171 casos

'Comer' en la Biblia

Y os he dado a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se mueve sobre la tierra en que hay vida; y toda planta verde les será para comer. Y fue así.

Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;

Y le pusieron delante qué comer; mas él dijo: No comeré hasta que haya dicho mi mensaje. Y él le dijo: Habla.

dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese potaje rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto, fue llamado su nombre Edom.

Entonces Jacob ofreció un sacrificio en el monte y llamó a sus hermanos a comer pan; y comieron pan, y pasaron aquella noche en el monte.

Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas y bálsamo y mirra, e iban para llevarlo a Egipto.

Y aconteció que cuando acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: Volved, y comprad para nosotros un poco de alimento.

Y aquel varón trajo a los hombres a casa de José: y les dio agua, y lavaron sus pies: y dio de comer a sus asnos.

Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José al mediodía, porque habían oído que allí habían de comer pan.

Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían: porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios.

Y si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces tomará a su vecino inmediato a su casa, y según el número de las personas, cada uno conforme a su comer, echaréis la cuenta sobre el cordero.

Y tomarán de la sangre, y pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer.

El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación: ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que aderecéis lo que cada cual hubiere de comer.

Y dijo Moisés: Jehová os dará a la tarde carne para comer, y a la mañana pan en abundancia; por cuanto Jehová ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra Él: y, ¿qué somos nosotros? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová.

Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto? porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo: Es el pan que Jehová os da para comer.

Esto es lo que Jehová ha mandado: Recogeréis de él cada uno según pudiere comer; un gomer por cabeza, conforme al número de vuestras personas, tomaréis cada uno para los que están en su tienda.

Y lo medían por gomer, y no sobraba al que había recogido mucho, ni faltaba al que había recogido poco: cada uno recogió conforme a lo que había de comer.

Y lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer: y luego que el sol calentaba, se derretía.

Y dijo Moisés: Esto es lo que Jehová ha mandado: Llenarás un gomer de él para que se guarde para vuestros descendientes, a fin de que vean el pan que yo os di a comer en el desierto, cuando yo os saqué de la tierra de Egipto.

Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios: y vino Aarón y todos los ancianos de Israel a comer pan con el suegro de Moisés delante de Dios.

Mas si el sacrificio de su ofrenda fuere voto, o voluntario, el día que ofreciere su sacrificio será comido; y lo que de él quedare, se ha de comer el día siguiente:

Pero podréis comer de todo insecto alado que anda sobre cuatro patas, que tiene piernas además de sus patas para saltar con ellas sobre la tierra.

De éstos podéis comer: la langosta según su especie, y el langostín según su especie, y el argol según su especie, y el hagab según su especie.

Y si algún animal que tuviereis para comer se muriere, el que tocare su cuerpo muerto será inmundo hasta la tarde:

Para hacer diferencia entre inmundo y limpio, y entre los animales que se pueden comer y los animales que no se pueden comer.

Y cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que peregrinan entre ellos, que capturare caza de animal o de ave que sea de comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra:

Pero si la hija del sacerdote fuere viuda, o repudiada, y no tuviere hijos, y se hubiere vuelto a la casa de su padre, como en su juventud, podrá comer del pan de su padre; pero ningún extraño comerá de él.

Mas el sábado de la tierra os será para comer; para ti, y para tu siervo, y para tu sierva, y para tu criado, y para tu extranjero que morare contigo:

Y para tu animal, y para la bestia que hubiere en tu tierra, todo el fruto de ella será para comer.

Y la multitud de raza mixta que había entre ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!

Pero dirás al pueblo: Santificaos para mañana, y comeréis carne: pues que habéis llorado en oídos de Jehová, diciendo: ¡Quién nos diera a comer carne! ¡Cierto mejor nos iba en Egipto! Jehová, pues, os dará carne, y comeréis.

será que cuando comenzareis a comer el pan de la tierra, ofreceréis ofrenda a Jehová.

Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que Jehová hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua:

Con todo, podrás matar y comer carne en todas tus poblaciones conforme al deseo de tu alma, según la bendición de Jehová tu Dios que Él te habrá dado; el inmundo y el limpio la comerá, como la de corzo o de ciervo.

Ni podrás comer en tus poblaciones el diezmo de tu grano, o de tu vino, o de tu aceite, ni de los primogénitos de tus vacas, ni de tus ovejas, ni tus votos que prometieres, ni tus ofrendas voluntarias, ni las ofrendas elevadas de tus manos:

Tendrán porciones iguales para comer, aparte de lo que obtengan por la venta de sus patrimonios.

Cuando pusieres cerco a alguna ciudad, peleando contra ella muchos días para tomarla, no destruirás sus árboles metiendo hacha en ellos, porque de ellos podrás comer; y no los talarás para emplearlos en el sitio porque el árbol del campo es la vida del hombre.

Mas el árbol que supieres que no es árbol para comer, lo destruirás y lo talarás, y construye baluarte contra la ciudad que pelea contigo, hasta sojuzgarla.

Cuando entrares en la viña de tu prójimo, podrás comer las uvas que desees, hasta saciarte; mas no pondrás ninguna en tu alforja.

Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.

y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos.

aunque nosotros tenemos paja y de comer para nuestros asnos, y también tenemos pan y vino para mí y para tu sierva, y para el criado que está con tu siervo; no nos hace falta nada.

Y metiéndolos en su casa, dio de comer a sus asnos; y ellos se lavaron los pies, y comieron y bebieron.

Y Boaz le dijo a la hora de comer: Acércate aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació y le sobró.

Te lavarás pues, y te ungirás, y te pondrás tu vestido y bajarás a la era; pero no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber.

Y cuando entrareis en la ciudad, le encontraréis luego, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya venido, porque él es quien bendice el sacrificio; y después comerán los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora le hallaréis.

Y David respondió a Jonatán: He aquí que mañana será nueva luna, y yo acostumbro sentarme con el rey a comer; mas tú dejarás que me esconda en el campo hasta la tarde del tercer día.

David, pues, se escondió en el campo, y cuando llegó la luna nueva, se sentó el rey a comer pan.

El día siguiente, el segundo día de la luna nueva, aconteció también que el asiento de David estaba vacío. Y Saúl dijo a Jonatán su hijo: ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí hoy ni ayer?

Y como todo el pueblo viniese a dar de comer pan a David siendo aún de día, David juró, diciendo: Así me haga Dios y así me añada, si antes que se ponga el sol gustare yo pan, u otra cualquier cosa.

Tú, pues, le labrarás las tierras, tú con tus hijos y tus siervos, y tú almacenarás los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para comer, y Mefiboset el hijo de tu señor comerá siempre pan a mi mesa. Y Siba tenía quince hijos y veinte siervos.

Y Urías respondió a David: El arca, e Israel y Judá, están debajo de tiendas; y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi esposa? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa.

Y David lo convidó, y le hizo comer y beber delante de sí, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa.

Y Jonadab le dijo: Acuéstate en tu cama, y finge que estás enfermo; y cuando tu padre viniere a visitarte, dile: Te ruego que venga mi hermana Tamar, para que me dé de comer, y prepare delante de mí alguna vianda, para que al verla yo la coma de su mano.

Y David envió a Tamar a su casa, diciendo: Ve ahora a casa de Amnón tu hermano, y hazle de comer.

Tomó luego la sartén, y las sacó delante de él; mas él no quiso comer. Y dijo Amnón: Echad fuera de aquí a todos. Y todos salieron de allí.

Y luego que llegó David a su casa en Jerusalén, tomó el rey las diez mujeres concubinas que había dejado para guardar la casa, y las puso en una casa en guarda, y les dio de comer; pero nunca más entró a ellas, sino que quedaron encerradas hasta que murieron en viudez de por vida.

Y lo oyó Adonías, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de comer. Y oyendo Joab el sonido de la trompeta, dijo: ¿Por qué se alborota la ciudad con estruendo?

Mis siervos la llevarán desde el Líbano al mar; y yo la pondré en balsas por el mar hasta el lugar que tú me señales, y allí se desatará, y tú la tomarás; y tú cumplirás mi deseo al dar de comer a mi familia.

Y beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer.

Y Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo; y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas.

Y aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una gran mujer, la cual le constriñó a que comiese del pan; y cuando por allí pasaba, se venía a su casa a comer del pan.

Y lo sirvieron para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, dieron voces, diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en la olla! Y no lo pudieron comer.

Él entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.

Y se levantaron los varones nombrados, y tomaron los cautivos, y vistieron del despojo a los que de ellos estaban desnudos; los vistieron y los calzaron, y les dieron de comer y de beber, y los ungieron, y condujeron en asnos a todos los débiles, y los llevaron hasta Jericó, ciudad de las palmeras, cerca de sus hermanos; y ellos se volvieron a Samaria.

Y había quien decía: Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos; por tanto hemos tomado grano para comer y vivir.

Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a enviar porciones, y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado.

Y tomaron ciudades fortificadas y tierra fértil, y heredaron casas llenas de todo bien, cisternas hechas, viñas y olivares, y muchos árboles de comer; y comieron y se saciaron, se engordaron y se deleitaron en tu gran bondad.

Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.

¿He de comer yo carne de toros, o he de beber sangre de machos cabríos?

e hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio trigo de los cielos.

Les diste a comer pan de lágrimas, y les diste a beber lágrimas en gran abundancia.

Cuando te sientes a comer con algún gobernante, considera bien lo que está delante de ti;

He aquí, pues, el bien que yo he visto: Que es bueno comer y beber, y gozarse uno del bien de todo su trabajo con que se afana debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le da; porque ésta es su porción.

Un hombre a quien Dios da riquezas, bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; mas Dios no le da facultad de comer de ello, sino que los extraños se lo comen. Esto es vanidad y penosa enfermedad.

Por tanto, alabé yo la alegría; pues el hombre no tiene mejor bien debajo del sol, que comer y beber y alegrarse; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol.

Y a los que te oprimen les haré comer sus propias carnes, y con su sangre serán embriagados como con vino dulce; y conocerá toda carne que yo Jehová soy tu Salvador, y tu Redentor, el Fuerte de Jacob.

entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.

Y comerán tu mies y tu pan, que habían de comer tus hijos y tus hijas; comerán tus ovejas y tus vacas, comerán tus viñas y tus higueras; y espada destruirán tus ciudades fortificadas en que tú confías.

Por tanto así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que a este pueblo yo les daré a comer ajenjo, y les daré a beber aguas de hiel.

Asimismo no entres en casa de convite, para sentarte con ellos a comer o a beber.

Y les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas; y cada uno comerá la carne de su amigo, en el cerco y en el apuro con que los estrecharán sus enemigos y los que buscan sus almas.

Por tanto, así dice Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber aguas de hiel; porque de los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra.

Una cesta tenía higos muy buenos, como brevas; y la otra cesta tenía higos muy malos, que no se podían comer de malos.

Y me dijo Jehová: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Higos, higos buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que de malos no se pueden comer.

Y como los malos higos, que de malos no se pueden comer, ciertamente así dice Jehová: De la misma manera daré a Sedequías rey de Judá, y a sus príncipes, y al remanente de Jerusalén que queda en esta tierra, y a los que moran en la tierra de Egipto.

así dice Jehová de los ejércitos: He aquí envío yo contra ellos espada, hambre, y pestilencia, y los pondré como los malos higos, que de malos no se pueden comer.

Mira, oh Jehová, y considera a quién has hecho así. ¿Han de comer las mujeres su fruto, los pequeñitos de sus crías? ¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?

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