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.
Entre tanto que estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo.
Unos decían: Éste es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy.
Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Yo soy el Hijo de Dios?
Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Vosotros me llamáis Maestro, y Señor, y decís bien, porque lo soy.
Desde ahora os lo digo, antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo; sino que el Padre que mora en mí, Él hace las obras.
Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.
Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y yo soy glorificado en ellos.
Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Le respondieron: A Jesús de Nazaret. Jesús les dijo: Yo soy. Y Judas, el que le entregaba, también estaba con ellos.
Y cuando Él les dijo: Yo soy, retrocedieron y cayeron a tierra.
Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos;
Entonces la criada que guardaba la puerta, dijo a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Él dijo: No soy.
Y estaba Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú también uno de sus discípulos? Él negó, y dijo: No soy.
Pilato respondió: ¿Soy yo judío? Tu nación misma, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Pilato entonces le dijo: ¿Acaso, eres tú rey? Jesús respondió: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.
Y los principales sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: No escribas: El Rey de los judíos; sino que Él dijo: Yo soy Rey de los judíos.
diciendo: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Y Moisés, temblando, no se atrevía a mirar.
Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra los aguijones.
Entonces Pedro, descendiendo a los hombres que le eran enviados por Cornelio, dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido?
Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate; yo mismo también soy hombre.
Y cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy yo? No soy yo Él. Mas, he aquí, viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de sus pies.
Entonces Pablo le dijo: Yo de cierto soy hombre judío, de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; y te ruego que me permitas hablar al pueblo.
Yo de cierto soy hombre judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, educado a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, siendo celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.
Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quién tú persigues.
Y cuando Pablo percibió que una parte era de saduceos, y la otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo siendo fariseo, hijo de fariseo; de la esperanza y de la resurrección de los muertos soy juzgado.
a no ser por aquella voz, que clamé estando entre ellos: Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros.
Me tengo por dichoso, oh rey Agripa, de que hoy haya de defenderme delante de ti acerca de todas las cosas de que soy acusado por los judíos.
Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres, comparezco y soy juzgado;